“Tenemos reservas serias frente a Petro”
El senador habla de las razones que lo llevaron a declararse como independiente y no de gobierno. También dio su visión sobre la nueva bancada oficialista y los problemas que tendrá por su tamaño.
¿A qué Congreso llega? ¿Es un Congreso de transformaciones, como se ha predicado?
Lo primero que tengo que decir es que yo había conocido el Congreso desde afuera, como ministro. Pero otra cosa es estar dentro de la ballena. Y ahí uno encuentra muchas disfuncionalidades.
Por el momento veo que hay una coalición muy grande de gobierno, que asegura que van a pasar muchas cosas, sobre todo este primer año. El siguiente tendremos elecciones y eso dificultará el panorama. Creo que va a haber decisiones, muchas de ellas progresistas. Pero creo que esta coalición tan grande y heterogénea, cuando entren los temas importantes, aunque no preveo una gran crisis, sí una configuración de sectores en función de cada tema. Tenemos que ver de qué manera esto se va a ir comportando. Pero el resultado final sí debe ser positivo para Colombia.
Usted fue ministro de Gobierno, ¿han cambiado mucho las dinámicas en el Congreso frente a lo que usted pudo ver antes?
Sí, digamos que en aquella época, en 1991, había un sentimiento anticongreso y antipolítico muy grande. Vino la famosa revocatoria y, para mi sorpresa, el Congreso que vino después no fue mejor que el revocado. Y a partir de allí se han ido agravando ciertos males. Esta es la oportunidad para recuperar confianza y cumplir las promesas de campaña.
¿Eso quiere decir que los que llegaron son la representación del cambio?
Creo que sí. Indudablemente hay una cosa nueva y es una cosa dirigida hacia el cambio. Un hecho sustancial de la política colombiana es que las dos opciones proclamaban el cambio y es el signo de los tiempos. En segundo lugar, hay unos fenómenos nuevos que no son tan alentadores. Por ejemplo, la circunstancia de que los influencers y las redes sociales tengan tanto poder en una opinión pública tan emocional y poco reflexiva, termina dificultando las labores del Congreso.
Habla de los ‘influencers’, incluso uno -JP Hernández- alcanzó a tener mayor votación que usted. ¿Cree que ellos pueden implicar un debate político de menor calidad?
El problema de esta visión de la política, que no solo ocurre en Colombia, es que es muy superficial. Poco más de 200 caracteres en un trino es la peor forma de reflexionar sobre la política. Los 30 segundos de la televisión aún son más superficiales. Confiemos en que esto se va a ir decantando, al menos en el Congreso. Las formas mundiales en la política se han ido conduciendo por estos esquemas de volatilidad. Hay un filósofo, Byung-Chul Han, que habla de la “infocracia”. Se ha generado una forma de gobernar inmediatista, que no examina
y que se guía por los instintos.
Usted y Daniel Carvalho no tienen partido, ¿eso no los deja en desventaja frente a los otros sectores?
Diría que no. La circunstancia actual de nosotros nos ha dado un ámbito de mayor libertad, capacidad de discusión e independencia. Finalmente me siento tranquilo y contento.
Están en un vacío jurídico en el que algunos expertos han comentado que pueden pedir la personería jurídica, ¿lo harían?
He oído esa tesis y no soy capaz de responder categóricamente, porque hay que examinarla. Por lo pronto, no me parece tan clara esa posibilidad. De existir, mi experiencia me ha mostrado que, a pesar de todos estos malentendidos, creo que sí es útil en la política colombiana tener una organización con personería jurídica. Todo eso hay que hacerlo con cuidado y racionalidad.
¿Qué piensa de que los partidos tradicionales (conservadores, liberales y la U) sean de gobierno? ¿Se afecta la promesa de cambio dada por Petro?
Hay dos formas de mirar ese tema. Un destacadísimo dirigente, seguidor de Gustavo Petro, dijo que les tocó hacer coaliciones porque no lograron una mayoría suficiente en el Congreso, y eso tiene cierta racionalidad. Si no se puede gobernar solo, se deben armar coaliciones. El peligro, y es una responsabilidad enorme de Petro, es gestionar una coalición tan enorme y disímil manteniéndose en la línea de política abierta, higiénica, transparente y sin mermelada.
¿No cree que esta situación pone en duda la legitimidad ideológica de los partidos?
Es claro. Estamos ante la mayor crisis del régimen de partidos. Veníamos mal en esa materia y el solo hecho de que con el triunfo de Petro muchos partidos se hayan subido al tren de la victoria, demuestra que el sustrato de los partidos y sus convicciones es bastante frágil.
Desde la campaña hablaron de apoyar la propuesta de cambio, ¿por qué declararse como independientes y no como gobierno? ¿Hay reservas frente a Petro?
Hay temas en los que coincidimos. Pero tenemos reservas serias frente a Petro. Digamos, la idea de recoger $50 billones cada año con la reforma tributaria, como se planteó inicialmente, me parece que golpea la economía privada y generaría un fenómeno de estatización totalmente indeseable. Eso se ha ido suavizando y el doctor José Antonio Ocampo es garantía de que no se vaya a extremos. En segundo lugar, la idea de combatir los combustibles fósiles es obvia ante la situación del mundo, casi nadie se opone a esto, pero la propuesta de Petro de suspender la exploración de inmediato genera inmensos riesgos.La llamada paz total también me genera interrogantes, no oposición. No se han definido muchos temas, pero hay elementos que generan preocupaciones, como la idea de que la negociación con el Eln se haría de la forma de que lo que se vaya acordando se vaya aplicando de inmediato, lo contrario a lo de La Habana.
¿Va a resultar problemático que solo se tenga como figura de oposición al Centro Democrático? ¿Se retrocede frente a otros gobiernos, donde hubo con claridad gobiernooposición?
Puede ser un error histórico concentrar el papel de opositores en las zonas radicales de la derecha, el Centro Democrático. Aunque insisto en que hay que ver cómo va a ser el comportamiento de una coalición tan grande como la que logró Gustavo Petro. No es muy sano que la oposición se quede en
‘‘La
circunstancia de que los ‘influencers’ y las redes sociales tengan tanto poder en una opinión pública tan emocional y poco reflexiva, termina dificultando las labores del Congreso”.