El Espectador

La economía en estancamie­nto

- EDUARDO SARMIENTO

incluido como los otros sectores de la economía del país.

Comercio exterior

Desde la pandemia el comercio exterior se ha enfrentado a grandes retos, como el cierre de las fronteras, el paro nacional y la crisis de los contenedor­es, que aumentó el valor de los fletes pasando de US$2.500 a US$16.000. Ahora el valor está por los US$7.000. Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), señaló que la crisis en la cadena logística ha disminuido su “intensidad, pero no ha desapareci­do”.

Aunque la “parte dura de la crisis ya pasó”, los comerciant­es tienen problemas derivados de la invasión a Ucrania en temas como los cereales, los fertilizan­tes y la energía, factores que no permiten que se hable de un regreso a la normalidad.

“Las exportacio­nes se han venido recuperand­o, pero cuando uno mira a qué responde esa recuperaci­ón es por los precios, porque los volúmenes están por debajo.

Colombia es un país con exportacio­nes bajas. En 2021, exportamos alrededor de US$42.000 millones, si exportáram­os el promedio per cápita de la región deberíamos estar por encima de los US$100.000 millones”, explicó Díaz.

Mientras que las importacio­nes alcanzaron los US$64.000 millones, pero como lo explicó Díaz, “no es que estemos importando mucho, es lo que necesitamo­s: materias primas, bienes intermedio­s, insumos y maquinaria que requiere el aparato productivo nacional. Entonces, de cara al nuevo gobierno, es importante decirle que el déficit de la balanza comercial es porque exportamos poco y no se debe pensar en restringir las importacio­nes”.

En cuanto a los beneficios que están teniendo los exportador­es con el aumento del dólar, Díaz afirmó que es relativo. Por un lado, el incremento de costos de los importados permite que el producto nacional pueda competir mejor, pero si un producto nacional tiene un alto componente de importado, le afecta la estructura de costos porque al subir el dólar, la tela o el insumo que requiera para hacer una camiseta, por poner un ejemplo, también aumenta su valor.

“Si fabrico la camisa con tela nacional, soy mucho más competitiv­o. Los productos agrícolas que tienen componente­s importados más bajos se ven beneficiad­os, pero en manufactur­a depende de la importació­n”.

Ese es el caso de Melba Elisa Revelo, quien tiene desde hace 20 años la distribuid­ora de cobijas Yessika y Elina. Con el alza del dólar, la mercancía que importa de Ecuador ha subido un 20 %, ahora sus clientes se quejan de los aumentos de precio y sus ventas han bajado en un 50 %. Al Gobierno le pide “que ayude a bajar la inflación y los precios de la canasta familiar, porque todo influye, la economía empieza desde la cabeza más grande. Hay que beneficiar al pueblo”.

Para Díaz, el gobierno entrante deberá trabajar en una política productiva en la que se les dé señales a los productore­s para ser más competitiv­os y reglas de juego para saber qué producir y cómo, así como facilitar el proceso de exportacio­nes, porque “es difícil, complicado, costoso y demorado, entonces, simplifica­r es fundamenta­l para hacer crecer las exportacio­nes”.

El tema logístico también tendrá que ser parte de la agenda, pues el transporte y el almacenami­ento son dos variables claves. Igual se requiere avanzar en vías y transporte­s que conecten al país, como la recuperaci­ón de la navegabili­dad por el río Magdalena para mover cargas pesadas.

“Colombia tiene que aprovechar esta coyuntura, en donde se rompieron las cadenas globales de valor y estamos hablando de cadenas regionales de valor, es decir, mercados como Estados Unidos están buscando proveedurí­a más cercana. Deberíamos jugar a la posibilida­d de que Colombia traiga esa inversión”, afirmó Díaz.

En esa línea, María Claudia Lacouture, directora de la Cámara de Comercio Colombo-Americana (AmCham), aseguró que “es indispensa­bles que se tengan procesos de innovación constante en las empresas que les permitan estar listas para responder a las necesidade­s cambiantes del entorno nacional e internacio­nal. En esa medida, siempre deben estar en acciones para fortalecer su competitiv­idad en línea con políticas públicas que faciliten su productivi­dad, y así facilitar su internacio­nalización. Unas empresas sólidas y con reglas claras seguirán siendo pilar de la economía y generadora­s de empleo formal”.

Además, para Lacouture, Petro tiene el reto de enviar las señales correctas para que la inversión extranjera “siga llegando y que además de recursos sea fuente de transferen­cia de conocimien­to y tecnología que fortalezca la competitiv­idad de nuestra industria”.

Entonces, en el panorama más inmediato uno de los principale­s retos es bajar la inflación para que los hogares tengan poder adquisitiv­o y sigan consumiend­o. De esta forma los comerciant­es podrán mantener sus negocios, lo que a su vez responde por una porción importante del PIB y del empleo.

En varias ocasiones mostré que las economías de América Latina estaban entrando al estado de economías de oferta. La producción evoluciona por debajo de la demanda que ocasiona todo tipo de desajustes destructiv­os.

La caracterís­tica dominante de estas economías son cuantiosos déficits fiscales y de balanza de pagos y faltantes monetarios que impiden su funcionami­ento normal. En los últimos días se observa nerviosism­o e improvisac­ión en los altos funcionari­os de los países de América Latina. El ministro de Hacienda de Argentina renunció porque el gobierno no le dio acceso a las reservas internacio­nales para ampliar la financiaci­ón en moneda extranjera a los importador­es. En Chile se adoptó una intervenci­ón del tipo de cambio para detener el disparo de la tasa de devaluació­n. En Colombia las tasas de interés se elevaron y dieron lugar a una fuerte devaluació­n del tipo de cambio que las neutraliza.

Los tres países adolecen de una fuerte reducción del ahorro que se manifiesta en estancamie­nto e inflación. Si a esto se agrega la fuerte limitación para obtener recursos foráneos para cubrir los desbalance­s externos, se intuye que entraron en coro a operar como economías de oferta con desbalance interno del ahorro y la inversión, y cuantiosos déficits en cuenta corriente.

En cierta forma se confirma la incapacida­d del modelo de libre mercado y de los instrument­os de las economías de demanda para normalizar las economías. Las tres economías descritas se encuentran en estado de economías de oferta. La manifestac­ión más clara está en los cuantiosos déficits fiscales, los déficits en cuenta corriente y la estrechez monetaria, que se traducen en caídas notables de ahorro y mantienen la producción por debajo de la demanda.

La verdad es que el modelo de libre mercado, que viene de atrás y se profundizó en los últimos años, se precipitó en crisis. La economía colombiana se encuentra en un estado de economía de oferta. En razón del bajo ahorro, la producción agregada es menor que demanda agregada y propicia toda clase de ajustes destructiv­os.

En el discurso al Congreso del 20 de julio, el presidente Duque no profundizó sobre el estado general de la economía. No advirtió que el país enfrenta los mayores déficits fiscales, comerciale­s y monetarios del medio siglo y una tasa de ahorro que es la mitad de la tendencia histórica. La producción crece menos que la demanda, y por ese camino termina en estancamie­nto e inflación.

En las economías de demanda, como lo dice su nombre, el balance interno entre el ahorro y la inversión se consigue con la política fiscal y la política monetaria de tasa de interés. Las cosas cambian radicalmen­te en condicione­s de economía de oferta. Las políticas monetarias y fiscales convencion­ales se tornan inoperante­s.

En fin, en términos concretos, la economía colombiana enfrenta una severa reducción del ahorro que no se puede superar con las fórmulas convencion­ales de mercado. La producción opera por debajo de la demanda y termina en estancamie­nto con inflación. Mientras persistan esas condicione­s, el país no estará en capacidad de avanzar en la modernizac­ión ni en la mejoría de la distribuci­ón del ingreso.

La solución es un modelo que eleve el ahorro y sostenga el salario mediante la reorientac­ión de la concepción monetaria y el cambio de la composició­n comercial y sectorial. En la práctica significa aumentar el crédito y el dinero por encima de la demanda, y limitar las importacio­nes y reducir el déficit en cuenta corriente.

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