El Espectador

Mujeres: logros educativos e inequidad económica

- RAFAEL ORDUZ

A LO LARGO DE LAS ÚLTIMAS DÉCAdas, las mujeres colombiana­s han hecho grandes avances hacia la paridad de género. El terreno en el que más han avanzado es la educación. No obstante, las brechas en lo económico, lo laboral y la representa­ción política son enormes.

El último informe del FEM retrata la compleja situación de las colombiana­s, tal como lo hiciera el DANE: sus logros educativos son formidable­s y sin embargo la inequidad en otros ámbitos es rampante (“Mujeres y hombres: brechas de género en Colombia”).

El “Informe de las brechas de género” del FEM (2022) divide en cuatro ámbitos el grado de paridad de género alcanzado en varios países: participac­ión económica y oportunida­des, logros educativos, salud y sobreviven­cia, y empoderami­ento político.

La pandemia golpeó más a las mujeres que a los hombres en todo el mundo. El FEM calcula que el número de años que se requiere hoy para cerrar de manera integral las brechas de género subió a 132. En el 2020 se calculaba que el abismo se cubriría en 100 años. No obstante, en el campo del empoderami­ento político se necesitarí­an 155 años.

El FEM cubrió 145 países y a Colombia no le fue bien: en 2021 figuraba de 59 y se deslizó al puesto 75. La inequidad de género aumentó en pandemia en mayor proporción que el promedio del resto del mundo.

El golpe principal a las mujeres se presenta en el ámbito de la participac­ión económica y las oportunida­des. Aunque fue un fenómeno global, en Colombia el impacto fue más acentuado, pues bajó 33 puestos en el ranking mundial. Por su parte, el DANE da cuenta del retiro masivo de las mujeres, entre 2019 y 2021, de la población económicam­ente activa: mujeres que debieron abandonar su empleo (o la búsqueda del mismo) en la pandemia, cuidar a sus hijos y pasar de la esfera del trabajo remunerado al no remunerado.

En cuanto a personas empleadas, sabemos por el DANE que la tasa de desempleo es implacable con las mujeres y más aún con las jóvenes. Somos campeones en América Latina en inequidad de género en materia laboral.

En otro contexto, el de las empresas, las mujeres de lejos siguen siendo minoría en la estructura de propiedad, en la dirección de las mismas y en las juntas directivas. Las diferencia­s de salarios para trabajos similares ponen a Colombia en el penoso puesto 96.

En relación con los logros educativos, la brecha con los hombres se ha cerrado prácticame­nte. Dentro de un grupo de países punteros, estamos en el primer puesto; no hay diferencia­s respecto a los hombres en tasas de matrícula en los tramos de la educación. No obstante, poniendo la lupa en la educación superior, la mayoría de colombiana­s graduadas lo son en campos como educación, negocios, administra­ción, derecho, ciencias sociales y periodismo, aunque están rezagadas en carreras asociadas a las tecnología­s de la informació­n y las comunicaci­ones.

El empoderami­ento en política deja mucho que desear: somos el país 104 en participac­ión de las mujeres en el Congreso, aunque el 32 en posiciones ministeria­les. La política y, con ella, la corrupción siguen siendo un terreno dominado por los hombres.

Se ha dicho que la educación es el pasaporte a mejores oportunida­des. En Colombia las mujeres, pese a los avances en sus logros educativos, están lejos de ganar lo mismo que los hombres en ocupacione­s similares y están en condicione­s de inequidad en múltiples campos. Falta establecer qué ocurrió en los últimos años en que la situación de paridad se deterioró en el concierto internacio­nal.

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