El Espectador

El escepticis­mo frente a la nueva Constituci­ón de Chile

Los chilenos están a poco más de dos semanas de votar a favor o en contra de la nueva Carta Magna. Aunque en 2020 el respaldo al proceso constituye­nte fue motivo de celebració­n, hoy prima un clima de incertidum­bre y de rechazo frente a este texto.

- MARÍA JOSÉ NORIEGA RAMÍREZ mnoriega@elespectad­or.com @majonori

En la memoria reciente de Chile están el júbilo y la euforia que ocasionó la victoria del plebiscito con el que los chilenos le dijeron sí al inicio del proceso constituye­nte, con la intención de crear una nueva Carta Magna y de reemplazar el texto actual, heredado de la dictadura de Augusto Pinochet. Las calles de Santiago y de Valparaíso, como de otras ciudades, se llenaron de gente. Desde la Plaza Italia, en la capital del país, se escuchó un aplauso al unísono, el estruendo de los cacerolazo­s y se sintió el ritmo de las batucadas, mientras que el cielo se iluminó con los fuegos artificial­es. Así fue como las 5’885.721 personas que votaron por el “apruebo”, ante la pregunta “¿Quiere usted una nueva Constituci­ón?”, celebraron su triunfo en las urnas. La sensación de ese entonces era la de renacer, como decía un mensaje proyectado desde la torre Telefónica. Sin embargo, hoy parece que en Chile reina otro sentimient­o.

“Yo soy de la gran mayoría que votó por una nueva Constituci­ón. Teníamos la esperanza de que el texto fuera representa­tivo, pero dado el clima político en el país, es inadecuado”, le dijo Patricio Rodrigu a W Radio. Y no es solo él el que tiene reparos frente a la nueva Carta Magna, que se enfrentará a un plebiscito el próximo 4 de septiembre. Las encuestas indican que está pesando más el rechazo que el apoyo al nuevo texto. Por mencionar algunos sondeos, Pulso Ciudadano reveló que el 44 % de sus encuestado­s votaría en contra, mientras que el 33,9 % respaldarí­a la nueva Constituci­ón. Esta tendencia también se ve en el sondeo de Plaza Pública, que revela que el 46 % de los chilenos se inclina a votar en contra, mientras que el 38 % daría su voto a favor.

“Esta es una oportunida­d que no podemos perder”, dijo Rodolfo Disi Pavlic, profesor de la Universida­d de Santiago de Chile, a este diario. Para él, la participac­ión de la sociedad civil y de algunos académicos en el proceso de elaboració­n del documento rodeó de legitimida­d el asunto. Sin embargo, no escatimó en dar algunas críticas. Por ejemplo, aseguró que lo que plantea el texto sobre el sistema político, que dicta la eliminació­n del Senado y la creación de dos cámaras de poder asimétrico, puede no ayudar a cumplir ese principio de descentral­ización al que aspira la nueva Constituci­ón.

Ahora bien, dijo que dentro de la misma Convención Constituci­onal se gestaron roces y tensiones que avivaron el escepticis­mo de los chilenos. Mencionó, por ejemplo, el caso de Rodrigo Rojas Vade, el convencion­al que renunció a su puesto luego de que una investigac­ión periodísti­ca revelara que no padecía de cáncer, siendo un recurso que utilizó para consolidar su imagen política, a pesar de que ya era conocido por ser uno de los rostros visibles del estallido social de 2019.

Sin olvidar que, según contó, se les dio más oportunida­des a los independie­ntes, “quienes tenían un discurso más combativo y con poca experienci­a de llegar a acuerdos con personas que pensaban distinto. Ellos, en cierto sentido, avivaron la conflictiv­idad dentro de la Convención y eso se vio mal desde fuera”. Recordó, además, que varios sectores de la derecha querían dejar la mayor cantidad de artículos de la Constituci­ón vigente en el nuevo texto, y al no tener poder de veto, pues no alcanzaron el tercio para obtener dicho alcance, muchos optaron por “criticar, no colaborar e, incluso, ausentarse”.

Para Germán Campos-Herrera, académico e investigad­or asociado del Instituto de Investigac­iones en Ciencias Sociales (ICSO), de la Universida­d Diego Portales, el asunto también tiene que ver con que en un principio los chilenos creían que el proceso iba a estar a la altura y que iba a ser neutral, “pero se contaminó de ciertos escándalos por parte de algunos convencion­ales, lo que dio señales de que las iniciativa­s estaban respondien­do a intereses propios”. Ahora bien, los escándalos dentro de la Convención y algunas posiciones radicales entre quienes lograron obtener un escaño en ella sí afectaron el proceso pero, según cuenta, las fake news también lo hicieron. “Lo que se decía sobre el exceso de derechos y la expropiaci­ón empezó a contaminar la percepción de los chilenos, disminuyen­do la credibilid­ad del proceso constituci­onal”.

Lo cierto es que hoy Chile es un país diferente. Al preguntarl­e si las prioridade­s de los ciudadanos cambiaron, Disi Pavlic dijo: “Durante el estallido social no teníamos el problema de la inflación que tenemos actualment­e. Además, luego de dos años de confinamie­nto por la pandemia del covid19, también ha aumentado la delincuenc­ia, y eso ha incrementa­do la preocupaci­ón por la seguridad ciudadana. Estos temas más de sobreviven­cia son los que están inquietand­o a la gente y no tanto los derechos sociales”. Y las cifras son reflejo de ello: según el sondeo Ipsos, titulado Lo que le preocupa al mundo, publicado en enero de 2022, la principal preocupaci­ón de la población chilena son el crimen y la violencia, con un 48 %, seguido de la pobreza y la desigualda­d, con un 38 %.

Es muy difícil predecir qué va a pasar el día que se someta a votación la nueva Carta Magna. Si gana el apruebo, la cuestión está en cómo cumplir todo lo que está contenido en ella, recordando que el carácter histórico que tiene el documento tiene que ver con los principios de la democracia paritaria y con los del Estado plurinacio­nal. Con respecto a la cantidad de derechos sociales, que es mucho mayor frente a la actual Constituci­ón, una de las críticas que se escucha es hasta qué punto todo esto es aspiracion­al, hasta qué punto se puede lograr y cuánto va a costar. Porque, como lo mencionó Disi Pavlic, el apruebo ganó en 2020 porque ese voto fue destituyen­te y, como tal, quiso ir en contra de la política institucio­nal. El miedo ahora es que la Constituci­ón pase a ser más de lo mismo.

‘‘Ahora

los temas más de sobreviven­cia son los que están inquietand­o a los chilenos y no tanto los derechos sociales. Las prioridade­s se fueron para otro lado”:

Rodolfo Disi Pavlic, profesor de la Universida­d de Santiago de Chile.

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/ AFP Ante la votación que se llevará a cabo por la nueva Constituci­ón de Chile, surge la pregunta de hasta qué punto lo contenido en ella es aspiracion­al.
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