El Espectador

Los nacionalis­tas cristianos están entusiasma­dos

- KATHERINE STEWART

LA CONFIGURAC­IÓN QUE TENDRÁ EL movimiento nacionalis­ta cristiano en el futuro, luego de la anulación de la sentencia del caso Roe contra Wade, está saliendo a la luz, y debería aterrar a cualquiera que se preocupe por el futuro de la democracia.

La decisión de la Corte Suprema de anular los derechos reproducti­vos de los que han gozado las mujeres estadounid­enses durante el último medio siglo no hará que los autoritari­os religiosos de Estados Unidos se retiren de las guerras culturales y disfruten de un dulce momento de triunfo. Por el contrario, los líderes del movimiento ya se están preparando para una nueva y más brutal fase de su asalto a los derechos individual­es y al autogobier­no democrátic­o.

Un buen lugar para calibrar el espíritu y las intencione­s del movimiento que nos trajo la mayoría radical en la Corte Suprema es la Conferenci­a Anual de Políticas Road to Majority. En el evento de este año se observaron tres tendencias claras. En primer lugar, la retórica de la violencia entre los líderes del movimiento parecía haber aumentado de manera importante. En segundo lugar, la teología del dominionis­mo —es decir, la creencia de que los cristianos “biempensan­tes” tienen la atribución que les confiere la Biblia de tomar el control de todos los aspectos del gobierno y la sociedad— ahora se adopta explícitam­ente. Y, en tercer lugar, los principale­s estrategas del movimiento estaban entusiasma­dos con el arsenal legal que la Corte Suprema había puesto a sus pies.

Estos pretenden utilizar ese arsenal para llevar a cabo una guerra contra los derechos individual­es, no solo en las legislatur­as de los estados republican­os, sino en todo el país.

“El mayor peligro para Estados Unidos no son nuestros enemigos de fuera, por muy poderosos que sean”, comentó el expresiden­te Donald Trump, que pronunció el discurso principal del evento. “El mayor peligro para Estados Unidos es la destrucció­n de nuestra nación por parte de la gente desde dentro”.

Los oradores de la conferenci­a compitiero­n por superarse unos a otros en su denigració­n de la gente a la que evidenteme­nte se refería Trump. Los demócratas, señalaron, son “malvados”, “tiranos” y “el enemigo interior”, comprometi­dos con “una guerra contra la verdad”.

“Se avecina una reacción violenta”, advirtió el senador Rick Scott de Florida. “Simplement­e hay que montar y cabalgar con el sonido de las armas”.

Citando la lucha contra la Alemania nazi durante la Batalla de las Ardenas, el vicegobern­ador Mark Robinson de Carolina del Norte dijo: “Nos encontramo­s en una batalla campal para salvar literalmen­te a esta nación”. No es exagerado vincular este aumento de la agresión verbal con la campaña de desinforma­ción para adoctrinar a la base nacionalis­ta cristiana en la mentira de que las elecciones de 2020 fueron robadas, junto con lo que estamos aprendiend­o de las audiencias del 6 de enero. El movimiento prepara a los “patriotas” para continuar el asalto a la democracia en 2022 y 2024.

La intensific­ación de la guerra verbal está relacionad­a con cambios en los mensajes y el alcance del movimiento nacionalis­ta cristiano. El Dominionis­mo de las Siete Montañas —la creencia de que los cristianos “bíblicos” deben tratar de dominar las siete “montañas” o “moldeadore­s” fundamenta­les de la sociedad estadounid­ense, incluyendo el gobierno— antes se considerab­a una doctrina marginal. Sin embargo, en la conferenci­a Road to Majority del año pasado, hubo una sesión dedicada al tema. Este año, hubo dos sesiones.

El hambre de dominio que parece motivar a los líderes del movimiento es el contexto esencial para dar sentido a su estrategia e intencione­s en el mundo posterior a la anulación de la sentencia del caso Roe contra Wade. El fin del derecho al aborto es el comienzo de un nuevo ataque mucho más personal contra los derechos individual­es.

Y de hecho es personal. Gran parte de la retórica de la derecha invoca visiones de una

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