Los nacionalistas cristianos están entusiasmados
LA CONFIGURACIÓN QUE TENDRÁ EL movimiento nacionalista cristiano en el futuro, luego de la anulación de la sentencia del caso Roe contra Wade, está saliendo a la luz, y debería aterrar a cualquiera que se preocupe por el futuro de la democracia.
La decisión de la Corte Suprema de anular los derechos reproductivos de los que han gozado las mujeres estadounidenses durante el último medio siglo no hará que los autoritarios religiosos de Estados Unidos se retiren de las guerras culturales y disfruten de un dulce momento de triunfo. Por el contrario, los líderes del movimiento ya se están preparando para una nueva y más brutal fase de su asalto a los derechos individuales y al autogobierno democrático.
Un buen lugar para calibrar el espíritu y las intenciones del movimiento que nos trajo la mayoría radical en la Corte Suprema es la Conferencia Anual de Políticas Road to Majority. En el evento de este año se observaron tres tendencias claras. En primer lugar, la retórica de la violencia entre los líderes del movimiento parecía haber aumentado de manera importante. En segundo lugar, la teología del dominionismo —es decir, la creencia de que los cristianos “biempensantes” tienen la atribución que les confiere la Biblia de tomar el control de todos los aspectos del gobierno y la sociedad— ahora se adopta explícitamente. Y, en tercer lugar, los principales estrategas del movimiento estaban entusiasmados con el arsenal legal que la Corte Suprema había puesto a sus pies.
Estos pretenden utilizar ese arsenal para llevar a cabo una guerra contra los derechos individuales, no solo en las legislaturas de los estados republicanos, sino en todo el país.
“El mayor peligro para Estados Unidos no son nuestros enemigos de fuera, por muy poderosos que sean”, comentó el expresidente Donald Trump, que pronunció el discurso principal del evento. “El mayor peligro para Estados Unidos es la destrucción de nuestra nación por parte de la gente desde dentro”.
Los oradores de la conferencia compitieron por superarse unos a otros en su denigración de la gente a la que evidentemente se refería Trump. Los demócratas, señalaron, son “malvados”, “tiranos” y “el enemigo interior”, comprometidos con “una guerra contra la verdad”.
“Se avecina una reacción violenta”, advirtió el senador Rick Scott de Florida. “Simplemente hay que montar y cabalgar con el sonido de las armas”.
Citando la lucha contra la Alemania nazi durante la Batalla de las Ardenas, el vicegobernador Mark Robinson de Carolina del Norte dijo: “Nos encontramos en una batalla campal para salvar literalmente a esta nación”. No es exagerado vincular este aumento de la agresión verbal con la campaña de desinformación para adoctrinar a la base nacionalista cristiana en la mentira de que las elecciones de 2020 fueron robadas, junto con lo que estamos aprendiendo de las audiencias del 6 de enero. El movimiento prepara a los “patriotas” para continuar el asalto a la democracia en 2022 y 2024.
La intensificación de la guerra verbal está relacionada con cambios en los mensajes y el alcance del movimiento nacionalista cristiano. El Dominionismo de las Siete Montañas —la creencia de que los cristianos “bíblicos” deben tratar de dominar las siete “montañas” o “moldeadores” fundamentales de la sociedad estadounidense, incluyendo el gobierno— antes se consideraba una doctrina marginal. Sin embargo, en la conferencia Road to Majority del año pasado, hubo una sesión dedicada al tema. Este año, hubo dos sesiones.
El hambre de dominio que parece motivar a los líderes del movimiento es el contexto esencial para dar sentido a su estrategia e intenciones en el mundo posterior a la anulación de la sentencia del caso Roe contra Wade. El fin del derecho al aborto es el comienzo de un nuevo ataque mucho más personal contra los derechos individuales.
Y de hecho es personal. Gran parte de la retórica de la derecha invoca visiones de una