Preferible el silencio que la cacofonía de anuncios
LA AVALANCHA DE ENTREVISTAS A los nominados a ministros y directores de entidades del próximo gobierno ha degenerado en una cacofonía de voces que, en vez de aclarar cuáles serán las prioridades del presidente electo, Gustavo Petro, está causando confusión y dañinas contradicciones. Harían bien los miembros del futuro gabinete en concentrarse en sus procesos de empalme y esperar al primer consejo de ministros, con el nuevo gobierno ya instalado en la Casa de Nariño, para comunicarle al país qué es lo que buscan reformar y cómo. Lanzar ideas al aire solo ayuda a fomentar la incertidumbre que tiene a una porción de la población, y a los mercados, con temores innecesarios.
Abundan los ejemplos. Patricia Ariza, futura ministra de Cultura, anuncia un posible impuesto a los planes de celular, mientras los detalles de la reforma tributaria estructural prometida por el gobierno Petro no se han dado a conocer. El nuevo director de la DIAN, Luis Carlos Reyes, lanza propuestas que contradicen lo dicho por otros futuros ministros y termina en una pelea con sus trinos del pasado. Carolina Corcho, futura ministra de Salud, da entrevistas llenas de ideas ambiciosas, pero de implementación poco clara. Y así podríamos seguir. La pregunta es: ¿cuál es la necesidad de atraer los reflectores tan temprano y de manera tan improvisada?
Es apenas natural que las propuestas de reforma del gobierno Petro estén en proceso de construcción. Una cosa son las campañas presidenciales y los intereses personales de los futuros ministros, y otra muy distinta el sentarse, como equipo, a planear qué se le va a presentar al país. Por eso es que, en ausencia de proyectos bien estructurados y dialogados dentro de un consejo de ministros, el silencio es mejor opción que llenar los medios de comunicación con mensajes confusos. Este gobierno fue elegido para traer cambios estructurales; por eso mismo, es fundamental la prudencia y la responsabilidad al planteárselos a los colombianos. Si la agenda de gobierno es revolucionaria, necesitamos conocer los detalles de cómo se hará en realidad. Un montón de frases sueltas no hacen política pública.
La vocería del gobierno entrante debería concentrarse en dos figuras: Gustavo Petro, como presidente electo, y José Antonio Ocampo, como ministro de Hacienda. Ambos tienen la responsabilidad de hablarle al país, pues cada una de sus declaraciones ayuda a calmar los temores de los mercados, les habla directamente a los inversionistas extranjeros y deja entrever cuáles son las prioridades de política pública. Los demás deberían esperar a que, bajo el liderazgo del presidente electo, tengan más claro qué es lo que van a hacer en sus carteras y cómo. Todo este ruido es contraproducente incluso para ellos: como se lanzan propuestas al aire sin pensarlas mucho, la gente reacciona de manera negativa y un gobierno que ni siquiera ha comenzado se tropieza con un rechazo prematuro por errores no forzados.
Es hora de que el presidente electo ponga orden. Es claro que hay divisiones internas entre sus ministros, visiones diversas de país, y por eso el consenso debe comenzar desde el equipo de gobierno. Que cuando se le presente al país una idea de reforma profunda, se haga con toda la información posible y con las puertas abiertas al debate. Así se gobierna una nación polarizada, y también se alcanzan los cambios prometidos. Todo lo que hemos visto hasta ahora, tristemente, se parece más a un concurso de egos. Es innecesario y dañino para el país.
‘‘Lanzar
ideas al aire solo ayuda a fomentar la incertidumbre que tiene a una porción de la población, y a los mercados, con temores innecesarios”.