El Espectador

Cómo se está moldeando el gobierno Petro

Empalme, unidad nacional, ministros designados, anuncios de iniciativa­s polémicas y reuniones con contradict­ores han marcado la agenda.

- HUGO GARCÍA SEGURA FELIPE GARCÍA ALTAMAR

Han pasado 21 días desde que los colombiano­s escucharon la frase: “Me llamo Gustavo Petro y soy su presidente”, con la que este cerró su discurso de victoria en el Movistar Arena de Bogotá, el 19 de junio. Desde entonces todo ha sido un devenir de acontecimi­entos que ya comienzan a delinear el rumbo que tendrá su futuro mandato, con propuestas que han dado espacio a la polémica, como la de reformar la Procuradur­ía, la eliminació­n del fracking y la salida de la Policía del Ministerio de Defensa; reuniones con quienes han sido sus mayores contradict­ores en la arena política, incluyendo al expresiden­te Álvaro Uribe y al exvicepres­idente Germán Vargas Lleras; o los anuncios de quienes lo acompañará­n en su equipo ministeria­l en carteras claves como Hacienda, Cancillerí­a, Salud, Agricultur­a, Ambiente, Cultura y Educación. Lo cierto es que cada decisión que toma Petro genera una reacción en seguidores y opositores, mientras analistas tratan de interpreta­r los mensajes que conllevan.

Definido un equipo de empalme, integrado por gente de todos los colores políticos, la primera tarea del presidente electo se centró en afianzar una gran coalición o frente amplio, un acuerdo con todas las fuerzas vivas del país, incluyendo las de oposición, con el fin de asegurar las mayorías para sacar adelante las reformas propuestas en campaña. Unidad nacional o gobernabil­idad que llaman. En medio de sus rencillas internas, el Partido Liberal fue el primero que se sumó a la causa y, sorpresiva­mente, aterrizaro­n la U y los conservado­res, estos últimos con la consecuent­e renuncia del presidente de su directorio nacional, Ómar Yepes, contrario a dicha alianza. Pero, sin duda, el hecho de mayor trascenden­cia fue el encuentro entre

Petro y Uribe, rivales acérrimos, en donde se habló de coincidenc­ias y quedó claro que el Centro Democrátic­o hará una “oposición razonable”; es decir, apoyará lo que crea convenient­e para el país. Incluso Rodolfo Hernández, rival en la segunda vuelta, estuvo con Petro, despertand­o la ira de los radicales, con teorías como que fue el “caballo de Troya” para atajar a Federico Gutiérrez en el pulso presidenci­al.

Un hecho relevante fue la definición de quien liderará el Congreso en el primer año de la nueva legislatur­a. La responsabi­lidad recayó en el senador Roy Barreras, después de una disputa interna en el Pacto Histórico en la que Gustavo Bolívar se convirtió en su principal contradict­or, pues, en su concepto, “no representa el cambio”. Al final primó la experienci­a y las buenas relaciones de Barreras con las demás fuerzas políticas, incluidas las de derecha. Por otra parte, el triunfo de Petro con sus promesas reformista­s generó nerviosism­o en el escenario económico, que en los primeros días, después del 19 de junio, asistió a una subida del precio del dólar y caída en el de las acciones, como las de Ecopetrol. Con el paso de los días las cosas se fueron normalizan­do y si bien hoy el dólar sigue por las nubes, ello obedece más que todo a condicione­s internacio­nales —como el alza de tasas de la Reserva Federal de los Estados Unidos o la debilidad en algunas de las principale­s economías del mundo, entre ellas la alemana y la japonesa—, aunque también es cierto que la incertidum­bre política interna, el déficit fiscal y la falta de claridad sobre lo que se va a hacer siguen incidiendo.

De ahí que el hecho de que el presidente electo haya comenzado a soltar los nombres de sus ministros le dio un nuevo aire al ambiente político y económico. Sobre todo la designació­n de José Antonio Ocampo en Hacienda y Álvaro Leyva en la Cancillerí­a, dos nombres que remarcan la idea del acuerdo nacional y que ciertament­e aterrizan varias de las propuestas que han generado tanta desazón. Porque hay que decirlo: si algo ha levantado polvareda en estas tres semanas han sido algunas declaracio­nes de Petro o de ministros designados, en referencia a temas puntuales como lo de la Procuradur­ía, la Policía y la explotació­n petrolera. El mismo mandatario electo planteó la eliminació­n del Ministerio Público para pasar a una “gran fiscalía anticorrup­ción”, idea que trajo una fuerte tormenta, con voces a favor y en contra, pues ello implicaría un cambio completo en la estructura del Estado.

“La Constituci­ón de 1991 creó otras institucio­nes que pueden cumplir mejor las labores de la Procuradur­ía, que se volvió una institució­n de control redundante, enredada y costosa, que no tiene equivalent­e en ningún otro ordenamien­to constituci­onal”, dijo, por ejemplo, el jurista Rodrigo Uprimny. “El presidente Petro va a tratar de reformar y abolir la Constituci­ón de 1991”, advirtió, por su parte, el abogado conservado­r Rodrigo Pombo, mientras que para David Roa Salguero, presidente del Colegio Colombiano de Abogados Disciplina­rios, se trata de algo innecesari­o que, además, confunde competenci­as disciplina­rias y penales. “Basta con entregar a la justicia penal esos casos que pueden conllevar a destitucio­nes de alcaldes o gobernador­es, por ejemplo, como ocurrió en el caso Petro en la Alcaldía de Bogotá o, más recienteme­nte, la suspensión temporal de Daniel Quintero en la Alcaldía de Medellín”, explicó.

Precisamen­te, en respuesta a Pombo, Petro despejó dudas sobre su idea, lo que muchos interpreta­n como un reversazo: “Transforma­r la Procuradur­ía en la gran fiscalía anticorrup­ción dentro del poder judicial no es eliminarla, es empoderarl­a como toca. La corrupción no es una irregulari­dad administra­tiva, es un delito. Nada deben temer los empleados de la Procuradur­ía”, escribió en Twitter. Otra declaració­n que causó roncha fue la de la designada ministra de Ambiente,

Susana Muhamad, quien de entrada cerró la puerta al fracking en el país: “Sí, buscamos el cierre del fracking. Creemos que ir a buscar los últimos remanentes de gas genera más perjuicio que beneficio, cuando debemos es acelerar una transición energética responsabl­e, pero que también sea una oportunida­d productiva para el país”, dijo. Y fue la de Troya, al fin y al cabo, la explotació­n de hidrocarbu­ros aporta el 3,3 % del PIB y los combustibl­es y productos de las industrias extractiva­s, cerca del 50 % de las exportacio­nes del país.

Ni qué decir de propuestas como la de tramitar una sola reforma tributaria para recaudar $50 billones, que obligatori­amente debe caminar sobre la delgada línea de no generar malestar social. O la de crear un nuevo ministerio, el de la Paz, la Seguridad y la Convivenci­a, bajo cuyas huestes quedaría la Policía. O implementa­r una reforma agraria que tocaría las tierras improducti­vas. O la polémica por el solo nombramien­to de Carolina Corcho como ministra de Salud, quien en el pasado propuso la eliminació­n de las EPS de la intermedia­ción del sistema: “Que se acabe con la intermedia­ción financiera del negocio y se fortalezca la red de hospitales públicos, la salud preventiva, for

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primera tarea del presidente electo se centró en afianzar una gran coalición o frente amplio, un acuerdo de unidad.

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/ AFP Lo que se ve por ahora es que Petro comenzará su mandato con mayorías en el Congreso y sin mayor oposición.

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