La selección del contralor estaba viciada
LA ELECCIÓN DEL NUEVO CONTRAlor de la República es un proceso viciado por los caprichos de los expresidentes del Congreso, con impulso desde la Presidencia de la República. Lo dijimos en su momento: adelantar las fechas para dejar amarrada una lista de candidatos fue antidemocrático, rompió con la tradición de la actuación de la Rama Legislativa y enmarcó todo el proceso en cuestionamientos a su legitimidad. Lo razonable sería empezar de nuevo la selección de los candidatos, como ordenó ayer el Tribunal Administrativo de Cundinamarca.
La mesa directiva saliente del Congreso modificó los tiempos de elección para la Controlaría a su antojo. Juan Diego Gómez, presidente del Senado, y Jennifer Arias, presidenta de la Cámara de Representantes, aceleraron el proceso. Típicamente, la selección de los candidatos a la Contraloría era la primera labor de los nuevos congresos. Esto responde a un interés por legitimar la entidad en concordancia con la expresión democrática de los ciudadanos unos meses atrás. Sin embargo, en esta ocasión seleccionaron a los 10 finalistas desde principios de este año, obligando sí o sí a los nuevos congresistas a votar por uno de ellos. El truco político es evidente: un Congreso que fue rechazado en las urnas el pasado marzo amarró el cargo a sus candidatos favoritos. También es relevante mencionar que varios de los más opcionados eran cercanos al actual contralor, Carlos Felipe Córdoba, y al presidente de la República, Iván Duque.
Es lamentable que las instituciones se vean sometidas a este tipo de “jugaditas”. No había justificación alguna para adelantar el proceso de selección más allá de buscar tomar una decisión que no le correspondía al Congreso que termina la semana entrante. Ahora, el debate público se había concentrado en los escándalos de los nominados (tres de ellos involucrados con el posible robo de los recursos de la paz), en su cercanía con una u otra corriente política, o en los viajes que han hecho por el país intentando conseguir suficientes apoyos para ser elegidos. Una decisión tomada por el Congreso en pleno debería ser ejemplo de transparencia, democracia y buenas formas; en cambio, se había convertido en un escándalo más que afecta la confianza de los ciudadanos.
El Pacto Histórico, en cabeza de Roy Barreras, ha expresado su interés por echar para atrás la elección. Aunque es fácil entrever que su motivación es contar con una cabeza de la Contraloría cercana al presidente Gustavo Petro, las razones sobran para apoyar el reinicio de todo el proceso. Ayer, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca tumbó la lista de seleccionados por no cumplir la cuota de género ni haber tenido en cuenta los resultados del concurso de mérito. Desde el principio se veía venir el problema.
¿Habrá acaso reflexión por parte de Gómez, Arias y los demás impulsores del proceso apresurado de selección? Probablemente no. Hasta ayer habían empujado que se hiciera la selección dentro de los términos estipulados por el Congreso saliente. Nada que hacer. En Colombia se volvió normal aprovechar los procesos de elección para rodearlos de politiquería. A pesar de que la Contraloría, como todos los entes de control, debería ser un baluarte de independencia y autonomía.
‘‘Una decisión tomada por el Congreso en pleno debería ser ejemplo de transparencia, democracia y buenas formas; en cambio, se había convertido en un escándalo más”.