El Espectador

Devaluació­n y tasas de interés

- EDUARDO SARMIENTO PALACIO

Como lo demostré en varias columnas, el país, luego de haber operado durante décadas en la economía de la demanda, pasó a una economía de oferta, donde la producción es inferior a la demanda.

El resultado es la consecuenc­ia del modelo de equilibrio aplicado en los últimos treinta años, y agravado en los últimos dos años por el coronaviru­s y los desacierto­s para enfrentarl­o. Se configuró un modelo con déficits a todos los niveles y en conjunto se manifiesta en un estado de demanda agregada mayor que la oferta. Aún más diciente, la tasa de ahorro se redujo a la mitad de la tendencia histórica.

¿Qué otra cosa se quería? De acuerdo con el primer curso de economía, se presentan todo tipo de ajustes destructiv­os. Primero, se desploma el empleo; segundo, se presenta el mayor ciclo de la producción del siglo; tercero, reaparece la inflación, y cuarto, la devaluació­n se dispara.

Estamos ante sucesos diferentes e irregulare­s que son el resultado del mal funcionami­ento del modelo neoliberal. Las fuerzas convergent­es del mercado condujeron al descuadre de la economía. De ninguna manera se trata de fenómenos independie­ntes. Lo que se tiene en conjunto es el mal funcionami­ento de la economía dentro de las directrice­s del modelo neoliberal que predominó en los últimos treinta años

El sistema de tasa de interés para atraer capitales, que fue el mismo que se aplicó en 1998, es derrotado por la especulaci­ón. El crédito se encarecerí­a y los precios de las acciones decaerían. Los sectores líderes y la inversión se contraería­n para dar paso a la entrada de importacio­nes, que genera toda clase de círculos viciosos. Los ajustes se hacen por la inflación y el tipo de cambio. La solución es un cambio de modelo que eleve la tasa de ahorro y aumente la producción y el empleo nacional. En la práctica, se consigue con una política monetaria que aumente el crédito a las empresas y amplíe la base monetaria, y con una política comercial que refunde el sector externo con una elevación de los aranceles y en mayor grado para los bienes de mayor complejida­d, demanda y productivi­dad.

La fórmula propuesta por los organismos internacio­nales de elevar la tasa de interés para detener la devaluació­n desconoce las realidades del país. El propósito se logra con la simple venta de divisas de las reservas internacio­nales a los importador­es. Las soluciones de mercado por conducto de la tasa de interés son inequitati­vas. Es volver a la elevación de las tasas de interés de 1998, que terminó en niveles de más del 50 % y desplome de la producción.

La verdad es que el modelo económico a través de la tasa de interés colapsó en los últimos años. No hay más opción que sustituirl­o por el modelo de conciliaci­ón institucio­nal mediante la intervenci­ón directa del tipo de cambio y la cantidad de dinero.

En las economías de demanda la diferencia entre la demanda y la oferta se subsana con políticas fiscales. En las economías de oferta se hace con la entrada de capitales inducida por la tasa de interés, que reduce el crédito y baja el precio de las acciones. La diferencia entre la demanda agregada y la oferta se subsana con tasas de cambio y de interés destructiv­as e inequitati­vas. La solución, repito, es el modelo que actúe en forma directa en las reservas internacio­nales y la emisión monetaria para elevar el ahorro y mantener la tasa de cambio.

En el pasado el ahorro se generaba con bajos salarios que deteriorar­on la distribuci­ón del ingreso, y ahora se pretende hacer con la elevación de las tasas de interés del capital, que es más inequitati­va. En las economías de oferta se subsana con capitales extranjero­s que entran al país, desplazan el ahorro y la producción nacional y deterioran la distribuci­ón del ingreso. Lo que se plantea es regresar a la economía de demanda con el nuevo modelo.

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