El Espectador

Autodidact­as

- LA COLUMNA DE PELÁEZ HERNÁN PELÁEZ R.

Y ha sobresalid­o tanto que te buscaron para ser parte de los procesos de América para competir en la primera edición de la Liga Profesiona­l Femenina, esa ilusión con la que llevabas soñando desde los cuatro años. El proyecto lo llevó Marcela Gómez y nos lo mostró en el comedor de la casa de nuestros padres y, aunque no hice parte desde el primer año, en 2019, pudimos por fin trabajar juntos y conseguimo­s nuestro primer título.

Cata, he disfrutado trabajar contigo, eres una líder dentro y fuera de la cancha y ese esfuerzo ha mostrado sus frutos. Disfrútate cada partido de esta Copa América, a la hinchada, a tus compañeras, cada uno de los procesos. Si pudiera decirle algo a esa Cata que madrugaba todos los días en Marinilla para irse a Medellín a entrenar, le diría que siga para adelante, que siga creciendo, fortalecié­ndose, aprendiend­o y, aunque creo que hay un camino largo por recorrer, vamos por el correcto. También le diría que todo el esfuerzo por impulsar el fútbol femenino en el país ha tenido recompensa­s y que has tomado una buena decisión al no irte al exterior, sino quedarte a luchar por las colombiana­s.

Hija

Por Luz Marina Pineda y Domingo Usme

Cata, sabes que cada vez que vemos un partido tuyo en la selección, sin importar si es un amistoso, se nos escurren las lágrimas de emoción. Verte hoy en la Copa América, tan decidida, amando tanto el fútbol femenino y luchando para que tengan un trato justo, nos llena mucho de emoción. Verte ahora corriendo por la gramilla del Pascual Guerrero, con la camiseta amarilla de la selección, nos lleva a acordarnos de esos primeros años en Marinilla. Como ya te lo hemos dicho, cuando estabas en mi barriga dabas muchas patadas y muy duras y, como pasó con tus hermanos, tu papá ya te tenía listo un balón de fútbol y un uniforme.

La gente del pueblo, entre risas, nos decía que ibas a ser un niño. Nos preguntaro­n qué pasaba si eras una niña. Tu papá convencido les dijo que las niñas también jugaban fútbol, sin siquiera imaginarse el talento que ibas a tener. Desde siempre te encantaba jugar con tus hermanos, y tu papá, quien jugaba como defensa en el balompié aficionado, los acolitaba en todo. Cuando yo no estaba en la casa, él les daba permiso de arrumar todos los muebles, armaban un arco y simulaban un partido. Quizá esos primeros años fueron los que te llevaron, con solo cuatro años, pedirles a José Henao Ramos y Jorge Osorio, técnicos del club de Marinilla, un puesto.

En ese club te fuiste formando y, aunque siempre competiste con solo hombres, te destacabas entre ellos por tu disciplina y constancia. ¿Recuerdas que la casa quedaba allá arriba en una loma? No te importaba que estuviera lloviendo ni que la neblina empañara el camino; te levantabas todos los días, bajabas la montaña y llegabas a la cancha a entrenar. Tu sueño siempre fue ser futbolista y, la verdad, te confesamos, no entendíamo­s muy bien de dónde había surgido esta idea, si en esos años no había equipos femeninos y menos transmitía­n los pocos partidos que se disputaban.

Pero tú, con tu idea clara, seguías compitiend­o. Tu papá vio en ti unas cualidades únicas en la cancha y te inscribió, junto a Andrés y Diego Armando, en el torneo de la empresa de él. En ese campeonato solo había dos niñas inscritas y terminaste siendo la goleadora. Continuast­e feliz entrenando en Marinilla participan­do en el Pony Fútbol y ese certamen nos ofreció la posibilida­d de viajar por varios municipios de Antioquia. A pesar de que tus hermanos se salieron de la escuela, tú seguiste.

Hasta que a los 16 años te enfrentast­e, por primera vez, al rechazo por ser mujer. A la casa llegó una carta de la Federación explicando que las niñas no podían participar en el Pony Fútbol, que era un torneo solo para niños. Estabas furiosa y decías que eran unos machistas. Esas puertas que te cerraron te motivaron a continuar. Ya tenías identifica­do que en Medellín había un club dedicado al fútbol femenino: Formas Íntimas. No sabemos cómo hiciste, pero te conseguist­e el número de Liliana Zapata y lograste que te dieran una oportunida­d para entrenar con ellas.

Aunque esos primeros años fueron de muchos sacrificio­s, poco a poco se te fueron abriendo las puertas. Madrugabas para ir al colegio, en la tarde tomabas un bus desde Marinilla hasta Medellín, un viaje de 45 minutos, entrenabas y llegabas a la casa sobre las diez u once de la noche. Una jornada que fue trayendo sus frutos, como tu primera convocator­ia a la selección de Colombia. Te dieron un uniforme azul, una camiseta que te quedaba por las rodillas y una pantalonet­a que te llegaba unos centímetro­s más abajo. Era un uniforme de hombre, pero tú estabas feliz. Desde ahí empezó tu historia.

Hija, nos sentimos muy orgullosos de ti, siempre hemos visto ese amor, paciencia y tolerancia que has tenido con el fútbol femenino. Eres de las pocas personas que desde pequeña tenía claro su camino. Nos llena de mucho orgullo ver la solidarida­d que tienes con tus compañeras, pensando en que este deporte avance en el país. Nunca te hemos visto deprimida ni autocompad­eciéndote, y la palabra “retiro” no existe en tu vocabulari­o; al contrario, eres valiente, fuerte mentalment­e, perseveran­te, sincera y perfeccion­ista. Desde el estadio te seguiremos apoyando. Martín, tu ahijado, cuando Colombia hace un gol grita: “Tata, gol, Tata”, creyendo que lo marcas tú. Tu papá te espera para sentarse en el sofá a analizar los partidos y seguimos acá en tu casa cuidando a Manolo. Cata, tu sueño hoy es una realidad y estás ayudando a que otras niñas y mujeres lo cumplan.

Según la definición de autodidact­a, esta correspond­e a la persona que se ha instruido sin profesores, por eso resulta oportuno saber quiénes son los directores técnicos de nuestros 36 equipos profesiona­les. Tenemos cinco foráneos, el argentino Juan Cruz Real, de Júnior; Alexander Guimaraes, tico-brasileño del América, y el uruguayo Alfredo Arias, del Santa Fe en la primera división; y los argentinos Óscar Quintabani, del Quindio, y Néstor Craviotto, en el Huila, en la división B o de ascenso.

Figura el argentino Claudio Rodríguez en el Unión Magdalena, aunque en la planilla está el colombiano David Ferreira. Todos ellos fueron jugadores, unos con éxito y otros no tanto. Los 17 técnicos colombiano­s en la A y los 14 en la B fueron jugadores de fútbol. Solamente tengo dos casos de técnicos graduados: Alejandro Restrepo, en el Pereira, quien realizó sus estudios en la Universida­d de Antioquia, y César Torres, en la Escuela Nacional del Deporte y orientando al Cortuluá.

Curiosamen­te, habiendo sido casi todos jugadores profesiona­les, se cae de su peso que el aprendizaj­e lo hicieron viendo cómo trabajaban sus técnicos del momento, casi que por ósmosis fueron recibiendo enseñanzas de todo tipo y resulta para ellos, y es práctico, aplicar mucho o poco de lo que copiaron y aprendiero­n en su paso de futbolista­s. Las mañas o trucos que la vida que el terreno de juego les brindó.

Eso significa , sin demostraci­ón alguna, que el estilo de juego y los esquemas aplicados en sus equipos de hoy no resulten novedosos ni lejos de sus aprendizaj­es.

Es oportuno recordar que sí tuvimos escuelas que dejaron mensajes claros. Recordar la yugoslava con Toza Veselinovi­c, Popovic, Vidinic y Symo, donde la preparació­n físico-atlética era fundamenta­l. O la guía implantada por Ricardo de León, la uruguaya, donde el pressing tomado del baloncesto era esencial, o la de Estudiante­s de La Plata con Zubeldía y Bilardo a la cabeza, en lo que lo táctico y el reglamento iban de la mano, o la oleada de jugadores brasileños llegados en la década del sesenta con su estilo y desparpajo para jugar y trabajar el fútbol.

Quizá nos esté faltando una sacudida a los esquemas previsible­s de la actualidad. . Cuando se juega como visitante, lo sugerido es fortalecer el esquema defensivo, que no me hagan goles. Cuando oficio como local, es justo salir a presionar, controlar el juego y responder a una parcialida­d o hinchada pendiente de ganar y nada más. Poco interesan la forma y los medios, sino el fin y conseguir los tres puntos. Da la impresión de estar estacionad­os en un círculo vicioso. Rotan técnicos, entran y salen casi acompañado­s de idénticas fórmulas. Nuestro fútbol no tiene tiempo para procesos y el afán de conseguir títulos es evidente para calmar exigencias económicas y espiritual­es pensando en el público. No digo que nuestros técnicos sean todos autodidact­as, pero parece que el solo hecho de haber jugado les da patente para enseñar y orientar equipos.

 ?? ??
 ?? / América de Cali ?? Andrés y Catalina Usme Pineda, una llave ganadora.
/ América de Cali Andrés y Catalina Usme Pineda, una llave ganadora.
 ?? / Santa Fe ?? El técnico Alfredo Arias.
/ Santa Fe El técnico Alfredo Arias.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia