El Espectador

Ahora sí, sin dudarlo, a ratificar Escazú

- Editado por Comunican S.A. ©. Miembro: SIP, WAN, IPI y AMI © Comunican S.A. 2022, Todos los derechos reservados. ISSN 0122-2856. Año CXXXV. www.elespectad­or.com

SE NOTA QUE LOS VIENTOS DE LA POlítica han cambiado de rumbo: después de años de ser obstaculiz­ado en el Congreso, con mensajes ambivalent­es por parte del mismo presidente Iván Duque, por fin fue aprobado en segundo debate el Acuerdo de Escazú. La noticia, aparte de que es muy probable que el instrument­o internacio­nal sea apoyado en la Cámara de Representa­ntes y se introduzca al ordenamien­to jurídico colombiano, es que la votación fue una aplanadora: 73 votos a favor y 22 en contra. La mayoría del Partido Conservado­r, que durante el gobierno Duque hizo equipo con el Centro Democrátic­o y Cambio Radical para obstaculiz­ar la votación, votó afirmativa­mente. Más que un cambio ideológico profundo, lo que vemos es el interés de enviar guiños al presidente electo, Gustavo Petro. Es, en todo caso, una gran noticia para el país.

En varios editoriale­s fuimos claros en nuestro apoyo sobre el Acuerdo de Escazú. El 18 de octubre de 2020, hace casi dos años, escribimos en este espacio que “Colombia tiene un serio problema y una gran responsabi­lidad. Tenemos en nuestro territorio muchísima riqueza natural que debemos proteger. Sin embargo, somos el segundo país de América Latina y el quinto en todo el mundo con más defensores de derechos ambientale­s asesinados, según cifras de Global Witness. Además (...), la realidad es que no tenemos las capacidade­s instaladas para hacer valer las leyes, capacitar a los jueces ni ejercer control territoria­l sobre los espacios que tienen que ser protegidos”. Por eso, concluíamo­s: congresist­as, ratifiquen el Acuerdo de Escazú. Hoy nos repetimos.

Más allá de los temores que se siguen ventilando en el Congreso por parte de los opositores, ratificar el Acuerdo solo produce consecuenc­ias positivas. Primera, une a Colombia a un esfuerzo regional para proteger el medio ambiente y a sus defensores, mostrando que nuestras promesas van acompañada­s de hechos reales. Segunda, da un mecanismo adicional de interpreta­ción normativa para que nuestra legislació­n se modernice y se adecue a los más altos estándares internacio­nales en materia de sostenibil­idad. Tercera, mientras siguen asesinando a defensores ambientale­s en nuestro territorio, envía el mensaje inequívoco de que el Estado colombiano no tolerará ese aniquilami­ento. Cuarta, les impone a las autoridade­s tareas fijas de protección del medio ambiente. Rechazar todos esos aspectos por una supuesta falta de soberanía no tiene sentido, dado que Colombia tiene una Constituci­ón que pide ser sintonizad­a con los instrument­os internacio­nales. En últimas, estamos materializ­ando los principios de la Carta Política, nada más.

Tenemos que reconocer que Colombia está en una profunda encrucijad­a: somos reserva forestal del mundo, tenemos grandes riquezas naturales y hemos hecho promesas rimbombant­es en el ámbito internacio­nal, pero estamos fallando en sostenibil­idad. La cifra de asesinatos sería suficiente, pero también podemos ver la falta de presencia estatal en zonas vulnerable­s, la deforestac­ión y la ausencia de una reforma agraria. Estamos atrasados en la lucha contra la emergencia climática. Hizo bien, entonces, la bancada del nuevo gobierno en darle prioridad a la ratificaci­ón de Escazú. Es un primer paso muy necesario.

‘‘El uso de la aplanadora legislativ­a del gobierno entrante hizo bien en priorizar la ratificaci­ón del Acuerdo de Escazú”.

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