¿Cómo se realizó el capítulo de exilio del Informe final de la Comisión de la Verdad?
El volumen titulado “La Colombia fuera de Colombia”, presentado en julio pasado, reveló que un millón de colombianos huyeron del país a causa de la guerra. Aquí algunos detalles del proceso que se hizo en Europa a través de una secretaría técnica coordina
El pasado 7 de julio, la Comisión de la Verdad (CEV) dio a conocer el volumen “La Colombia fuera de Colombia”, capítulo inédito sobre el exilio que está contenido en el Informe final que realizó esa entidad y aborda las historias de las personas que debieron huir del país a causa del conflicto armado.
Una de las cifras más duras del informe es la de al menos un millón de personas que salieron del país por la guerra, de 1982 a 2020, de acuerdo con el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Ana Isabel Barrera, abogada y quien formó parte de esa secretaría técnica en Europa dentro de la línea de trabajo de memoria, convivencia y reconciliación, en entrevista con Colombia+20, detalló cómo fue el proceso en el que se tomaron los más de 800 testimonios de los colombianos a los que el conflicto obligó a irse del país y están en Europa.
¿Cómo empezó este trabajo tan complejo que tenían como secretaría técnica?
Fue difícil, pero teníamos claro que para nosotros y para la Comisión, la columna vertebral de este proceso son las víctimas que hay tanto en Colombia como en el exilio. Las entidades con las que realizamos este trabajo ya tenían experiencia en temas de esclarecimiento, de tratamiento con víctimas, incluso alguna ya había tomado testimonios con sus propias metodologías. Entonces ya había una experticia a la orden de lo que íbamos a hacer con la Comisión de la Verdad.
Se trataba de una labor enorme e inédita. Nunca habíamos buscado a los exiliados colombianos y ahora salíamos por el mundo a encontrarlos. ¿Cómo lo hicieron?
La Comisión siempre dijo que había que escuchar a toda víctima que quisiera ser escuchada. Entonces se buscaron desde los espacios que ya tenían esas organizaciones que venían trabajando esos temas.
Se crearon varias estrategias dependiendo del país, de las facilidades. Se hacían convocatorias por los medios de comunicación, se hablaba con aliados locales. Hubo retos enormes, lugares muy difíciles, como los países nórdicos, pero para eso se crearon los nodos, que eran esos espacios plurales conformados por estas organizaciones que ya venían con un trabajo previo y, a través de ellos, también se convocaba a personas que quisieran ser escuchadas (ver gráfica).
No llegamos a todas, eso es cierto, pero con la suma de todos los testimonios recogidos se empezó a encontrar patrones. Seguramente que quedaron vacíos, porque es imposible en tres años esclarecer la verdad de más de nueve millones de víctimas y de un millón de colombianos que se fueron. Quizás aquí no es tanto de cantidad, sino la de las verdades que se dijeron, que componen la historia que no conocíamos.
¿Qué metodología se usó para recopilar los testimonios?
Era una metodología que también dependía de la experiencia de los entrevistadores. Ayudaba mucho, como te dije antes, que tuvieran un acercamiento o de escucha previa a este tipo de procesos.
Por eso la secretaría técnica era importante, porque planteaba la coordinación en la convocatoria de esas organizaciones. En el espacio previo de encuentros uno debía tener en cuenta si esta persona estaba o no preparada para dar sus testimonios y qué impacto podría tener.
¿Cómo se preparaba el día de la entrega del testimonio?
Esa formación que nos dieron incluía siempre tres pasos: primero el acercamiento a la víctima, luego hablar sobre cómo quería esa persona dar su testimonio y el tercero dar el testimonio. Este último implica también un apoyo psicosocial, digamos rodear a la víctima.
Sobre el proceso hubo testimonios públicos y allí pasaron cosas muy reveladoras, porque había gente que decía: “Es la misma historia de lo que me pasó ahí”, y eso permitió crear unas redes impresionantes. También había, cómo no, testimonios privados. En ambos casos siempre se procuraba que las escuchas activas se realizaran en un espacio que dieran un espacio de tranquilidad a la víctima.
¿Me decía que mucha de esa escucha no solo se quedó en el papel entregado por la Comisión, sino que también se convirtió en arte?
Sí, es un proceso que hay que destacar. Con el nodo Cataluña tuvimos un encuentro con la cantautora Marta Gómez y con ella se construyeron dos canciones colectivas. Una de ellas es “Surcos de amor”, que es como una especie de deconstrucción del himno nacional —de la estrofa en la que dice “en surcos de dolores”—, y fue construida entre más de cien víctimas. La segunda canción se llama “Vuelve”, que surgió como si fuera la respuesta de Colombia a lo que las víctimas decían en la primera canción. Además, hubo víctimas que sacaron libros y poemas. Es importante mencionar al director Iván Guarnizo, de película Del otro lado (sobre la historia del secuestro de su madre a manos de la guerrilla de las Farc), que ha ganado ya varios premios internacionales con este filme.
¿Cómo ha tomado este informe la población distinta a la colombiana? ¿De pronto cambiar esas dinámicas de xenofobia o de estigmatización que se tienen hacia los colombianos en el exterior?
Muy importante esa pregunta porque sí cambió. En Cataluña algunas personas vinieron con sus acompañantes, muchos de ellos eran españoles o de otras nacionalidades que no han tenido contacto con el conflicto armado. Escuchaban los testimonios y salían completamente sensibilizados. Sí creo que la escucha también tiene un alcance para las sociedades de acogida para ayudar a comprender las historias y los impactos de quienes salieron de su país e intentaron reconstruir su vida afuera.