La economía en estancamiento
incluido como los otros sectores de la economía del país.
Comercio exterior
Desde la pandemia el comercio exterior se ha enfrentado a grandes retos, como el cierre de las fronteras, el paro nacional y la crisis de los contenedores, que aumentó el valor de los fletes pasando de US$2.500 a US$16.000. Ahora el valor está por los US$7.000. Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), señaló que la crisis en la cadena logística ha disminuido su “intensidad, pero no ha desaparecido”.
Aunque la “parte dura de la crisis ya pasó”, los comerciantes tienen problemas derivados de la invasión a Ucrania en temas como los cereales, los fertilizantes y la energía, factores que no permiten que se hable de un regreso a la normalidad.
“Las exportaciones se han venido recuperando, pero cuando uno mira a qué responde esa recuperación es por los precios, porque los volúmenes están por debajo.
Colombia es un país con exportaciones bajas. En 2021, exportamos alrededor de US$42.000 millones, si exportáramos el promedio per cápita de la región deberíamos estar por encima de los US$100.000 millones”, explicó Díaz.
Mientras que las importaciones alcanzaron los US$64.000 millones, pero como lo explicó Díaz, “no es que estemos importando mucho, es lo que necesitamos: materias primas, bienes intermedios, insumos y maquinaria que requiere el aparato productivo nacional. Entonces, de cara al nuevo gobierno, es importante decirle que el déficit de la balanza comercial es porque exportamos poco y no se debe pensar en restringir las importaciones”.
En cuanto a los beneficios que están teniendo los exportadores con el aumento del dólar, Díaz afirmó que es relativo. Por un lado, el incremento de costos de los importados permite que el producto nacional pueda competir mejor, pero si un producto nacional tiene un alto componente de importado, le afecta la estructura de costos porque al subir el dólar, la tela o el insumo que requiera para hacer una camiseta, por poner un ejemplo, también aumenta su valor.
“Si fabrico la camisa con tela nacional, soy mucho más competitivo. Los productos agrícolas que tienen componentes importados más bajos se ven beneficiados, pero en manufactura depende de la importación”.
Ese es el caso de Melba Elisa Revelo, quien tiene desde hace 20 años la distribuidora de cobijas Yessika y Elina. Con el alza del dólar, la mercancía que importa de Ecuador ha subido un 20 %, ahora sus clientes se quejan de los aumentos de precio y sus ventas han bajado en un 50 %. Al Gobierno le pide “que ayude a bajar la inflación y los precios de la canasta familiar, porque todo influye, la economía empieza desde la cabeza más grande. Hay que beneficiar al pueblo”.
Para Díaz, el gobierno entrante deberá trabajar en una política productiva en la que se les dé señales a los productores para ser más competitivos y reglas de juego para saber qué producir y cómo, así como facilitar el proceso de exportaciones, porque “es difícil, complicado, costoso y demorado, entonces, simplificar es fundamental para hacer crecer las exportaciones”.
El tema logístico también tendrá que ser parte de la agenda, pues el transporte y el almacenamiento son dos variables claves. Igual se requiere avanzar en vías y transportes que conecten al país, como la recuperación de la navegabilidad por el río Magdalena para mover cargas pesadas.
“Colombia tiene que aprovechar esta coyuntura, en donde se rompieron las cadenas globales de valor y estamos hablando de cadenas regionales de valor, es decir, mercados como Estados Unidos están buscando proveeduría más cercana. Deberíamos jugar a la posibilidad de que Colombia traiga esa inversión”, afirmó Díaz.
En esa línea, María Claudia Lacouture, directora de la Cámara de Comercio Colombo-Americana (AmCham), aseguró que “es indispensables que se tengan procesos de innovación constante en las empresas que les permitan estar listas para responder a las necesidades cambiantes del entorno nacional e internacional. En esa medida, siempre deben estar en acciones para fortalecer su competitividad en línea con políticas públicas que faciliten su productividad, y así facilitar su internacionalización. Unas empresas sólidas y con reglas claras seguirán siendo pilar de la economía y generadoras de empleo formal”.
Además, para Lacouture, Petro tiene el reto de enviar las señales correctas para que la inversión extranjera “siga llegando y que además de recursos sea fuente de transferencia de conocimiento y tecnología que fortalezca la competitividad de nuestra industria”.
Entonces, en el panorama más inmediato uno de los principales retos es bajar la inflación para que los hogares tengan poder adquisitivo y sigan consumiendo. De esta forma los comerciantes podrán mantener sus negocios, lo que a su vez responde por una porción importante del PIB y del empleo.
En varias ocasiones mostré que las economías de América Latina estaban entrando al estado de economías de oferta. La producción evoluciona por debajo de la demanda que ocasiona todo tipo de desajustes destructivos.
La característica dominante de estas economías son cuantiosos déficits fiscales y de balanza de pagos y faltantes monetarios que impiden su funcionamiento normal. En los últimos días se observa nerviosismo e improvisación en los altos funcionarios de los países de América Latina. El ministro de Hacienda de Argentina renunció porque el gobierno no le dio acceso a las reservas internacionales para ampliar la financiación en moneda extranjera a los importadores. En Chile se adoptó una intervención del tipo de cambio para detener el disparo de la tasa de devaluación. En Colombia las tasas de interés se elevaron y dieron lugar a una fuerte devaluación del tipo de cambio que las neutraliza.
Los tres países adolecen de una fuerte reducción del ahorro que se manifiesta en estancamiento e inflación. Si a esto se agrega la fuerte limitación para obtener recursos foráneos para cubrir los desbalances externos, se intuye que entraron en coro a operar como economías de oferta con desbalance interno del ahorro y la inversión, y cuantiosos déficits en cuenta corriente.
En cierta forma se confirma la incapacidad del modelo de libre mercado y de los instrumentos de las economías de demanda para normalizar las economías. Las tres economías descritas se encuentran en estado de economías de oferta. La manifestación más clara está en los cuantiosos déficits fiscales, los déficits en cuenta corriente y la estrechez monetaria, que se traducen en caídas notables de ahorro y mantienen la producción por debajo de la demanda.
La verdad es que el modelo de libre mercado, que viene de atrás y se profundizó en los últimos años, se precipitó en crisis. La economía colombiana se encuentra en un estado de economía de oferta. En razón del bajo ahorro, la producción agregada es menor que demanda agregada y propicia toda clase de ajustes destructivos.
En el discurso al Congreso del 20 de julio, el presidente Duque no profundizó sobre el estado general de la economía. No advirtió que el país enfrenta los mayores déficits fiscales, comerciales y monetarios del medio siglo y una tasa de ahorro que es la mitad de la tendencia histórica. La producción crece menos que la demanda, y por ese camino termina en estancamiento e inflación.
En las economías de demanda, como lo dice su nombre, el balance interno entre el ahorro y la inversión se consigue con la política fiscal y la política monetaria de tasa de interés. Las cosas cambian radicalmente en condiciones de economía de oferta. Las políticas monetarias y fiscales convencionales se tornan inoperantes.
En fin, en términos concretos, la economía colombiana enfrenta una severa reducción del ahorro que no se puede superar con las fórmulas convencionales de mercado. La producción opera por debajo de la demanda y termina en estancamiento con inflación. Mientras persistan esas condiciones, el país no estará en capacidad de avanzar en la modernización ni en la mejoría de la distribución del ingreso.
La solución es un modelo que eleve el ahorro y sostenga el salario mediante la reorientación de la concepción monetaria y el cambio de la composición comercial y sectorial. En la práctica significa aumentar el crédito y el dinero por encima de la demanda, y limitar las importaciones y reducir el déficit en cuenta corriente.