Publicidad engañosa
CON EL ANUNCIO DEL PARTIDO DE LA U de sumarse al Gobierno Petro, este 20 de julio se cerró una de las más grotescas pantomimas electorales a las cuales hayamos asistido durante los últimos tiempos.
Después del Partido Liberal y una buena mayoría de conservadores, ahora dicho partido ingresa al triste listado de los que ni esperaron a que el Gobierno saliente, al cual apoyaron, abandonara la Casa de Nariño.
El cuento según el cual sin mayorías no se gobierna y las ansias de reconciliación no pueden hacernos perder de vista que lo que ha habido durante este proceso electoral es prácticamente una burla a la inteligencia de los colombianos y a la democracia.
Cabe preguntarse si en definitiva no se trató de una especie de publicidad engañosa.
¿Para qué tantos recursos destinados a partidos, proceso electoral, debates, si todos terminan sin pudor en el mismo costal?
¿Qué mensaje se le transmite a la juventud colombiana, a los estudiantes de Ciencia Política —entre otros—, cuando varios partidos apoyan a tres candidatos distintos en escasos dos meses?
De nuevo, el cuento del interés superior del país y la gobernabilidad no es suficiente.
La vitalidad de una democracia se mide también por la cantidad de contradictores y por las convicciones —distintas— de unos y otros.
¿Qué pasó con lo que se decían hace un mes y medio?
¿Qué pasó con lo que decían sobre el presidente electo tras bambalinas?
Que nadie tenga la menor duda, esos apoyos al Gobierno entrante no son un acto de benevolencia.
El país debe reflexionar sobre esas actuaciones de los partidos, en apariencia democráticas por aquello de las supuestas negociaciones y la necesidad de gobernabilidad, pero en definitiva acomodadizas, contrarias a la vitalidad de una democracia e irrespetuosas con sus electorados.
Que se abra el debate sobre cómo se puede regular un poco el oscuro mundo de las alianzas políticas y los intereses que hay detrás de ellas, los electores merecen respeto.