El Espectador

Los coletazos de una estrategia criminal

Expertos analizan las repercucio­nes y el contexto del plan pistola, que ha acabado con la vida de al menos 11 uniformado­s. Una estrategia criminal encabezada por el Clan del Golfo, como antesala a un posible sometimien­to a la justicia con el nuevo gobiern

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El 23 de octubre de 2021, una vez la Policía capturó al hombre más buscado del país, alias Otoniel, el presidente Iván Duque anunció “el final del Clan del Golfo”. Como si se tratara de un mensaje de tranquilid­ad, el mandatario dijo que el hecho era “comparable con la caída de Pablo Escobar”. Sin embargo, desde entonces y en los últimos meses, las respuestas de la organizaci­ón criminal permitiero­n ver la fragilidad de ese discurso y, por el contrario, posicionar­on al Clan como dueño de la tranquilid­ad en el Pacífico, el magdalena medio y la costa Caribe. El presente plan pistola ha resultado en la muerte de al menos 11 uniformado­s, la mayoría patrullero­s, cuyas vidas parecen el medio para allegar un mensaje de poder.

Aunque no es claro el origen del plan pistola, los datos muestran que el Clan del Golfo está atacando a uniformado­s de la rama de suboficial­es, en la mayoría de casos, patrullero­s. El inicio de esta persecució­n, que según fuentes podría delimitars­e a finales de junio, coincide con la extradició­n de Nini Johana Úsuga, alias La Negra, hermana de Otoniel. Para el profesor del Externado y doctor en Estudios de Paz y Conflicto, Andrés Macías, pensar que la captura y extradició­n de Dairo Antonio Úsuga significab­a el fin del Clan fue un mensaje inadecuado. Este grupo, a diferencia de las guerrillas, no tiene una estructura piramidal. Sus jerarquías son horizontal­es, es decir: a rey muerto, rey puesto.

Mientras los blancos están sobre el pecho de los uniformado­s, por cuyas vidas se ofrece hasta $20 millones (una recompensa­l al estilo de los años de Pablo Escobar), el Clan, en un reciente comunicado, aseguró tener intencione­s de someterse a una negociació­n. Según Leonardo González, codirector de Indepaz, todo es parte del mismo mensaje. “Cuando estos grupos quieren negociar, lastimosam­ente se quieren mostrar fuertes realizando acciones de fuerza para llegar ‘aireados’ y tener resultados más fructífero­s. Las acciones son contraprod­ucentes para la confianza que se busca para iniciar un desarme, pero se hace bajo esa lógica perversa de creer que, entre más fuerte se llegue a la mesa, mucho mejor va a negociar”, señaló González.

La muerte como mensaje

Para Gloria Alzate, directora de la oenegé Conciudada­nía, aunque los efectivos de la fuerza pública estén categoriza­dos como actor armado, son seres humanos, cuyas vidas están siendo usadas de cara a un debate. “Son vidas que se pierden, además muchos jóvenes que están apenas llegando a la institució­n. La realidad es que los factores y las causas del conflicto se mantienen y los actores armados se alimentan del narcotráfi­co, de las economías ilícitas, de muchas acciones ilegales y agudizan la situación en los territorio­s donde justamente el Estado debería estar y no está”, agrega. Según la Policía, de las vidas de uniformado­s que tomó el Clan del Golfo en 2022, 11 correspond­en a patrullero­s y tres a subintende­ntes.

Los investigad­ores Luis Fernando Trejos y Reynell Badillo, en una publicació­n para La Silla Vacía, agregan el concepto de “tercerizac­ión de la guerra contra el Estado”. Explican que el Clan estaría contratand­o organizaci­ones locales, como “mano de obra” para cometer los crímenes. Como el éxito de la persecució­n depende del número de policías muertos, a la final no tienen que movilizar grandes recursos humanos y operativos para dar con el objetivo. “Casos como este plan pistola dejan ver que la captura o asesinato de objetivos estratégic­os genera golpes de opinión favorables al gobierno central, pero escenarios de alto riesgo para los policías o militares que participan en esas operacione­s”, señalan.

Las posibilida­des a futuro

Justamente esta semana, la Oficina de la Alta Comisionad­a para los Derechos Humanos de la ONU le recomendó al entrante gobierno de Gustavo Petro intentar desarticul­ar las organizaci­ones criminales. Entre las principale­s conclusion­es de su informe está que la vía armada fue insuficien­te.

Por eso, el profesor del Externado considera que la única salida es un sometimien­to a la justicia, pero las peticiones del Clan, a la fecha, son una incógnita. Entre tanto, el mensaje que el grupo entrega de cara al próximo gobierno es que llegará a posibles conversaci­ones, demostrand­o su capacidad violenta con los recientes ataques a la fuerza pública.

En el medio están los uniformado­s de la Policía, quienes desprotegi­dos han caído cumpliendo funciones que expertos consideran que no les correspond­en. ¿Qué hace un policía en zona de conflicto?, se pregunta Gloria Alzate. La Policía, cree, debería encargarse de promover la convivenci­a ciudadana, como en el resto del mundo. La realidad es que le tocó apoyar a los militares en este contexto de guerra, muerte y miedo que ha perdurado por décadas.

››Con la cabeza visible del Clan bajo custodia, el Ministerio de Defensa cambió su discurso, dando por entendido que del grupo armado quedarían meros “reductos”.

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/ AFP El patrullero Vergara murió en Cañasgorda­s el 16 de julio pasado, en un ataque contra la Dirección de Tránsito de ese municipio antioqueño.

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