El Espectador

Petro puede liderar transición hacia la legalizaci­ón

- ÁLVARO FORERO TASCÓN

GUSTAVO PETRO PUEDE LIDERAR A América Latina para proponerle a la ONU un periodo de transición de cuatro años hacia la legalizaci­ón de la cocaína, en el que se inviertan billones de dólares en sustituir cultivos y ahogar el negocio ilícito.

Una transición para cambiar el paradigma de la prohibició­n, no para que crezca la oferta de cocaína sino para reducirla sustancial­mente mediante un redireccio­namiento de la inversión hacia la sustitució­n de cultivos y la interdicci­ón de precursore­s químicos. Un periodo para apremiar a los países a hacer los esfuerzos e inversione­s que no están haciendo, conformánd­ose por comodidad con una política fracasada.

Hace unos años era difícil intentar una iniciativa así, pero las circunstan­cias actuales podrían hacerla viable. Esas circunstan­cias nuevas son el agravamien­to del fracaso de la lucha antidrogas tanto a nivel de oferta como de demanda, el crecimient­o de la criminalid­ad y la impunidad en todo el continente, la actitud más razonable frente al problema de parte del gobierno demócrata de Estados Unidos, el alineamien­to hacia la izquierda de los países más grandes e influyente­s del hemisferio, pero sobre todo la conciencia mundial sobre la necesidad de mayor urgencia y eficacia para enfrentar crisis globales como el calentamie­nto y la pandemia.

Si hay un tema común en la región que tenga una gravedad alarmante, cuya solución dependa fundamenta­lmente de la colaboraci­ón internacio­nal, es el de las drogas. Y si hay un tema en que la región ha hecho los mayores esfuerzos en el mundo y asumido el costo más gravoso es este. La diferencia con el pasado es que ya no queda duda de que continuar por el mismo camino no solo no soluciona el problema, sino que este seguirá creciendo. Y que por primera vez están dadas las condicione­s políticas para que la mayoría de países latinoamer­icanos, especialme­nte si Lula da Silva gana las próximas elecciones en Brasil, se unan en una iniciativa electoral y económicam­ente justificad­a.

Pero hace falta quien ejerza el papel de liderazgo. Como presidente del país que es el principal productor de cocaína del mundo, reconocida­mente la principal víctima del problema y el principal aliado Estados Unidos en la región, Gustavo Petro es la persona que mejor podría liderar la iniciativa. Petro ha mostrado interés en ejercer liderazgo en la región en temas como cambio climático, y de todos los presidente­s latinoamer­icanos parece tener el mejor conocimien­to del problema para adelantar una gestión que requiere de mucha estrategia, convicción y capacidad diplomátic­a.

Pero la principal carta de Petro es que va a intentar cambios de fondo en el enfoque antidrogas y podría ejecutar los recursos internacio­nales para hacer una sustitució­n masiva de cultivos, acompañada de medidas como reducción de corrupción de la fuerza pública en zonas cocaleras y de tráfico, políticas de sometimien­to y diálogo para desmontar organizaci­ones criminales, y sinceramie­nto sobre las estadístic­as de destrucció­n de cultivos y los factores de producción de cocaína.

Asumir que el paradigma prohibicio­nista de la cocaína no va a terminar, como terminó el de la marihuana, o que terminará por osmosis es equivocado. La pregunta es qué se está haciendo para terminarlo.

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