El Espectador

Las Dick Kerr’s Ladies

- CON SOL Y SOMBRA CAMILO AMAYA

Esta historia comienza en 1914, en Preston (Inglaterra), en Dick, Kerr & Co., una fábrica ferroviari­a que empezó a elaborar municiones tras el inicio de la Primera Guerra Mundial. Y las protagonis­tas son las trabajador­as, mujeres que asumieron la producción mientras los hombres iban a la guerra. Mujeres que jugaban fútbol para entretener­se en épocas difíciles.

Y lo que inició como una simple estrategia de ocio terminó con un equipo organizado, con partidos en los que había que pagar 10 chelines para ver a las Dick Kerr’s Ladies derrotar con facilidad a sus rivales hombres, y con donaciones de lo recaudado en las entradas para los heridos en la guerra. A su primer encuentro fueron 10.000 personas, al segundo un poco más. Con el fin del conflicto (1918) volvió la liga de fútbol masculina a Inglaterra y se les impuso dejar el deporte y retomar sus actividade­s; es decir, volver al hogar.

Sin embargo, las Dick Kerr’s Ladies, rebeldes para su época, siguieron jugando. En sus siguientes partidos, en Francia, el promedio de asistencia fue de 15.000 personas. Winston Churchill, primer ministro británico, las autorizó a tener un encuentro contra las mejores jugadoras del Reino Unido, en la noche, a pesar de la necesidad de ahorrar energía, por los estragos de la posguerra.

A dicho encuentro fueron 53.000 personas, 14.000 se quedaron fuera del estadio de Everton. Jugaron 67 partidos ese año, con cerca de 900.000 espectador­es. Su actuar solidario se mantuvo y donaron sus ganancias a los mineros que permanecía­n en huelga.

Ya no solo desafiaban a los hombres, dueños del deporte, sino también a los que controlaba­n la economía. Entonces las Dick Kerr’s Ladies se convirtier­on en un equipo peligroso para el establecim­iento. Y por eso la Federación Inglesa, tras muchas presiones, prohibió el fútbol femenino. Aún así siguieron jugando en Estados Unidos, contra rivales hombres. Disputaron nueve partidos, ganaron tres, empataron tres y perdieron otros tres.

Las Dick Kerr’s Ladies jugaron, hasta 1965, 828 encuentros. Ganaron 758, empataron 46 y perdieron 24.

¿Y por qué traigo a colación esta historia? Para que las jugadoras de la selección de Colombia, que clasificó a la final de la Copa América, sepan que las luchas de antes están en el ahora y que tienen todo por ganar en un país en el que la Federación Colombiana de Fútbol y la Dimayor no les pueden impedir jugar, pero sí las tienen sin una liga digna.

Porque las luchas de antes están en el ahora. Porque hablar de igualdad en el fútbol no se puede quedar en meras promesas y apretones de manos. Mucho menos en frases mentirosas como: “Ellas saben que son como mis hijas”.

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