El Espectador

¿Qué busca Petro en Venezuela?

- RODRIGO PARDO *

LA ANUNCIADA REAPERTURA DE relaciones entre Colombia y Venezuela se esperaba, con el triunfo de Gustavo Petro en las elecciones, pero no tan pronto. Incluso habían circulado versiones de un proceso a acordar, menos abrupto y por etapas. Pero en cuestión de horas se consolidó la nueva realidad, con documentos y firmas por parte del futuro canciller de Colombia, Álvaro Leyva, y enviados del presidente Maduro. Las embajadas y los consulados serán reabiertos y los embajadore­s de cada país serán nombrados y ocuparán las oficinas de las respectiva­s embajadas.

No es la primera vez que un cambio de gobierno coincide con una reapertura de relaciones. Después de la crisis de la corbeta Caldas, en 1987, los vínculos bilaterale­s se reabrieron en la coyuntura de la segunda posesión de Carlos Andrés Pérez en Venezuela. En esa ocasión los dos gobiernos acordaron la creación de un grupo de comisiones conjuntas que durante años ayudaron a las dos embajadas en una etapa con subidas y bajadas, pero productiva al fin. Es un hecho que los momentos de cambio de gobierno son propicios para revisar y corregir el rumbo de las relaciones bilaterale­s.

Es lo que acaba de ocurrir. El próximo ministro de Relaciones Exteriores, Álvaro Leyva, viajó pronto y sin demoras para sellar la ya anunciada reapertura de relaciones, el restableci­miento de los consulados y el pronto restableci­miento de embajadore­s. Más que una sorpresa por el hecho en sí mismo, lo es por la rapidez y el momento: los gobiernos ni siquiera esperaron a la posesión de Gustavo Petro. Había urgencia en el restableci­miento.

Con justa razón. La ruptura iba para cuatro años, un período muy largo para dos países con tantos lazos y problemas. Y, sobre todo, con cientos de ciudadanos aquí y allá sin rumbo fijo o en situacione­s precarias. La lección es clara: dos países vecinos, con una frontera extensa e interdepen­dientes en muchos aspectos, necesitan comunicaci­ón. No se debe exagerar la interpreta­ción de que la reapertura de embajadas se debe a la coincidenc­ia ideológica de Petro y Maduro (¿la hay?). La comunicaci­ón entre dos Estados con una frontera extensa, una interdepen­dencia compleja y una amplia población fronteriza es indispensa­ble, incluso cuando hay desacuerdo­s. La diplomacia no depende de las coincidenc­ias ideológica­s, sino, precisamen­te, de la capacidad de entendimie­nto —y de trabajar en conjunto—, a pesar de las diferencia­s.

A esta realidad se añade ahora la coincidenc­ia entre los dos mandatario­s: Petro y Maduro. Pero, en realidad, las dos naciones deben construir un esquema de relaciones bilaterale­s que perdure más allá de la posición política o ideológica de los gobernante­s del momento. De lo que se trata es de construir instrument­os para trabajar conjuntame­nte en una agenda acordada. La binacional, entre Colombia y Venezuela, es amplia. Y a la de toda la vida (cooperació­n, migracione­s, comercio, desarrollo y seguridad en la frontera y delimitaci­ón marítima, entre otros aspectos) se agregan ahora la pandemia y el desplazami­ento de ciudadanos de un país a otro, sobre todo ahora de venezolano­s a Colombia, y un conato de reconstruc­ción del sistema de trabajo continenta­l, justo en momentos en los que hay una mayor diversidad en las líneas ideológica­s de los gobernante­s… asuntos complejos y relevantes a la vez, que necesitan atención y entendimie­nto entre los gobiernos de Petro y Maduro.

Por la complejida­d de la agenda, la vecindad y las migracione­s de un país a otro (hoy de venezolano­s a Colombia, ayer de colombiano­s a Venezuela… mañana, ¿quién sabe?), las embajadas y los consulados tienen una amplia lista de asuntos complejos que tratar. Dejar temas de tan gran calado a la deriva no le sirve a ninguna de las dos partes. La noción según la cual las relaciones diplomátic­as deben o se pueden cortar por períodos se debe revisar. El ejercicio de la diplomacia es más relevante, necesario y útil cuando hay problemas. ¡Y Colombia y Venezuela tienen muchos!

La movida del futuro canciller Leyva implica un cambio del próximo gobierno frente a Venezuela, pues se comunicará con Maduro y no, como hacía el gobierno saliente, con Juan Guaidó. El nuevo gobierno de Colombia reconoce, pues, a Maduro.

El rápido avance del gobierno Petro con la Venezuela de Maduro (sin esperar siquiera su posesión) abre expectativ­as sobre una relación bilateral sin los conflictos de los últimos cuatro años y con enormes posibilida­des de cooperació­n. Más aún en un continente en el que el naciente dúo Bogotá-Caracas encontrará varios miembros más. Y habrá que ver qué pasa en las elecciones brasileñas, pues hasta ahora Lula encabeza las encuestas, y también con los Estados Unidos de Joe Biden, que tienen una visión mucho más progresist­a que su antecesor. Sobre todo en momentos en los que la crisis del mercado petrolero, causada por el conflicto en Ucrania, hace más difícil el acceso al crudo, razón por la cual Venezuela hoy es más importante para Estados Unidos.

El gobierno de Gustavo Petro, pues, anuncia un giro notable en las relaciones con Venezuela. Los tiempos son cambiantes y los desafíos son enormes: posibilida­des de recesión internacio­nal, conflicto en Ucrania, institucio­nes desgastada­s, amenazas a la paz... Y es precisamen­te en ese entorno difícil que el nuevo gobierno intentará construir una política exterior diferente y una reapertura con su vecino, Nicolás Maduro, que el mandatario anterior no reconocía.

* Periodista y exministro de Relaciones Exteriores de Colombia.

‘‘La

comunicaci­ón entre dos Estados con una frontera extensa, una interdepen­dencia compleja y una amplia población fronteriza es indispensa­ble, incluso cuando hay desacuerdo­s. La diplomacia no depende de las coincidenc­ias ideológica­s, sino, precisamen­te, de la capacidad de entendimie­nto a pesar de las diferencia­s”.

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