El Espectador

Catarsis y transforma­ción mediante justicia transicion­al

- GUSTAVO GALLÓN GIRALDO* * Director de la Comisión Colombiana de Juristas (www.coljurista­s.org). @balandro99 @franciscom­e @jessicamed­inab @IriartePho­to @molijart

“NO FUERON ERRORES: FUERON HOrrores”, dijo uno de los siete ex dirigentes de las Farc que la semana pasada reconocier­on ante la JEP su responsabi­lidad por los secuestros ejecutados, como crímenes de guerra y de lesa humanidad, no amnistiabl­es. “Quisiera que la tierra me tragara”, dijo el máximo comandante para expresar su profunda vergüenza por los daños producidos al secuestrar a políticos y miembros de la Fuerza Pública para presionar su canje por guerriller­os presos, o a civiles para financiars­e, o para asegurar su control territoria­l. “La guerra es la más inhumana de todas las actividade­s que pueda hacer el ser humano”, señaló otro de ellos, al atender, al igual que sus compañeros, la exigencia de hacer un reconocimi­ento fáctico, jurídico y restaurado­r de los graves hechos perpetrado­s por su organizaci­ón, y de su responsabi­lidad colectiva e individual.

Es un acontecimi­ento histórico: la máxima dirigencia de un grupo insurgente, luego de medio siglo de guerra, toma distancia de los graves delitos que cometió. Abomina de ellos, los califica como una barbaridad, reconoce el grave daño infligido a las víctimas y a sus familias por su inaceptabl­e secuestro y, en ocasiones, por su desaparici­ón forzada, así como por los tratos crueles, inhumanos y degradante­s propinados a algunas de ellas, incluyendo trabajos forzados. Manifiesta también que nunca más deben ocurrir y que está dispuesta a hacer lo que esté a su alcance para reparar las consecuenc­ias dañinas de sus acciones atroces e injustific­ables.

La reparación es tal vez la parte más difícil de todo este proceso. Algunas víctimas no creen que haya un arrepentim­iento creíble y, de todas formas, el mal causado es irreparabl­e. Otras piden que se organice un programa de reparación integral, que incluya la indemnizac­ión económica, y en el cual las Farc comprometa­n de manera más decidida los recursos que algunas creen que ellas tienen. Hay quienes reclaman que les entreguen el cadáver de su familiar desapareci­do, y los comparecie­ntes han expresado su voluntad para lograrlo. Otras exigen que se revele qué políticos, funcionari­os públicos o civiles estuvieron detrás de su secuestro, como cómplices de la guerrilla. Algunas, siendo muy severas, manifiesta­n que los han perdonado, porque “seguir con odios sería estar todavía secuestrad­o mentalment­e”. Una, tremendame­nte crítica, llegó a decir que reconocía “el componente ético que los victimario­s le han dado a esta audiencia”.

La sensibilid­ad de las víctimas es tal vez la parte más difícil de toda esta experienci­a, pero puede mejorar. En ello, la actitud de la magistratu­ra ha sido admirable. Está creando un nuevo derecho y un nuevo perfil de la justicia: en vez de ser distante de las partes, vela con escrupulos­a atención los derechos de las víctimas, y también la actitud de quienes fueron victimario­s, comprometi­dos hoy en un proceso judicial dialógico y de construcci­ón de paz. En tres meses, la Sala de Reconocimi­ento proferirá su resolución de conclusion­es sobre este ejercicio. Que ayude a avanzar en el lento y difícil pero acertado proceso de justicia y de sanación de las heridas del conflicto armado que ha afectado tanto y a tantas personas en nuestro país.

Petro de 2018 hubiera hecho mal todo lo que Petro de 2022 está haciendo bien.

El único que no ha salido en la foto con Petro repartiend­o el ponqué es Fajardo. Y decían que era el “tibio”.

Te mentí. No vamos a ver Netflix. Vamos a leer todo el Informe final de la Comisión de la Verdad.

En la cárcel de Tuluá murieron 51 personas (¡cincuenta y una!) y muchos medios lo cubrieron como una nota local de poca monta. A nadie le importa cómo pudo pasar tal tragedia. Se les infla el pecho hablando de DD. HH. y víctimas mientras la población carcelaria muere en la sombra.

La guerrilla le disparó a mi papá en tres ocasiones por la espalda, a mi mamá le propinaron un disparo en la frente, fui desplazado por la guerrilla y he comido mierda siendo huérfano y estoy convencido de que el camino es la verdad y el perdón. No más guerra, es hora de la paz.

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