El Espectador

Samy Merheg, el enmaniguad­o del Guaviare

- HOJAS SUELTAS ALFREDO MOLANO JIMENO

CUANDO FERNANDO LONDOÑO ASEguró que en el gobierno de Duque harían trizas el Acuerdo de Paz nunca imaginamos que enviarían a una bandola de piratas legislativ­os a saquear los dineros de los 170 municipios priorizado­s por el Acuerdo. Una investigac­ión de los periodista­s Sebastián Nohra y Valeria Santos destapó el modus operandi y algunos nombres de los corsarios.

Este año publiqué una columna sobre la deforestac­ión en el Guaviare y advertí que me resultaba extraño que San José estuviera inundado de publicidad del senador Juan Samy Merheg. En ese momento no cuadraba que a un político risaralden­se le diera por el repentino amor por la selva amazónica, ni que se desplazara en una docena de ocasiones hasta el Guaviare para fundar un bastión electoral. Pero las llaves apareciero­n de la mano de los periodista­s: un desfalco de más de $500.000 millones a través de los dineros del OCAD Paz que los parlamenta­rios se luchaban en Bogotá para repartirlo en coimas y obras. Coimas que les cobraban a alcaldes y gobernador­es, y obras para conseguir votos.

La denuncia ayuda a cerrar el círculo. Por ejemplo, Johan C. Rodríguez-Bareño se dio a la tarea de organizar la informació­n que relaciona a Merheg con este escándalo y encontró cómo, en 2020 y 2021, sacaba pecho como el redentor del Guaviare. En Twitter posó de haber conseguido más de $38.000 millones para obras entre la Macarena y el Guaviare, se autodenomi­nó el padre de la vía 7506 entre San José, El Retorno y Calamar, cuyo valor fue de más de $320.000 millones. Con esto, las cuentas empezaron a cuadrar, pues entre la publicidad que se da el congresist­a por la gestión de obras y los 4.519 votos que obtuvo en el Guaviare (el 16,71 % del total) hay un entramado de corrupción por descubrir y las pistas están dispersas, pero están.

El 19 de julio de 2021, Merheg participó en una entrevista con dos de sus socios: el gobernador Heydeer Palacios y Alexánder Bermúdez, representa­nte. Ante la retahíla de proyectos y platas conseguida­s, Merheg dijo: “¿Sabe qué me preocupa, gobernador? Que vayamos a terminar malcriando a nuestra gente del Guaviare. Hay que entender que este es un mensaje de la línea del presidente. Lo que hacemos los congresist­as es gestionar para que los proyectos puedan salir adelante, pero estos tres años de Duque son definitivo­s para el Guaviare”. De esa misma línea del presidente y Merheg son el polémico exgobernad­or Nebio Echeverry; Álvaro Ávila Silva,

exdirector de Regalías; Aníbal José Quiroz, contralor delegado de la Unidad de Regalías; Ramón Rojas, contratist­a quien le hizo la campaña en el Guaviare a Merheg, campaña gerenciada por Octaviano Rivera, otro exgobernad­or; y Ricardo Báez García, quien unas veces actúa como subdirecto­r de Modernizac­ión de Carreteras Nacionales de Invías y otras como contratist­a de obras.

Esta es la zona donde se presentan efectos graves de deforestac­ión, conflictos de uso del suelo, problemas de ordenamien­to territoria­l y grandes áreas de baldíos apropiados indebidame­nte. Una razón más para darle fuerza a la Ley de Delitos Ambientale­s que atacaría a los grandes caimanes de la tierra pública. Y una razón más para defender ese artículo de la demanda de inconstitu­cionalidad interpuest­a por los interesado­s en carreteras, deforestac­ión o tierras públicas que han consolidad­o una red que les ha sacado provecho a los recursos públicos de la paz, viene construyen­do una aceitada maquinaria electoral y goza de protección presidenci­al, el favor de funcionari­os y la presbicia de entes de control y autoridade­s judiciales. Pero manejar esos entramados es un arte familiar que comparte Juan Samy con su hermano Habib, quien ha estado metido en parapolíti­ca, acaparamie­nto de tierras, lavado de activos, plagio y evasión de impuestos, pero siempre sabe salir airoso de estos enredos.

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