¿Qué busca Petro en Venezuela?
LA ANUNCIADA REAPERTURA DE relaciones entre Colombia y Venezuela se esperaba, con el triunfo de Gustavo Petro en las elecciones, pero no tan pronto. Incluso habían circulado versiones de un proceso a acordar, menos abrupto y por etapas. Pero en cuestión de horas se consolidó la nueva realidad, con documentos y firmas por parte del futuro canciller de Colombia, Álvaro Leyva, y enviados del presidente Maduro. Las embajadas y los consulados serán reabiertos y los embajadores de cada país serán nombrados y ocuparán las oficinas de las respectivas embajadas.
No es la primera vez que un cambio de gobierno coincide con una reapertura de relaciones. Después de la crisis de la corbeta Caldas, en 1987, los vínculos bilaterales se reabrieron en la coyuntura de la segunda posesión de Carlos Andrés Pérez en Venezuela. En esa ocasión los dos gobiernos acordaron la creación de un grupo de comisiones conjuntas que durante años ayudaron a las dos embajadas en una etapa con subidas y bajadas, pero productiva al fin. Es un hecho que los momentos de cambio de gobierno son propicios para revisar y corregir el rumbo de las relaciones bilaterales.
Es lo que acaba de ocurrir. El próximo ministro de Relaciones Exteriores, Álvaro Leyva, viajó pronto y sin demoras para sellar la ya anunciada reapertura de relaciones, el restablecimiento de los consulados y el pronto restablecimiento de embajadores. Más que una sorpresa por el hecho en sí mismo, lo es por la rapidez y el momento: los gobiernos ni siquiera esperaron a la posesión de Gustavo Petro. Había urgencia en el restablecimiento.
Con justa razón. La ruptura iba para cuatro años, un período muy largo para dos países con tantos lazos y problemas. Y, sobre todo, con cientos de ciudadanos aquí y allá sin rumbo fijo o en situaciones precarias. La lección es clara: dos países vecinos, con una frontera extensa e interdependientes en muchos aspectos, necesitan comunicación. No se debe exagerar la interpretación de que la reapertura de embajadas se debe a la coincidencia ideológica de Petro y Maduro (¿la hay?). La comunicación entre dos Estados con una frontera extensa, una interdependencia compleja y una amplia población fronteriza es indispensable, incluso cuando hay desacuerdos. La diplomacia no depende de las coincidencias ideológicas, sino, precisamente, de la capacidad de entendimiento —y de trabajar en conjunto—, a pesar de las diferencias.
A esta realidad se añade ahora la coincidencia entre los dos mandatarios: Petro y Maduro. Pero, en realidad, las dos naciones deben construir un esquema de relaciones bilaterales que perdure más allá de la posición política o ideológica de los gobernantes del momento. De lo que se trata es de construir instrumentos para trabajar conjuntamente en una agenda acordada. La binacional, entre Colombia y Venezuela, es amplia. Y a la de toda la vida (cooperación, migraciones, comercio, desarrollo y seguridad en la frontera y delimitación marítima, entre otros aspectos) se agregan ahora la pandemia y el desplazamiento de ciudadanos de un país a otro, sobre todo ahora de venezolanos a Colombia, y un conato de reconstrucción del sistema de trabajo continental, justo en momentos en los que hay una mayor diversidad en las líneas ideológicas de los gobernantes… asuntos complejos y relevantes a la vez, que necesitan atención y entendimiento entre los gobiernos de Petro y Maduro.
Por la complejidad de la agenda, la vecindad y las migraciones de un país a otro (hoy de venezolanos a Colombia, ayer de colombianos a Venezuela… mañana, ¿quién sabe?), las embajadas y los consulados tienen una amplia lista de asuntos complejos que tratar. Dejar temas de tan gran calado a la deriva no le sirve a ninguna de las dos partes. La noción según la cual las relaciones diplomáticas deben o se pueden cortar por períodos se debe revisar. El ejercicio de la diplomacia es más relevante, necesario y útil cuando hay problemas. ¡Y Colombia y Venezuela tienen muchos!
La movida del futuro canciller Leyva implica un cambio del próximo gobierno frente a Venezuela, pues se comunicará con Maduro y no, como hacía el gobierno saliente, con Juan Guaidó. El nuevo gobierno de Colombia reconoce, pues, a Maduro.
El rápido avance del gobierno Petro con la Venezuela de Maduro (sin esperar siquiera su posesión) abre expectativas sobre una relación bilateral sin los conflictos de los últimos cuatro años y con enormes posibilidades de cooperación. Más aún en un continente en el que el naciente dúo Bogotá-Caracas encontrará varios miembros más. Y habrá que ver qué pasa en las elecciones brasileñas, pues hasta ahora Lula encabeza las encuestas, y también con los Estados Unidos de Joe Biden, que tienen una visión mucho más progresista que su antecesor. Sobre todo en momentos en los que la crisis del mercado petrolero, causada por el conflicto en Ucrania, hace más difícil el acceso al crudo, razón por la cual Venezuela hoy es más importante para Estados Unidos.
El gobierno de Gustavo Petro, pues, anuncia un giro notable en las relaciones con Venezuela. Los tiempos son cambiantes y los desafíos son enormes: posibilidades de recesión internacional, conflicto en Ucrania, instituciones desgastadas, amenazas a la paz... Y es precisamente en ese entorno difícil que el nuevo gobierno intentará construir una política exterior diferente y una reapertura con su vecino, Nicolás Maduro, que el mandatario anterior no reconocía.
* Periodista y exministro de Relaciones Exteriores de Colombia.
‘‘La
comunicación entre dos Estados con una frontera extensa, una interdependencia compleja y una amplia población fronteriza es indispensable, incluso cuando hay desacuerdos. La diplomacia no depende de las coincidencias ideológicas, sino, precisamente, de la capacidad de entendimiento a pesar de las diferencias”.