La dimisión de Mario Draghi afecta a Europa
LA INCERTIDUMBRE POLÍTICA QUE deja el prematuro retiro del primer ministro italiano, Mario Draghi, es una mala noticia para Italia y Europa. Un gobierno de tecnócratas, sostenido por la gran mayoría de las fuerzas políticas del país y que había asumido la puesta en práctica de una serie de proyectos impopulares de gran calado, sufrió el retiro del apoyo que lo sostenía en el poder.
El panorama es complejo. Frente a los problemas que representaron las anteriores administraciones y la dificultad de llevar a cabo los grandes programas de transformación interna por falta de suficiente apoyo político, las principales fuerzas acudieron de nuevo a la figura de un presidente y un gabinete técnico que las llevaran a cabo. El gobierno de unidad nacional, encabezado por Draghi, en este casi año y medio contó con el apoyo del Partido Democrático, La Liga, Forza Italia y el Movimiento 5 Estrellas. Esto le garantizaba un respaldo suficiente para hacer las reformas necesarias. La única agrupación que se marginó del pacto fue Hermanos de Italia, previendo el desgaste del poder y la posibilidad de capitalizar el descontento popular. No les faltó razón.
Mario Draghi acometió entonces las tareas solicitadas por la Unión Europea (UE) y completó las relacionadas con justicia y administración pública, mientras adelantaba la fiscal y la de competencia, lo que ponía a Italia en vías de la recuperación. De hecho, la UE había aprobado US$230.000 millones para dicho plan y ya se había logrado un primer desembolso superior a los US$20.000 millones. De momento este importante proceso queda en una suerte de limbo a la espera de que se lleven a cabo nuevas elecciones. La eficiencia de la puesta en práctica de las reformas técnicas esenciales les ha pasado cuenta de cobro a las agrupaciones políticas que lo hicieron posible. Los votos que han perdido los partidos de derecha se han ido mayoritariamente hacia los populistas de extrema derecha que lidera Giorgia Meloni, mientras que los del Movimiento 5 Estrellas se han sumado al abstencionismo.
Hace una semana los parlamentarios de este último partido no apoyaron a Draghi en una moción de confianza en el Senado y desde ahí se desató la crisis. Este presentó la renuncia, que no fue aceptada por el presidente, Sergio Mattarella, con la esperanza de que se lograra recuperar la mayoría de votos. Mario Draghi dijo en un discurso final que se necesitaba “un nuevo pacto de confianza, sincero y concreto”, preguntándoles a los principales partidos si estaban “listos para reconstruir este pacto”. Pudo más el cálculo político de los líderes de las principales fuerzas partidistas, lo que llevó a que la decisión de dimitir fuera una realidad, abriendo el camino a este período complejo. Las elecciones están previstas para septiembre y, de acuerdo a los sondeos realizados, tan solo una tercera parte del electorado quiere ir de nuevo a las urnas.
Uno de los temas que más preocupan en materia de seguridad es que el apoyo irrestricto de Draghi al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, queda en entredicho. Italia es la tercera economía europea y su peso político es importante dentro de la región. La salida de Boris Johnson y ahora la del primer ministro italiano van mermando los apoyos férreos a Zelenski. En especial en el caso de Italia, pues de llegar los neofacistas de Meloni al poder, que además contarían con el apoyo de La Liga de Matteo Salvini, podrían oponerse a las duras sanciones que se han impuesto contra Vladimir Putin. Además, con la inestabilidad económica que hay en el mundo y los nubarrones que anuncian una recesión, el panorama para los italianos y por ende los europeos en su conjunto no es el más favorable.
‘‘Las elecciones están previstas para septiembre y, de acuerdo a los sondeos realizados, tan solo una tercera parte del electorado quiere ir de nuevo a las urnas”.