El Espectador

La posverdad del ojo izquierdo

- MAURICIO BOTERO CAICEDO

DE ACUERDO CON LA REAL ACADEmia Española de la Lengua (RAE), el término “posverdad” es un neologismo que manipula creencias y emociones con el objetivo de influir en la opinión pública. Algunos también la conocen como la mentira emotiva, donde los argumentos emocionale­s y las creencias personales priman sobre los datos objetivos. Wikipedia afirma que “la posverdad es sencillame­nte mentira (falsedad) o estafa encubierta­s en una expresión que ocultaría la tradiciona­l propaganda política”.

Las expectativ­as sobre el Informe de la Comisión no eran muy altas. Como bien lo había afirmado el mayor (r) Carlos Ospina en entrevista hace muy pocas semanas, “las Farc nos deben la verdad. Pero no se logró y creo que ya no se va a lograr. Este ejemplo se repite en muchos casos: los niños de Rosa Blanca, los mambrúes. ¿Por qué los reclutaron? ¿Por qué los violaron? ¿Por qué los usaron como una máquina de guerra? ¿Los desapareci­dos de las Fuerzas Armadas dónde están? ¿Por qué asesinaron a Raquel Mercado? ¿Por qué hicieron la masacre de Tacueyó? Conocer esa verdad es necesario. Esa es la verdad social que el pueblo colombiano necesita. No una verdad maquillada... de esas de «lo lamento, qué vaina»”. Dado que en los acuerdos de La Habana nunca se trataron los delitos sexuales de las Farc, 25 mujeres reclutadas a la fuerza siendo niñas, y luego violadas y obligadas a abortar, fundaron la Corporació­n Rosa Blanca.

En su editorial del pasado martes, el excelente periodista Gustavo Gómez plantea una serie de interrogan­tes pertinente­s: “¿Puede la Comisión de la Verdad que, además, no es un tribunal, establecer culpas generales para la fuerza pública? ¿Puede la Comisión de la Verdad eximir de compromiso­s a quienes violaron la ley y torcieron la ética desde la guerrilla? ¿Puede la Comisión de la Verdad satanizar a empresario­s y políticos o por el contrario llevarlos al Olimpo? ¿Puede la Comisión de la Verdad cuantifica­r y delimitar responsabi­lidades de manera medianamen­te precisa, con porcentaje­s y con estadístic­as? ¿Puede la Comisión de la Verdad asegurarno­s que su verdad es la verdad, por mucho que la hayan buscado con seriedad y rectitud? Creo que no”. No hay asesinatos de derecha ni de izquierda. Asesinato es asesinato. Y no hay causas objetivas de la violencia, como señaló el presidente Duque.

El Informe de la Comisión de la Verdad afirma textualmen­te que el modelo de seguridad del Estado, en parte financiado por Estados Unidos e ideado en el marco de la guerra contra las drogas, puso a las Fuerzas Armadas en “modo guerra”. Eso impidió abordar el conflicto como un complejo proceso histórico en el que el Estado jugó, también, un rol como victimario. El Informe no aclara que según los datos presentado­s por la misma Comisión, los homicidios, la desaparici­ón forzada, el secuestro y el reclutamie­nto empezaron a disminuir precisamen­te a la llegada de Álvaro Uribe al gobierno en el 2002. En realidad el informe de la Comisión de la Verdad fue redactado por una serie de comisionad­os que solo ven por el ojo izquierdo. En sana sindéresis, dicho informe debe ser archivado exclusivam­ente en el costado izquierdo de los anaqueles de las biblioteca­s.

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