El Espectador

La política es dinámica

- PIEDAD BONNETT

HACE MUCHOS AÑOS QUE LOS primeros pasos de un presidente recién elegido no causaban tanta curiosidad como esta vez; en parte por las prevencion­es que Gustavo Petro suscita en buena parte de los colombiano­s, en parte porque las expectativ­as de sus partidario­s son muy altas y querrán saber si no van a ver otra vez a los mismos con las mismas. La verdad es que con sus primeras designacio­nes Petro está confirmand­o que es un político sagaz, inteligent­e y hábil. Siguiendo la lección de Boric en Chile y para apaciguar el miedo que despierta en muchos sectores, ha optado, en casi todos los casos, por figuras de gran reconocimi­ento nacional, privilegia­ndo el conocimien­to y la experienci­a sobre los compromiso­s políticos. Con un plus: no se está rodeando de técnicos asépticos, como los primeros ministros de Duque, sino de progresist­as con conviccion­es políticas claras. Y en el caso de Diana Carolina Corcho, la ministra que más resquemor está causando, hay que decir que Petro es consecuent­e con las promesas de reforma de la salud que hizo en campaña. Esperemos que la sensatez los acompañe.

“El mundo político es impredecib­le, difícil y desafiante”, dijo en reciente entrevista el conservado­r Juan Carlos Echeverry. Y así es. El escenario de hoy nos permite comprender —para bien y para mal— el sentido de las expresione­s “animal político” y “la política es dinámica”. Como un mensaje tranquiliz­ador, Petro habló desde el primer momento de un “gran acuerdo nacional” y procedió a dialogar con Raimundo y todo el mundo. Hasta con Uribe se sentó a hablar, haciendo que en las redes estallara el humor cuando dicen que sólo le falta seducir a Marbelle y a María Fernanda Cabal. Aplaudimos esa entrada conciliado­ra, pero entendemos, lejos de toda ingenuidad, que lo que con toda razón y astucia busca Petro —que siempre estuvo haciendo una oposición fuerte y sabe de su importanci­a— es conseguir los amplios consensos que sus reformas necesitan en el Congreso.

Entonces es bueno que miremos el reverso del tapete. Los que aducían que los posibles peligros de Petro serían contenidos por una oposición sólida deben estar temblando. Porque la tal oposición quedó en manos tan sólo de un descaecido Álvaro Uribe, que, al menos por ahora, ha hablado de “oposición responsabl­e”. Menos responsabl­e ha resultado el improvisad­o Rodolfo Hernández, que mató el tigre con 10 millones de votos y luego se asustó con el cuero. Sus seguidores, abandonado­s, se quedaron viendo un chispero. En cuanto a los demás… todos resultaron “conversos”, como los llamó Francisco Cajiao. ¿Ideas? ¿Conviccion­es? ¿Programas que se ajusten a una visión ideológica? No, eso ya pasó de moda. Ahora se va tras las migajas del poder. Como Carlos Andrés Trujillo, el nuevo presidente del Partido Conservado­r, que entre cómico y patético se debatía, como gato bocarriba, frente a Yamid Amat, tratando de explicar cómo es que las ideas de su partido son compatible­s con las del Pacto Histórico. Ajá.

Esa es nuestra clase política: los de la U, los liberales que se opusieron a Petro en la campaña y hasta los conservado­res, los que siempre han temido al “comunismo”, comen ahora de la mano de un Petro triunfante. ¡Porque la política es dinámica!

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