Linda Caicedo: velocidad, gambeta y goles
La delantera arrancó en la escuela Real Juanchito, equipo de hombres en Villagorgona (Valle), corregimiento donde creció. Llegó al fútbol femenino con Generaciones Palmiranas, luego pasó al Club Deportivo Atlas y de ahí saltó al profesionalismo. Trayector
“La primera niña que entrenamos aquí, en estas canchas, fue Linda Caicedo. Ella entró por esa puerta cuando tenía cinco años agarrada de la mano de su mamá, Herlinda”, cuenta mientras señala la cancha Diego Fernando Vásquez, uno de los entrenadores de la escuela Real Juanchito, en Villagorgona, un corregimiento a un poco más de media hora de Cali. “Herlinda me dijo: ‘¿Usted no recibe niñas?. Es que a ella le gusta mucho el fútbol y no hace más que patearme las joyas, me quiebra todo, me daña los zapatos’. Yo le respondí que me la dejara para que fuera entrenando con los otros niños. Y ahí empezó su carrera”, evoca Vásquez, más conocido como el “profe Tino”.
Linda, ahora de 17 años, creció en Villagorgona, Valle del Cauca. Desde que empezó a dar sus primeros pasos, también aprendió a patear, como si su camino en el fútbol ya se fuera escribiendo. Pateaba todo lo que se atravesaba en el camino, como las muñecas con las que nunca le gustó jugar o las ollas de la cocina, simulando que era un balón y que estaba llevándolo hasta un arco para marcar gol. Las calles destapadas del barrio La Gaviota, donde está su casa, fueron las primeras en ser testigos de sus gambetas, su rapidez y sus anotaciones. Su talento pedía una pelota, una cancha y un equipo de fútbol para demostrar todas sus destrezas. Por eso, sus padres, Herlinda y Mauricio, la inscribieron en la escuela Real Juanchito.
La escuela funciona en las canchas principales de Villagorgona. El profe Tino, quien jugó en Boca Juniors de Cali y en Deportivo Pasto, fue uno de los primeros entrenadores que tuvo el corregimiento. Una profesión a la que llegó por casualidad. “Afuera de mi casa había ocho niños jugando y les dije que fuéramos a la cancha. Al día siguiente estaban los mismos niños con otros más diciendo que si íbamos. El llamado fue creciendo. A los tres días, ya eran cuarenta niños frente a mi casa. Yo no era técnico”, comenta Tino. A los quince días, con ochenta niños divididos en categorías, inició el Club Villagorgona. Luego pasó a ser filial de Boca Juniors de Cali y, en 2013, de la mano de Rafael Murillo, se convirtió en Real Juanchito.
Linda comenzó muy pronto a destacarse en su categoría, que era 2005, entonces el profe Tino se vio obligado a ponerla una división por encima; es decir, en la 2004. En los primeros partidos, dice Tino, los padres y jugadores de los equipos rivales antes de verla jugar decían que tuvieran cuidado con la niña, pero “cuando ya empezaba a darles melo (gambetearlos) gritaban que duro con la niña. Lo más sorprendente de ella, desde el punto de vista deportivo, fue su nivel técnico y la forma en la que encaraba a las rivales. Yo le dije a don Rafa que esa niña iba a ser de las mejores en Colombia”, anota Tino. En la escuela le fueron puliendo su principal habilidad: la de enganchar y eludir rivales, sin hacer pases, hasta marcar el gol.
Hasta los diez años integró las filas de Real Juanchito, pues un reglamento de la liga prohibía la inscripción de niñas. Linda, con la ayuda de Rafael y del profesor Tino, pasó a Generaciones Palmiranas, el equipo de Felipe Taborda, quien era el técnico de la selección femenina de mayores. Ahí comenzó su carrera en el fútbol femenino y aunque llegó a conformar la categoría infantil, su talento y destreza con el balón le otorgaron un cupo en las divisiones prejuvenil y juvenil. “Recuerdo que era humilde, sencilla. Acá en el club la ayudamos con pasajes o ropa de entrenamiento. Era muy callada, pero explosiva en el campo de juego. Le cogió ventaja al fútbol y, con diez años, marcó la diferencia”, comenta Taborda.
A pesar de que ya estaba entrenando con Generaciones Palmiranas, Taborda confiesa que su equipo estaba enfocado en las divisiones mayores. “Linda jugaba con una armonía impresionante y siempre fue muy competitiva. Por sus condiciones, éramos conscientes de que ya debía participar en torneos, como el Baby Fútbol o Pony Fútbol”, añade Taborda. Linda fue cedida, un año después al Club Deportivo Atlas C. P., equipo creado en Cali por la jugadora Carolina Pineda, que se ha caracterizado por ser un semillero de futbolistas. “Cuando vimos su liderazgo y su talento sorprendente en el tema de duelos, sabíamos que iba a ser una jugadora que se destacaría a nivel internacional”, apunta Dubán Pineda, presidente de Atlas.
Y Linda supo responder a esa confianza. Fue goleadora del Torneo Nacional 2017, del Torneo Nacional 2018, del Torneo Conmebol Paraguay 2018, de la Liga Vallecaucana 2019 y del Torneo Nacional 2019. Además fue elegida mejor jugadora de Baby Fútbol en 2019, quizá por su mezcla de agilidad, habilidad y talento, clas condiciones que le han descatado en más de una oportunidad sus profesores. Señalan que ella, antes de recibir el balón, observa el camino que va recorriendo la pelota, voltea, revisa las posibilidades que tiene, analiza el camino al arco, recibe la pelota y hace lo que mejor sabe: definir. “Nosotros la comparábamos mucho con Neymar, por el regate y el cambio de velocidades que maneja”, comenta Carolina Pineda.
Esa comparación la llevó a admirar al astro brasileño, a quien consideró durante muchos años su ídolo y de quien tomó el número de camisa, el 11, con el que jugó en Atlas y cuando se dio el primer llamado a la selección Valle, a sus doce años. “Esos primeros torneos fueron difíciles, porque ella era muy chiquita y me comentaba que le hacía mucha falta su casa, su familia. Le daba nostalgia”, comenta Jennifer Castañeda, delegada de todas las selecciones Valle, a quien Linda le dice madre, por su cercanía. Además, añade Castañeda, si no marcaba gol, se desesperaba y, para tranquilizarla y devolverle la confianza, la motivaban y terminaba como goleadora del campeonato.
De hecho, cuenta Castañeda, Linda ya más fuertre mentalmente, un día antes de los partidos decisivos, soñaba cómo iba a ser su desempeño en los compromisos. “Mi negrita linda se levantaba feliz y, a veces, por ejemplo llegaba a donde la fisioterapeuta y le decía que había soñado con que marcaba dos goles y que le iba a dedicar uno. Lo terminaba cumpliendo”, asegura. Linda empezó a tomar mucha confianza de sus capacidades futbolísticas, su liderazgo y su rapidez mental en el campo de juego, características que la hacían sobresalir y le permitían tener siempre un cupo en los torneos que disputaban. Varias de esas convocatorias las compartió con Gisela Robledo, con quien ha vivido parte de su ca