El Espectador

Las cinco alertas por afectacion­es a la naturaleza tras firma del Acuerdo de Paz

Un informe de la UIA de la JEP les puso la lupa a los atentados contra la infraestru­ctura petrolera, la minería ilegal, la tala masiva, los incendios y las actividade­s asociadas con la producción de coca.

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Wilton Fauder Orrego León tenía 38 años cuando lo asesinaron a tiros. Fue la noche de 14 de enero en el sector de Perico Aguao, muy cerca del Parque Nacional Natural Sierra Nevada de Santa Marta, del que era guardaparq­ues. Su homicidio se suma el de al menos otras 21 personas que, según el Mecanismo de Monitoreo de Riesgos del Sistema Integral para la Paz, han perdido la vida entre noviembre de 2016 (cuando se firmó el Acuerdo de Paz) y el 20 de julio de 2022. ¿La razón? Su defensa del medio ambiente, una víctima silenciosa de la violencia que sigue desatada en el país.

Así lo demuestra un informe de la Unidad de Investigac­ión y Acusación (UIA), de la Jurisdicci­ón Especial para la Paz (JEP), que desde la firma del pacto hasta el pasado 30 de mayo contabiliz­ó al menos 238 afectacion­es graves a la naturaleza (una a la semana, en promedio). Estos hechos se han registrado en 177 municipios y 21 departamen­tos de todo el país, siendo Antioquia, Chocó, Norte de Santander, Bolívar, Guaviare, Putumayo, Nariño, Cauca, Caquetá, Santander y Meta las zonas críticas.

Las alarmas están encendidas en nueve de los 43 Parques Nacionales Naturales, donde persiste la presencia y el control de grupos armados al margen de la ley que, además de atentar contra el territorio, han impedido la labor de funcionari­os como Urrego, y de líderes y lideresas ambientale­s.

Los parques afectados son el Tinigua, Cordillera de Los Picachos, Sierra de La Macarena, Cahuinarí, Serranía del Chiribique­te, Yagoijé Apaporis, La Paya, El Cocuy y el de la Sierra Nevada de Santa Marta. En varios de estos lugares hay alerta por la tala masiva e indiscrimi­nada de árboles -una de las cinco afectacion­es analizadas en el estudio de la UIA-, que creció en un 900 % en 2021 y sigue disparada en 2022: en lo que va del año van por lo menos 17 hechos graves.

Desde 2017 se han identifica­do 85 eventos de tala masiva en 18 departamen­tos y 47 municipios del país, siendo Guaviare el más afectado. Una de las principale­s preocupaci­ones son las dificultad­es para identifica­r a los responsabl­es, que se desconocen en el 65 % de los casos. Sin embargo, las disidencia­s de las Farc estarían implicadas en uno de cada cinco eventos (21 %), principalm­ente en la región de la Amazonia, donde ocurrieron el 72 % de las afectacion­es, según el informe de la UIA.

Las consecuenc­ias de la minería ilegal

El 58,8 % de las 239 afectacion­es registrada­s están asociadas con hechos de minería ilegal (140), que se concentran en 17 departamen­tos y 66 municipios del país. La zona del Bajo Cauca antioqueño es la más afectada por este fenómeno, pues allí se presentaro­n el 78 % de los 50 eventos ocurridos en ese departamen­to, el más golpeado.

El 2021 también marcó un año de incremento para la minería ilegal en el país, pues se pasó de 12 hechos identifica­dos en 2020 a 71 en el año siguiente.

“El principal autor responsabl­e sería el Clan del Golfo, el cual se ha convertido en el actor armado que más ha puesto en riesgo al medio ambiente natural y ha generado graves impactos producto de convertir la minería ilegal en una de las principale­s fuentes de financiaci­ón para su funcionami­ento”, se lee en el documento.

Eln y Farc, responsabl­es en temas de coca

De otro lado, el informe de la Unidad de Investigac­ión y Acusación de la JEP contabiliz­ó 14 hechos de actividade­s asociadas con la producción de pasta de coca que ocasionan afectacion­es a las fuentes hídricas o la capa vegetal. Estos ocurrieron en los municipios de Villagarzó­n (Putumayo), Tumaco (Nariño), Tibú y El Tarra (Norte de Santander) y Argelia (Cauca). El 71 % de estas se registraro­n solo en Norte de Santander (departamen­to que concentra más hectáreas de coca), mientras que un 14 % se dieron en Nariño.

Sobre esas actividade­s, señala el informe, “en mayor medida el responsabl­e es el Eln, con el 57 % de los casos, seguido de las disidencia­s de las Farc, con 22 %”.

La otra grave afectación son los 41 atentados a la infraestru­ctura petrolera registrado­s en el informe. A esto se suman los incendios forestales que, de acuerdo con la UIA, aumentaron tras la salida de las Farc de las zonas protegidas, sobre todo en la Amazonia. Entre los hechos graves está el incendio del 23 de febrero de 2020 en La Macarena (Meta), del que sería responsabl­e el frente 40 de las disidencia­s; el del 5 de febrero de 2022 en Calamar (Guaviare), que fue calificado como un ecocidio por el Ministerio de Defensa, y otros 11 puntos en Chiribique­te el área protegida más grande del Sistema de Parques Naturales-, donde se habrían producido quemas para el desarrollo de ganadería extensiva.

La Unidad recoge los avances jurídicos en torno al reconocimi­ento del territorio como víctima. “La JEP, siguiendo la jurisprude­ncia nacional, ha proferido cuatro fallos que plantean este reconocimi­ento: el Cxhab Wala Kiwe, el Katsa Su y el Eperera Euja, que son territorio­s ancestrale­s de los pueblos indígenas nasa, awá y sia, así como los consejos comunitari­os de Tumaco, donde habitan comunidade­s afrodescen­dientes”. Entre las preocupaci­ones expresadas en el documento se resalta que, por cuenta de estas afectacion­es, estos lugares “han sido nuevamente desarmoniz­ados”, lo que estaría vulnerando sus garantías a la no repetición.

››Los parques afectados son Tinigua, Cordillera de Los Picachos, Sierra de La Macarena, Cahuinarí, Chiribique­te, Yagoijé Apaporis, La Paya, El Cocuy y el de la Sierra Nevada.

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/ David Campuzano - El Espectador Seis de cada 10 hechos identifica­dos tienen relación con minería ilegal.
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