El gobierno sin bandera
Iván Duque se retira con bajos registros de aprobación. ¿Culpa de la pandemia? ¿Falta de liderazgo? ¿Recuperará su imagen en el futuro?
La poco usual despedida del ya casi expresidente Iván Duque dejó muchas cosas en claro. Su aparición en el Congreso, el pasado 20 de julio, para rendir el informe de rigor y la posesión de las próximas bancadas mostraron mucho sobre su estilo, talante y legado. Y también sobre la dureza con que lo juzgará la historia, tras una de las eras más sensibles que haya vivido la humanidad. Es de esperarse, en general, una salida magra del poder para los mandatarios que vivieron la pandemia. Y Duque, aunque no solo por eso, no ha sido la excepción.
La tendencia es global. El presidente de Estados Unidos que vivió la pandemia, Donald Trump, no pudo reelegirse. Y su reemplazante, Joe Biden, ya muestra niveles inéditos de desaprobación ligados a la economía que dejó la crisis sanitaria. El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, acaba de renunciar por escándalos relacionados con la epidemia. Incluso, el mandatario francés, Emmanuel Macron, se ganó otro período presidencial, pero con significativos avances de la oposición en el Congreso. El bicho del coronavirus atacó sin distinciones políticas. Y los votantes de todas las tendencias y colores culpan sin clemencia a quienes están en el poder.
Duque, entonces, puede achacar a la pandemia gran parte de sus frustraciones de gestión: la inflación, las protestas y, claro, la victoria de su más acérrimo opositor, Gustavo Petro. Aun así, alega que su labor para combatir la enfermedad ha sido más eficaz que en casi todos los demás países. “Son cosas del virus, no del mal gobierno”, piensan el mandatario y sus más cercanos colaboradores.
Sin embargo, no hay encuesta ni escenario en el que al presidente Duque no le vaya mal ante la opinión pública. Las imágenes de los congresistas que lo chiflaban en la ceremonia de instalación de la legislatura 2022-2026 son una muestra más de hasta dónde ha caído la percepción del gobernante. Según varias encuestas, la percepción negativa llega a un 70 % y la positiva no pasa del 25 %. No son números de alguien que sale por la puerta grande, como cree el jefe de Estado.
Las consecuencias de ese desprestigio están a la vista. Las elecciones que acaban de pasar -victoria de Petro en la Presidencia, reducción de fuerzas tradicionales en el Congreso y aumento en los niveles de participación electoralson expresión de un país golpeado y un gobierno desprestigiado. De un electorado saturado y desesperanzado, dispuesto a buscar nuevos rumbos. Habrá que esperar a ver cómo los enfrenta el nuevo gobierno.
¿Cómo será recordado, en fin, Iván Duque, el exmandatario con un largo futuro en su posmandato? ¿Logrará corregir percepciones sobre su figura, recuperar terreno y modificar la percepción sobre su gestión? ¿Tendrá algún papel en la política? ¿Recuperará la imagen de técnico ligado a las organizaciones multilaterales que tenía cuando fue elegido?
Porque en el momento de la salida su imagen no está asociada a ninguna bandera, como la paz de Santos o la seguridad de Uribe. Él insiste en que su legado es la equidad, pero nadie parece creerle eso a quien lidera un país donde la desigualdad creció en los últimos años. Duque también se muestra como un impulsor de la agenda venezolana: el altruista mandatario que abrió las puertas del país regularizando a cientos de miles de migrantes. Es una bandera valiosa, pero débil para graduarlo como el defensor de los venezolanos, entre otras, porque le apostó todo al liderazgo de Juan Guaidó y dijo que Maduro “tenía las horas contadas”. Y Guaidó está perdido y Maduro sigue en el poder.
Ya hay señales evidentes de que Gustavo Petro, en la Presidencia, cambiará de política. Como plantearon también casi todos los presidenciales derrotados y como, de alguna manera, ya está haciendo la administración Biden en Estados Unidos.
No existe un tema fuerte que se asocie con la gestión de Iván Duque. La tibieza frente a la paz no lo pone como defensor ni como crítico. El llamado “Silicon Valley latinoamericano”, su apuesta por convertir a Colombia en una potencia de la tecnología, parece más un lugar común que suena bonito, pero tiene mucho por aterrizar.
Como insistió en su discurso del 20 de julio, Duque tiene cifras para citar como éxitos. Pero los números son siempre relativos. Y su esfuerzo por escoger aquellos que le convienen es evidente incluso para los desprevenidos. Duque deja la Casa de Nariño con su gran opositor en el poder y sin una bandera con la cual lo pueda identificar la historia.
››La
imagen de Duque no está asociada a ninguna bandera, como la paz de Santos o la seguridad de Uribe. Él insiste en que su legado es la equidad, en un país donde la desigualdad creció en los últimos años.
››El
plazo máximo para la votación de la elección del nuevo contralor en el Congreso es el 18 de agosto. Los tiempos están muy ajustados y se espera que la nueva comisión accidental que definirá los nuevos candidatos revele los nombres lo más pronto posible.