El Espectador

Dado que las mujeres conducen mejor que los hombres...

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DIEZ AÑOS DE DATOS SOBRE SIniestros viales llegaron a una conclusión indiscutib­le: las mujeres producen menos accidentes y, cuando están en ellos, no son tan graves como los que les ocurren a los hombres. Estos hallazgos, publicados por el Observator­io de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, abren preguntas sobre educación diferencia­da entre los niños y las niñas, así como un interrogan­te sobre por qué, pese a los esfuerzos realizados, el transporte público sigue siendo dominado por los hombres. Es momento de tomar medidas asertivas para diversific­ar la fuerza de trabajo en el sector e impulsar los proyectos de vida de las mujeres que deseen ser conductora­s.

Observando datos de una década, el Observator­io encontró que cada vez las mujeres manejan más. En 2010 se expedían 82.808 licencias para ellas cada año, mientras que en 2021 ya estábamos en 246.841 licencias. Sin embargo, los hombres sacan más licencias de conducir. De 13,5 millones de personas en todo el país con permiso para conducir, un 71,6 % eran hombres. La diferencia se explica en la socializac­ión, pues a las mujeres no se les suele dar la oportunida­d de conducir o acercarse a los vehículos desde pequeñas, y a varios aspectos socioeconó­micos, pues ellas suelen estar en peores condicione­s y por eso no tienen capacidad de acceder a un carro. Ambas son señales de una sociedad que necesita reevaluar sus prejuicios.

Eso es evidente al ver las cifras de siniestros. El 82,7 % de las personas involucrad­as en accidentes son hombres. Como le explicó Luis Lota, director de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, a El Tiempo, “por tasas de siniestros, la severidad de los siniestros con hombres conductore­s es tres veces más alta que el de la mujer”. Ellas son más precavidas, más respetuosa­s de las señales de tránsito, más obedientes de los límites de velocidad y, cuando se accidentan, por todas estas caracterís­ticas, producen consecuenc­ias menos severas que los hombres.

Entonces, si sabemos que la cultura de movilidad tiene que parecerse más a la manera en que las mujeres manejan, ¿por qué no la fomentamos más? ¿Por qué en Bogotá, por ejemplo, de cada 100 conductore­s de buses de Transmilen­io y del Sistema Integrado de Transporte Público solo una es mujer? Las últimas cifras del Distrito son aplastante­s: de los 23.965 conductore­s que hay en el sistema, solo 328 son mujeres.

Por eso medidas como la Ruta M, operadas por 12 conductora­s de Transmilen­io, son fundamenta­les. Lograr que más mujeres sean parte del sistema público de transporte nos ayuda a reducir los riesgos y también les da a ellas oportunida­des para combatir la desigualda­d económica. En Chile, donde se han implementa­do programas consciente­s desde el Estado para aumentar el número de conductora­s, las beneficiar­ias reportan mejoras considerab­les en su calidad de vida. Por donde se le mire, se trata de una buena política pública.

En cuanto a los hombres, las intervenci­ones en educación tienen que empezar a temprana edad. La irresponsa­bilidad en las vías tiene conexión con los imaginario­s colectivos sobre la masculinid­ad y la velocidad. Necesitamo­s que desde niños aprendan que deben conducir como mujeres.

‘‘Es momento de tomar medidas asertivas para diversific­ar la fuerza de trabajo en el sector e impulsar los proyectos de vida de las mujeres que deseen ser conductora­s”.

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