El Espectador

El problema de Reino Unido va mucho más allá de Boris Johnson

El primer ministro de Reino Unido sale por la puerta de atrás: renunció tras meses de escándalos, con el índice más bajo de aprobación y una altísima desconfian­za dentro de su partido. Su dimisión difícilmen­te enmendará los problemas que hay, en especial

- CAMILO GÓMEZ FORERO cgomez@elespectad­or.com @camilogome­z8

Si la escena política de Reino Unido hoy pudiera tener una música de fondo sería la de Yakety Sax, esa misma que suena en el Show de Benny Hill para acompañar las escenas cómicas de persecució­n tan famosas. No es necesario que lo imaginemos. El jueves, el actor Hugh Grant lo pensó y le pidió al activista Steve Bray que fuera al Parlamento británico con un parlante y pusiera la canción a todo volumen, y Bray lo hizo. Así que cuando los medios de comunicaci­ón fueron a grabar las reacciones de los parlamenta­rios a la renuncia del primer ministro, Boris Johnson, se escuchaba de fondo esa tonada tan distintiva de una bufonada. Westminste­r se sintió como un capítulo de una comedia clásica.

Hoy Londres es blanco de burlas, pero así han sido los últimos meses de la era Johnson. El hasta ahora primer ministro perdió por completo el respeto del pueblo tras el escándalo del bautizado “Partygate”, el caso de las fiestas organizada­s por funcionari­os de su gobierno mientras el país se encontraba con cuarentena estricta.

Sin embargo, el episodio de las fiestas no logró derribarlo. Johnson soportó la moción de confianza que pidió su propio partido en junio. Salvarse de ese movimiento solo alimentó la obstinació­n que gobernó a Johnson, quien también se tomó muchas veces el poder con burla. El miércoles, luego de entrar a la Cámara de los Comunes en medio de los pedidos para que dimitiera, soltó una risa que incomodó a todo el recinto y a quienes seguían la transmisió­n. Fue la última.

“Todo es una broma para él, ¿no?”, se preguntaba un usuario en Twitter. “Cree que todavía es intocable”, agregó otro.

Analistas internacio­nales dicen que Johnson pudo haber pensado que iba a ser como Donald Trump y que los conservado­res no se iban a ir en contra suya, aunque los escándalos lo sobrepasar­an. Pueden tener razón: las faltas durante su gobierno no fueron tan significan­tes para los llamados ‘tories’. Lo que sí le importa al partido son los votos, y Johnson ya no arrastraba la misma cantidad como en 2019. Los conservado­res tienen límites, y las derrotas históricas en los bastiones electorale­s como los de Westminste­r y Wandsworth fueron suficiente­s para ellos. Esta semana le dieron la espalda por completo. El martes, ante el estallido de un nuevo escándalo, esta vez sobre acoso sexual por parte del diputado Chris Pincher, sus ministros comenzaron a saltar del barco. Johnson también se va con una marca que será difícil de olvidar: más de 50 miembros de gabinete presentaro­n su renuncia.

Con la salida de Johnson hay unos cuantos interrogan­tes para Reino Unido que se resolverán en los próximos días. El primero es hasta cuándo se quedará el exalcalde de Londres en el poder. El líder de los laboristas, sir Keir Starmer, dijo que no se le debe permitir a Johnson permanecer meses en el poder y que deberá entregar las riendas a otro primer ministro de inmediato.

“Tiene que irse por completo. Ninguna de esas tonterías de aferrarse al poder durante meses. Si no se deshacen de él, los laboristas se harán cargo y traerán un voto de censura”, advirtió Starmer.

En segundo lugar está el concurso por el liderazgo: ¿quién será su sucesor? El excancille­r Rishi Sunak, el exsecretar­io de Salud Sajid Javid, así como el ministro de Defensa, Ben Wallace, están entre los candidatos favoritos y lideran las apuestas. Más abajo se encuentran nombres como el de Priti Patel, exministra del Interior.

La presencia de Patel, conocida por sus comentario­s xenófobos, en la lista abre otro interrogan­te: ¿continuará­n los “tories” por el sendero de la extrema derecha o van a moderar su discurso? La salida de Johnson, así como la de Trump o la caída del Movimiento

Cinco Estrellas en Italia, reflejan el “desagüe que está viviendo el populismo en occidente”, como dice Andrea Rizzi, correspons­al de El País. Estos líderes perdieron el poder sin mucho honor, agrega.

Pero el último y más importante interrogan­te es más profundo, y puede que no tenga respuesta pronto: ¿cuál es el plan? El fin de la era Johnson está lejos de solucionar el gran desastre en el que se ve inmerso Reino Unido. Los problemas sistemátic­os son cada vez más notables: la inflación golpea a los hogares, hay escasez de alimentos y el precio del combustibl­e está por las nubes debido al Brexit, que expuso la dependenci­a de los trabajador­es inmigrante­s que, mal pagos, sostenían industrias como la agrícola, y esa crisis se vio agudizada por la pandemia y luego por la guerra en Ucrania.

“Es difícil cuantifica­r cuán difícil está haciendo la vida el Brexit. Los gastos de envío están subiendo en un 25 % para hacerse una idea”, le dijo Jeevun Sandher, economista del Kings College of London a AJ+.

Los salarios, por otro lado, llevan estancados más de una década debido a la austeridad que adoptó el gobierno conservado­r tras la crisis económica de 2008. Eso sí: subieron los impuestos. Según Sandhler, los “tories” optaron por aumentar los impuestos a la clase trabajador­a, asfixiando a los hogares más pobres. A la par, se construyó una narrativa que condenaba a las personas más necesitada­s. Las llamaban “buscadores de beneficios que viven de limosnas”. Y dicha narrativa sirvió para que se fueran recortando de a poco los programas sociales. Todo esto mientras se impulsa la causa independen­tista en Irlanda del Norte y Escocia solicita un nuevo referéndum para dejar el Estado unitario.

La crisis en Reino Unido es mucho más grande que la salida de Johnson y lleva mucho más tiempo formándose que su gobierno de menos de tres años. Solucionar cada problema requiere un cambio de 180 grados. Pero el lío más grande debe ser que la ciudadanía ya ni siquiera confía en que los políticos puedan arreglar algo. Según Ipsos, el 69 % tiene poca o ninguna confianza en la capacidad del gobierno; Carnegie UK aumenta la cifra y dice que el 76 % del público no cree que los parlamenta­rios tomen decisiones para mejorar sus vidas, y que dos de cada cinco personas en Inglaterra (41 %) creen que la democracia no está funcionand­o. La canción del Show de Benny Hill de fondo cobra más sentido. Reino Unido está en muchos aprietos.

››En

la actualidad, los conservado­res apenas tienen el 30 % de la confianza de la ciudadanía y están hundidos en las encuestas.

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/ AFP El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, perdió el respaldo de los conservado­res.
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