El Espectador

El costo económico de la crisis climática

Los eventos climáticos extremos representa­n una de las mayores amenazas para las economías a escala global. ¿Cuáles son los sectores más vulnerable­s? ¿Qué acciones se pueden tomar?

- SANTIAGO LA ROTTA slarotta@elespectad­or.com @Troskiller

Con las imágenes de fondo de Europa soportando temperatur­as de más de 40 grados y salvajes incendios forestales por cuenta de una ola de calor extrema, vale recordar esta frase, que se le atribuye a Nicholas Stern, profesor del London School of Economics: “El cambio climático es la mayor falla del mercado”.

Además de las consecuenc­ias sobre la vida animal y vegetal, por no hablar de víctimas fatales que han dejado las olas de calor, este tipo de eventos climáticos extremos tienen una incidencia económica, negativa, por supuesto.

Un estudio de 2021 estimó que las olas de calor le han restado 0,5 % de crecimient­o al PIB europeo en los últimos diez años; este porcentaje es más del doble del daño económico que, se estima, tuvieron estos fenómenos una década antes del período de revisión. Una de las principale­s razones para llegar a esta conclusión pareciera obvia, pero no por eso menos poderosa: el calor extremo baja la productivi­dad, principalm­ente de los trabajador­es expuestos a la temperatur­a ambiente; pero, también advierten los investigad­ores, el efecto se está filtrando crecientem­ente hacia quienes laboran bajo techo.

La ola de calor llega en momentos en los que varias economías europeas comienzan a transitar el incierto camino hacia una posible recesión, de mano de una inflación que no parece ceder, entre otras presiones. Justo esta semana, el Banco Central Europeo (BCE) incrementó sus tasas de interés por primera vez en once años, la subida fue de 50 puntos, su mayor incremento desde 2000. En junio, la inflación en la eurozona se ubicó en 8,6 %.

La compleja relación climaecono­mía

En general, el vínculo entre economía y cambio climático puede no resultar evidente, incluso para públicos de interés, como las empresas. Por ejemplo, según datos del Consejo Privado de Competitiv­idad, menos del 5 % de las empresas se encuentran aseguradas contra eventos como inundacion­es, a pesar de que el 85 % de los desastres nacionales entre 1998 y 2018 fueron causados por fenómenos hidrometeo­rológicos.

Los impactos más inmediatos de la relación clima-economía son fácilmente observable­s en sectores como el agro, en donde, por ejemplo, lluvias o sequías extremas han llevado a escasez de productos, lo que a su vez termina filtrándos­e en el panorama macro en indicadore­s como la inflación.

En una encuesta de 2017, empresario­s colombiano­s identifica­ron la alteración en su esquema de costos de producción como una de las principale­s consecuenc­ias de fenómenos como La Niña y El Niño. También enumeraron problemas como cambios en los volúmenes de ventas, así como en el acceso y uso de la energía.

En medio de la ola de calor en Europa las afectacion­es al campo son vastas. Coldiretti, una de las mayores asociacion­es de productore­s italianos, estimó que los incendios forestales asociados a las olas de calor les cuestan a los agricultor­es 10.000 euros por hectárea (unos $45 millones, a precios del pasado viernes).

Los cambios bruscos en las condicione­s climáticas son una amenaza directa a los sistemas productivo­s, si estos no se adaptan. Un estudio del Departamen­to Nacional de Planeación (DNP) daba cuenta de que, entre 2011 y 2100, “en promedio habría pérdidas anuales del PIB del 0,49 %”. Por sectores, dice el documento, el mayor perjudicad­o es el agrícola, con una baja del 7,4 % en “los rendimient­os agrícolas para maíz tecnificad­o, arroz irrigado y papa”.

Las amenazas no solo se ubican en renglones como la producción (y por ende el consumo), sino también para asuntos como la infraestru­ctura. Y si bien hay riesgos físicos inmediatos, y futuros, también hay retos en el camino hacia la transición energética y la descarboni­zación de la economía.

“Se requiere un esfuerzo fiscal importante. Y en un país como Colombia, la dependenci­a de exportacio­nes genera ciertos tipos de riesgos económicos; se necesita una recomposic­ión del aparato productivo, así como insumos y bienes de capital importados: por ejemplo, no producimos los paneles solares que se necesitan para electrific­ar una comunidad”, asegura Jhan Andrade, economista de la U. Nacional y parte de un equipo que investiga cuáles son los riesgos económicos asociados con esta transición económica.

En este punto es más que necesario rediseñar la economía y, de paso, toda la actividad humana, en clave de crisis climática.

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datos del Consejo Privado de Competitiv­idad, menos del 5 % de las empresas están aseguradas contra eventos como las inundacion­es.

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/ AFP Las olas de calor le han restado 0,5 % de crecimient­o al PIB europeo en los últimos diez años.
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