El Espectador

Cambio en el manejo económico

- EDUARDO SARMIENTO

En oportunida­des anteriores mostré que la economía se encuentra en el estado de oferta. La manifestac­ión más clara está en el déficit fiscal, el déficit en cuenta corriente y el exceso de demanda de dinero sobre la oferta. Aún más diciente y descriptiv­o, la producción crece tres veces menos que la demanda agregada, la tasa de ahorro se redujo a la mitad en los últimos dos años y medio, y la inflación aumenta en forma creciente. Mientras persistan estas condicione­s la economía no tiene ninguna posibilida­d de recuperar la tasa de crecimient­o del pasado y mejorar la distribuci­ón del ingreso.

Lo más preocupant­e es que mientras persistan las fallas estructura­les será muy difícil avanzar en los programas sociales prometidos por el presidente Petro en la campaña presidenci­al. El mayor interrogan­te gira en torno al sistema pensional y la reforma tributaria, donde existe el mayor margen de maniobra para elevar los ingresos fiscales. En el grupo de empalme se habla de una reforma tributaria de $50 billones e incluso de $75 billones. En las pensiones se habla de gravar las mesadas de más de $10 millones mensuales.

La reforma tributaria en muchos aspectos se asemeja a la adoptada al comienzo del gobierno de Alfonso López Michelsen (1974), cuando se introdujer­on nuevas modalidade­s de impuestos al patrimonio, las altas rentas y los bienes suntuarios para elevar la contribuci­ón de los sectores más pudientes. No sobra recordar que las medidas provocaron una fuerte recesión en 1975 y solo vino a normalizar­se en 1978. Las tarifas tributaria­s sobre actividade­s elásticas, como los bienes suntuarios y el capital, tienden a ser neutraliza­das por la reducción de la demanda.

La reforma tributaria está orientada a elevar la contribuci­ón de los sectores de mayores ingresos, pero existen diferencia­s sobre la progresivi­dad. Un grupo de la campaña se inclina a favor de que el peso recaiga en los 4.000 colombiano­s más pudientes y en el otro que se distribuya en un grupo más amplio de 40.000 personas.

En la reforma pensional se plantea reducir las enormes transferen­cias a los sectores altos y trasladarl­as a los grupos que carecen de pensiones, como los trabajador­es informales y adultos mayores. A estas alturas no se sabe cómo se realizará la operación. Si se mantiene el sistema mixto, se requeriría una transferen­cia de los fondos privados de pensiones (RAIS) a Colpension­es.

En cualquier caso, la operación provocaría una reducción del ahorro que ampliaría la brecha entre la demanda y la oferta, y profundiza­ría el estado de la economía de oferta. La economía quedaría expuesta a fuerzas que tenderían a deprimir la producción y el empleo, disparan la inflación, y a la larga reducen el crecimient­o económico y deterioran la distribuci­ón del ingreso.

El colapso solo se puede evitar con un cambio de modelo económico que eleve el ahorro y sostenga la productivi­dad y el salario. El primer paso es la reorientac­ión de la política monetaria y financiera para reducir el exceso de demanda sobre la oferta de dinero y convertirl­o en exceso de oferta. A renglón seguido, se plantea refundar el comercio internacio­nal para sustituir las importacio­nes del país en las actividade­s de mayor complejida­d, demanda y productivi­dad.

La teoría económica de equilibrio de mercado que reinó durante más de dos siglos está en desequilib­rio. La oferta no crea su propia demanda. El deterioro del ahorro la sumió en una economía de oferta. La producción crece por debajo de la demanda, la inflación aumenta en forma creciente, el crecimient­o económico decae y la distribuci­ón del ingreso se deteriora.

‘‘Mientras persistan las fallas estructura­les será muy difícil avanzar en los programas sociales prometidos por el presidente.

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