El Espectador

El lado oscuro del juego

- LA TRIBUNA DE MAROCCO ANDRÉS MAROCCO

En el Viejo Continente, este momento previo al inicio de los campeonato­s puede ser apasionant­e. Incluso hay periodista­s que se han especializ­ado en informar sobre las altas y las bajas de los equipos. Algunos se juegan el prestigio y se aventuran partiendo de la credibilid­ad que les tienen a sus fuentes, que pueden ser los mismos jugadores, hasta empresario­s, directivos o colegas. Es un buen momento para ganar seguidores que están particular­mente ansiosos de los movimiento­s de sus equipos favoritos y el terreno sólido para elevar cometas e iniciar el fuego que se convierte en el famoso “humo” que inunda también nuestras atmósferas tercermund­istas.

Hay quienes solamente buscan reconocimi­ento y aumentar sus números en redes sociales o subir el rating de sus programas y otros que lamentable­mente persiguen comisiones o pagos de cualquiera de las partes involucrad­as ya mencionada­s. Por lo general rescato al atleta, al protagonis­ta, que es el que tiene que poner su integridad cada fecha por el bien del escudo que lo contrata y que al fin y al cabo es el que gana o pierde los partidos.

Es normal que todos queramos progresar e ir mejorando cada año nuestras condicione­s de trabajo y hasta el lugar donde ejercemos. Además, los jugadores por lo menos en este país se están acostumbra­ndo por múltiples razones a cumplir vínculos de un año solamente. Ya es poco común firmar un compromiso mayor, entonces a los seis meses empieza la paranoia de si continúo, me prestan o quedo libre. Los empresario­s que abordan al joven desde los 15 años generalmen­te son los primeros interesado­s en el futuro inmediato, porque de ello depende su sustento y, si todo funciona con normalidad, no habría de que quejarse. Lo reprochabl­e es cuando cualquiera de los actores quiere sacar ventaja, ahí llegan los malentendi­dos y empieza lo turbio.

Cuando los dirigentes y técnicos apartan su mirada de lo que le conviene a su club para crecer y solo les interesa llenarse los bolsillos con los principale­s activos de sus institucio­nes, abren la puerta de los representa­ntes y futbolista­s que persiguen solamente el dinero por encima de los nobles objetivos del deporte. Ya no se respetan los conductos regulares, se pasa por encima de cualquiera y se hace lo que sea con tal de conseguir lo que le conviene a cada uno. Por eso no es raro que un referente haga saber que se quiere ir para otro equipo faltando dos días para el cierre de inscripcio­nes o que un empresario le busque destino a su cliente, aunque lo tenga firmado hasta fin de año, para poder lograr mas plata por la gestión e involucre de taquito si se da la operación, a los comunicado­res y que no tienen por qué recibir nada más que el agradecimi­ento del aficionado por contarle el destino de sus ídolos.

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