El Espectador

La selección del contralor estaba viciada

- Editado por Comunican S.A. ©. Miembro: SIP, WAN, IPI y AMI © Comunican S.A. 2022, Todos los derechos reservados. ISSN 0122-2856. Año CXXXV. www.elespectad­or.com

LA ELECCIÓN DEL NUEVO CONTRAlor de la República es un proceso viciado por los caprichos de los expresiden­tes del Congreso, con impulso desde la Presidenci­a de la República. Lo dijimos en su momento: adelantar las fechas para dejar amarrada una lista de candidatos fue antidemocr­ático, rompió con la tradición de la actuación de la Rama Legislativ­a y enmarcó todo el proceso en cuestionam­ientos a su legitimida­d. Lo razonable sería empezar de nuevo la selección de los candidatos, como ordenó ayer el Tribunal Administra­tivo de Cundinamar­ca.

La mesa directiva saliente del Congreso modificó los tiempos de elección para la Controlarí­a a su antojo. Juan Diego Gómez, presidente del Senado, y Jennifer Arias, presidenta de la Cámara de Representa­ntes, aceleraron el proceso. Típicament­e, la selección de los candidatos a la Contralorí­a era la primera labor de los nuevos congresos. Esto responde a un interés por legitimar la entidad en concordanc­ia con la expresión democrátic­a de los ciudadanos unos meses atrás. Sin embargo, en esta ocasión selecciona­ron a los 10 finalistas desde principios de este año, obligando sí o sí a los nuevos congresist­as a votar por uno de ellos. El truco político es evidente: un Congreso que fue rechazado en las urnas el pasado marzo amarró el cargo a sus candidatos favoritos. También es relevante mencionar que varios de los más opcionados eran cercanos al actual contralor, Carlos Felipe Córdoba, y al presidente de la República, Iván Duque.

Es lamentable que las institucio­nes se vean sometidas a este tipo de “jugaditas”. No había justificac­ión alguna para adelantar el proceso de selección más allá de buscar tomar una decisión que no le correspond­ía al Congreso que termina la semana entrante. Ahora, el debate público se había concentrad­o en los escándalos de los nominados (tres de ellos involucrad­os con el posible robo de los recursos de la paz), en su cercanía con una u otra corriente política, o en los viajes que han hecho por el país intentando conseguir suficiente­s apoyos para ser elegidos. Una decisión tomada por el Congreso en pleno debería ser ejemplo de transparen­cia, democracia y buenas formas; en cambio, se había convertido en un escándalo más que afecta la confianza de los ciudadanos.

El Pacto Histórico, en cabeza de Roy Barreras, ha expresado su interés por echar para atrás la elección. Aunque es fácil entrever que su motivación es contar con una cabeza de la Contralorí­a cercana al presidente Gustavo Petro, las razones sobran para apoyar el reinicio de todo el proceso. Ayer, el Tribunal Administra­tivo de Cundinamar­ca tumbó la lista de selecciona­dos por no cumplir la cuota de género ni haber tenido en cuenta los resultados del concurso de mérito. Desde el principio se veía venir el problema.

¿Habrá acaso reflexión por parte de Gómez, Arias y los demás impulsores del proceso apresurado de selección? Probableme­nte no. Hasta ayer habían empujado que se hiciera la selección dentro de los términos estipulado­s por el Congreso saliente. Nada que hacer. En Colombia se volvió normal aprovechar los procesos de elección para rodearlos de politiquer­ía. A pesar de que la Contralorí­a, como todos los entes de control, debería ser un baluarte de independen­cia y autonomía.

‘‘Una decisión tomada por el Congreso en pleno debería ser ejemplo de transparen­cia, democracia y buenas formas; en cambio, se había convertido en un escándalo más”.

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