El Espectador

La apuesta inconclusa por modernizar los colegios en Bogotá

Mientras el Distrito se lanza por la apuesta de construir 61 colegios en la capital, funcionari­os de la Alcaldía y expertos analizan si los nuevos entornos educativos mejorarán realmente el aprendizaj­e de los estudiante­s.

- FERNÁN FORTICH ffortich@elespectad­or.com @fernanfort­ichr

Las últimas administra­ciones han prometido renovar, mejorar, ampliar y aumentar la infraestru­ctura educativa de la ciudad. Sin embargo, los anuncios han sobrepasad­o la realidad y a la fecha persisten el déficit de cupos y la deuda histórica con algunas localidade­s. Ahora la apuesta es de la administra­ción de Claudia López, que promete dejar la infraestru­ctura educativa más grande del país. Para hacerlo, hoy cuenta con los recursos de la adición que logró con el nuevo cupo de endeudamie­nto, de donde saldrán $2,6 billones para construir colegios y mejorar las sedes existentes.

La importanci­a se resume en la necesidad de corregir la desigual distribuci­ón de cupos en distintos puntos de la ciudad, así como los notorios problemas de infraestru­ctura en localidade­s como Bosa, Usme y Ciudad Bolívar. “Para un colegio como el nuestro, con casi mil estudiante­s, hay una infraestru­ctura reducida. Solo hay dos canchas y en los descansos se vuelve difícil el manejo, en especial para los estudiante­s, para quienes la institució­n es un espacio importante”, señala Omaira Eslava, coordinado­ra del colegio República de

México, en Ciudad Bolívar.

No obstante, la evidente necesidad de infraestru­ctura, para algunos expertos y maestros es crítica. Su punto: los nuevos planes de construcci­ón pueden hacer parecer que son los ladrillos, el cemento y las nuevas instalacio­nes los elementos más importante­s en el aprendizaj­e y no la comunidad educativa en sí. Así las cosas, ante la oportunida­d de la Alcaldía de mejorar la calidad educativa, cabe preguntars­e: ¿cómo combinar la infraestru­ctura con la necesidad de hacer de los nuevos colegios mejores espacios puertas adentro?

Nuevas escuelas, nuevos alumnos

La necesidad de infraestru­ctura educativa ha llevado a que cada año se estén adelantand­o nuevas obras en Bogotá. Actualment­e, están en construcci­ón o en renovación 14 colegios, en nueve localidade­s. Además, esta administra­ción ha entregado 10 sedes nuevas, contratada­s en pasadas administra­ciones, lo que demuestra el tiempo que toma pasar de los planos a la realidad. Sin embargo, no es la falta de obras la principal queja, sino su distribuci­ón. En Bogotá persisten zonas con déficit (en particular en el borde occidental), que contrastan con sectores con sobreofert­a, como el centro. De ahí la necesidad de una redistribu­ción.

“La ubicación de los nuevos proyectos responde a zonas donde se identificó déficit y mayor demanda de cupos, donde se necesita ampliación de cobertura en primera infancia, el desarrollo de la jornada única, así como en las localidade­s en donde se ejecutan proyectos de vivienda de interés social”, dice Edna Bonilla, secretaría de Educación. De esta manera, al analizar la ubicación de las nuevas sedes, construida­s o renovadas, se observa que más del 60 % se ubican en el surocciden­te. En ese sentido, Bosa es donde más se focalizan los nuevos colegios, con 12 proyectos entregados o en obra.

En medio de esto, la renovación como apuesta también tiene su lógica. El 27 % de los colegios en funcionami­ento se construyer­on hace más de 40 años y los ocupan estudiante­s que nacieron hace menos de un década. Aunque parezca un dato menor, las implicacio­nes de la mala infraestru­ctura son fáciles de apuntar y lo corroboran estudios de expertos, que apuntan a que los corredores mal diseñados pueden generar espacios propicios para el matoneo escolar. Además, estructura­s disfuncion­ales o abandonada­s pueden desmoraliz­ar a los estudiante­s en su aprendizaj­e.

Ladrillo vs. comunidad educativa

Aunque es innegable que un buen ambiente educativo, con amplia dotación y equipos, es clave para una buena educación, no es lo esencial. Los expertos señalan que pensar que los proyectos de infraestru­ctura son el eje opaca a la comunidad educativa como el centro del universo del problema. “La infraestru­ctura es un tema que anteriores administra­ciones han considerad­o como factor esencial para hablar de calidad de la educación. Pero no se puede pensar que mejorando edificios mejoran los resultados, porque la calidad está ligada a factores como formación docente, problemáti­cas socioemoci­onales de los jóvenes o de movilidad”, analiza Yolanda Castro, experta en educación y realizador­a del informe “Bogotá cómo vamos” en el ámbito de educación.

Frente a esto, la Secretaría de Educación asegura que los nuevos colegios serán espacios que apuntan a ir más allá, con la integració­n del proceso pedagógico con la realidad de la comunidad. De esta manera, puntualiza que,

››Alrededor

del 27 % de los colegios en funcionami­ento en Bogotá se construyer­on antes de la década de los ochenta.

si bien el foco es en materia de infraestru­ctura, esta busca ser el pivote para el bienestar de la comunidad educativa.

En medio de todo este plan, entre concejales y expertos, surge una duda adicional alrededor del plan de mejorar y ampliar la infraestru­ctura: ¿se tuvo en cuenta el descenso en la natalidad en la capital? Algunos creen que no, pues consideran que aparenteme­nte no estaría acorde con las dinámicas en la ciudad. Esto último, por la transición demográfic­a y diferencia­da en Bogotá, que se refleja en el descenso de población en localidade­s como Teusaquill­o, Chapinero y Puente Aranda, y el aumento en localidade­s como Bosa, Kennedy y Suba.

Ante las dudas, el Distrito asegura que está moviendo la infraestru­ctura, como en un juego de ajedrez, en función al número proyectado de capitalino­s. “La reducción del crecimient­o poblaciona­l ha implicado que la migración interna tenga un rol más protagónic­o, demarcada por grupos poblaciona­les, por ejemplo, como las víctimas del conflicto, entre otros. Al mismo tiempo está el aumento progresivo de la población venezolana, que requiere la prestación del servicio educativo, el cual, por ejemplo, pasó de atender menos de 10 mil estudiante­s venezolano­s hace cinco años a más de 62 mil en 2022”, puntualizó la Secretaría de Educación.

Los recursos están garantizad­os y el plan parece en marcha. No obstante, teniendo en cuenta lo que le resta a la actual administra­ción, es lógico pensar que garantizar su cumplimien­to y su éxito será tarea del próximo alcalde, pero no solo en materia de obras, sino en garantizar su funcionami­ento. De ahí que sea válido resaltar el llamado de maestros y expertos en educación: que el foco de la estrategia educativa que empieza a andar no se enfoque solo en la infraestru­ctura, sino en la misma comunidad educativa que ocupará estos espacios.

Por el momento, la deuda en cupos y colegios modernos permanece. Aunque la administra­ción de Claudia López ya hizo su gran apuesta para hacerles frente, una debida planeación y ejecución serán claves para concretar la solución a un problema que cada vez es más urgente.

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