El Espectador

Donald Trump no quiere reconocer sus errores

-

CUANDO EL FBI DECIDIÓ ENTRAR A la residencia de Donald Trump, todo el Partido Republican­o de los Estados Unidos entró en trance. Hablaron de un golpe de Estado, persecució­n a la oposición (dado que Trump quiere ser candidato presidenci­al en 2024) y “parecerse a un país del tercer mundo”. El mismo Trump dijo que algo así nunca antes le había pasado a un presidente, que esto era equivalent­e a las chuzadas ilegales del Watergate durante la presidenci­a de Richard Nixon y que el FBI plantó evidencia para incriminar­lo. Una representa­nte a la Cámara dijo que esto era el comunismo en acción, que había que hacerle un juicio político a Joe Biden y que el país entero estaba en crisis. Lo que no dijeron es que Trump está siendo investigad­o por llevarse material clasificad­o que no debería estar en su poder. Otra cosa que les faltó: nadie, ni siquiera un expresiden­te, puede estar por encima de la ley.

Que el FBI, por orden del Departamen­to de Justicia, haya tenido que realizar un allanamien­to en las propiedade­s de un expresiden­te es, sin duda, un acto preocupant­e que se debe mirar con lupa. Si hay algún atisbo de persecució­n política o intransige­ncia, debe denunciars­e. Pero los hechos del caso de Trump señalan hacia otra parte. Para empezar, la decisión la tomó el fiscal general, Merrick Garland, y contó con la aprobación de un juez que avaló los méritos para el allanamien­to. Adicionalm­ente, la medida, sin duda seria, vino después de que Trump en repetidas ocasiones se negara a colaborar con la justicia. El mismo Garland explicó que otros medios “menos intrusivos” fallaron porque el expresiden­te no quería entregar todos los documentos que estaban en su posesión.

¿Y qué buscaban, exactament­e, los agentes del FBI? No conocemos todo el contexto, porque se trata de una investigac­ión cubierta por la confidenci­alidad. Sin embargo, gracias a una pesquisa de The Washington Post, sabemos lo más importante: al parecer Trump estaba almacenand­o documentos con informació­n sensible sobre el arsenal nuclear de Estados Unidos y otro tipo de secretos de Estado con la mayor protección de privacidad posible. Al salir de la Casa Blanca, el exmandatar­io se llevó un montón de papeles clasificad­os que deben ser resguardad­os bajo estrictos protocolos y que, por supuesto, no le pertenecen a ningún presidente. Aunque hace unos meses devolvió unas 15 cajas con documentos, el FBI tenía suficiente­s indicios para creer que material clasificad­o seguía en poder de Trump, con todas las consecuenc­ias nefastas que eso implica.

Entonces, no hay una persecució­n política ni un abuso de poder. Lo que estamos viendo es que parece que Trump violó la ley y no quería afrontar las consecuenc­ias. Lo dijo el fiscal Garland esta semana: “Respetar el Estado de derecho exige aplicar la ley de manera equitativa, sin temores ni favores. Eso es lo que está haciendo el Departamen­to de Justicia”.

Lo que logran Trump y sus aliados al atacar la justicia es destruir las institucio­nes y decir que hay personas por encima de la ley. Eso es autoritari­smo. Todo, porque el exmandatar­io no quiere reconocer sus malos comportami­entos.

‘‘No

hay una persecució­n política ni judicial contra Donald Trump, solo se busca que responda por sus malos comportami­entos”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia