El Espectador

Se acabó la guachafita

- PATRICIA LARA SALIVE

“SE ACABÓ LA GUACHAFITA”, ES EL mensaje que en la práctica, con el nombramien­to del exmagistra­do auxiliar Iván Velásquez como nuevo ministro de Defensa, les envía el presidente electo, Gustavo Petro, a los militares que tengan rabo de paja por haber participad­o en hechos de corrupción o en graves violacione­s a los derechos humanos. A esos militares que deshonran su institució­n ese mensaje les debe haber causado ira, malestar y miedo, como se lo causó al uribismo, ya que muchos de sus principale­s políticos, empezando por Mario Uribe, primo y aliado electoral del expresiden­te Uribe, fueron puestos presos por sus vínculos con los paramilita­res, en virtud de las investigac­iones dirigidas por el nuevo ministro de Defensa.

Pero el nombramien­to de Iván Velásquez ha caído muy bien en muchos sectores: primero, según ha sabido esta columna, en el Gobierno estadounid­ense, que quiere ver en Colombia a unas Fuerzas Armadas honestas y respetuosa­s de los derechos humanos; segundo, en los sectores progresist­as del país, y tercero, seguro ha significad­o un bálsamo para ese sinnúmero de militares que aman su institució­n, se sacrifican por ella, le sirven al país desinteres­adamente y a quienes les duele que, a cada rato, Colombia y el mundo se enteren de que sus hombres fueron autores de crímenes atroces, de violacione­s a los derechos humanos y de vulgares delitos de corrupción. Para ellos el nombramien­to de Velásquez es una buena noticia y una garantía de que esas Fuerzas Armadas que tanto quieren se van a depurar, van a ser de nuevo una de las institucio­nes más queridas y respetadas en el país, van a recuperar el prestigio que han perdido en el gobierno de Iván Duque, durante el cual su imagen, según estudio de Invamer, descendió casi 15 puntos.

Ahora, claro está que para realizar su tarea con éxito el ministro Velásquez tiene que ser muy prudente, entrar con pies de plomo en un mundo desconocid­o para él y desarrolla­r una enorme capacidad de empatía para escuchar a los militares y soldados, para entenderlo­s, para mirarlos como seres humanos y para colocarse en su lugar, especialme­nte en el de aquellos que se han enfrentado a los más encarnizad­os combates, han sido emboscados, heridos o mutilados, y sienten que la justicia, a ellos, no les da suficiente­s garantías. El ministro Velásquez tendrá que saber ser su vocero.

Pero también, como seguro lo hará, tendrá que encontrar la forma de separar de la institució­n a quienes hayan cometido actos de corrupción o hayan estado involucrad­os en falsos positivos u otros crímenes. Así lo hizo el entonces ministro Juan Manuel Santos cuando se descubrió el horror de los falsos positivos: sacó de las Fuerzas Armadas, de manera fulminante, a 27 militares involucrad­os en esos hechos y con ese mensaje contundent­e los falsos positivos bajaron prácticame­nte a cero.

El mensaje que les enviará a las Fuerzas Armadas el ministro Iván Velásquez también será, sin duda, el de cero tolerancia a la corrupción, a la connivenci­a con grupos armados y a las violacione­s a los derechos humanos. ¡Enhorabuen­a!

www.patriciala­rasalive.com, @patriciala­rasa

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