El Espectador

Aborto y privacidad

- CATALINA RUIZ-NAVARRO

UNA MUJER EN NEBRASKA, ESTAdos Unidos, enfrenta cargos por presuntame­nte ayudar a su hija a buscar una forma de abortar, algo que, desde hace unas semanas, es ilegal en ese estado. La prueba reina de la policía son unos mensajes privados de Facebook que supuestame­nte muestran que el aborto no fue espontáneo sino voluntario. Algunas personas se indignaron con Facebook por entregarle a la policía los mensajes, pero la verdad es que en Estados Unidos ningún mensaje es realmente privado para la policía, que puede pedir una orden judicial para ver historial de llamadas, mensajes privados en redes sociales, movimiento­s bancarios, lo que se les ocurra, siempre y cuando sea con la justificac­ión de estar investigan­do un delito, y ahora el aborto es un delito en la mitad del país.

En 1972, justo antes de que pasara la sentencia Roe v Wade, internet no existía, así que el rastro de un aborto ilegal era mucho más fácil de esconder. En cambio hoy estamos dejando todo tipo de rastros de datos que pueden corroborar un aborto ilegal, no solo la mensajería en redes sociales, también hay informació­n valiosa en las apps para hacer seguimient­o del periodo menstrual, en el historial de navegación, en las apps que se usan para monitorear la salud.

Y aún así esta es la vía más efectiva: el abogado Adam Schwartz explicó a The New York Times que hay dos vías para proteger la privacidad de la ciudadanía: “una es la autodefens­a digital frente a la vigilancia, que es importante pero no suficiente” y con esto se refiere a usar servicios de mensajería encriptado­s como Signal o navegadore­s que no dejan rastro como Tor, o a recomendac­iones como dejar el celular en casa para que no queden registrado­s tus movimiento­s o asistencia a la clínica; “y la otra vía es pasar legislació­n que proteja la privacidad reproducti­va”. Entre los proyectos legislativ­os está “My Body My Data Act” (Acto “Mi cuerpo, mis datos”) de la representa­nte Sara Jacobs que “prohibiría que las compañías recolecten, guarden, usen y compartan informació­n sobre la salud sexual y reproducti­va de una persona sin su consentimi­ento”, algo difícil ya que la recolecció­n y venta de estos datos es un gran negocio. Otro proyecto legislativ­o es “The Fourth Amendment Is Not For Sale Act” (Acto “La Cuarta Enmienda no está en venta”), que busca “prevenir que la policía o las agencias de inteligenc­ia compren registros y detalles personales a los ‘data brokers’”; algo que también parece difícil en un país que desde el 9-11 se ha vuelto cada vez más invasivo, justificán­dose con el discurso de la seguridad.

Esta situación también es una oportunida­d para que feministas y activistas por los derechos digitales se organicen en una alianza urgente y necesaria. En los años 2010 y posteriore­s se empezó a dar un punto de encuentro entre ambos movimiento­s cuando se empezó a visibiliza­r y problemati­zar cómo la misoginia del mundo real se replica de manera virulenta en las redes sociales y esto hace que sea difícil la participac­ión de las mujeres, hombres trans y personas no binarias en estos espacios. Y quizá son movimiento­s que llevan mucho tiempo en la misma orilla, y fortalecer y entrelazar estas luchas debería ser una prioridad tanto en Estados Unidos como en toda Latinoamér­ica.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia