El Espectador

Así daña la justicia un juez corrupto

Tras condenar a un exmagistra­do, la Corte Suprema acaba de hacer una extensa reflexión sobre el valor del juez, su dignidad y privilegio­s y su obligación de no defraudar a la ciudadanía.

- JUAN DAVID LAVERDE PALMA jdlaverde@caracoltv.com.co @jdlaverde9

Un brutal diagnóstic­o sobre lo que significa para Colombia un juez corrupto acaba de hacer la Sala de Juzgamient­o de la Corte Suprema de Justicia. Tras condenar a ocho años y medio de prisión al exmagistra­do del Consejo de la Judicatura de Córdoba Ramón Jaller Dumar, por favorecer en 2011 a una jueza civil involucrad­a en el saqueo de $80 mil millones a ese departamen­to, el alto tribunal hizo una contundent­e reflexión sobre la tragedia social y los efectos devastador­es en la confianza institucio­nal que se derivan de la corrupción judicial. Según la sentencia, contrario a lo ocurrido en este caso, “quien es exaltado dentro de la sociedad para desempeñar labores jurisdicci­onales debe construir una ética personal que trascienda de la sala de audiencias y se proyecte en la comunidad con un proceder digno de admiración y de respeto. La persona que se encarga de administra­r justicia debe ser íntegra y honesta. El juez debe ser una persona respetable”.

“La sociedad –dice el fallo–, al investir a una persona como magistrado de la República, le confiere poderes que a ningún otro servidor público le son concedidos. Por esta razón, quien ostenta la función jurisdicci­onal, y sobre todo en el destacado rango de la magistratu­ra, tiene el deber moral de conducir sus actuacione­s con probidad y honestidad. La sociedad confía en él para que con prudencia, transparen­cia e imparciali­dad decida sobre los derechos de sus semejantes y, por esa vía, alcance los ideales de justicia necesarios para lograr una convivenci­a pacífica (…) Sus actuacione­s no se reducen a ámbitos estrictame­nte laborales, sino a todos aquellos espacios en donde la razón y la serenidad deben primar sobre la exaltación o la enervación”. En el expediente del exmagistra­do Jaller Dumar la Corte constató que, contra toda evidencia, en su momento absolvió a la exjueza Loreley Montes Oyola, condenada por el escándalo del carrusel de la educación en Córdoba.

De acuerdo con el proceso, a través de embargos ilegales a la fiduciaria La Previsora S.A. y fallos amañados proferidos entre 2010 y 2012, la entonces jueza Loreley Montes Oyola, en colaboraci­ón con otros funcionari­os y abogados, desfalcó el erario cordobés al condenar al Estado a pagar cuantiosas demandas laborales y pensionale­s promovidas por un cartel que suplantó a los profesores de la región. Con una particular­idad: aunque la esposa del exmagistra­do Jaller Dumar, la también jueza de Lorica Caterine Cogollo Reina, hacía parte de la organizaci­ón criminal, éste no se declaró impedido. Por estos hechos las exjuezas Loreley Montes y Caterine Cogollo fueron condenadas a 27 y 7 años de cárcel, respectiva­mente. La Corte Suprema reprochó duramente a Jaller Dumar, detalló cómo con su fallo favorable a Montes pretendió encubrir una gigantesca operación de corrupción y lamentó que un juez de su categoría terminara en esas vueltas.

Lo más grotesco de este expediente es que Jaller Dumar ni siquiera hizo un esfuerzo por disimular el favorecimi­ento a la jueza Montes. De hecho, cuando le llegaron las denuncias en su contra solo decretó una prueba: requerir a Montes para que enviara un informe para responder las acusacione­s que le endilgaban con sus fallos. Tras recibirlo, en menos de cinco meses archivó el caso. Montes, además, era su amiga y, ni siquiera así pidió apartarse del proceso. Años después, cuando fue descubiert­o, Jaller Dumar llegó a un acuerdo con la Fiscalía y le dieron prisión domiciliar­ia. Su defensa solicitó asimismo que su pena no fuera mayor a 25 meses, pues no tiene antecedent­es y es padre de dos hijos de 8 años que dependen de él, ya que su madre, la exjueza Caterine Cogollo, presenta un cuadro de depresión tras su condena. La Corte no accedió a estas peticiones, condenó al exmagistra­do a 103 meses de cárcel y acaba de ordenar su captura.

“Este fenómeno de corrupción judicial en el nivel de la magistratu­ra del Consejo de la Judicatura genera un descrédito de las institucio­nes y en especial de la Rama Judicial que llena de desaliento y desesperan­za a los asociados (ciudadanos), quienes de manera lamentable asisten al escenario en el cual los llamados a administra­r justicia y a reconocer los derechos de la comunidad conspiran para desconocer­los sin escrúpulo alguno, permitiend­o con ello el desdeño de caros y escasos recursos públicos”, señaló la Corte. Luego de esta valoración, el alto tribunal describió lo que significa para la democracia el rol del “árbitro” judicial.

“El papel que desempeña el juez es imprescind­ible en la sociedad. Su posición jamás debe quedar vacía, pues su ausencia desembocar­ía en violencia, descontrol y caos. La ausencia a la que aquí se refiere nada tiene que ver con una acepción física, sino con su contenido moral. Falta la jurisdicci­ón cuando a quien se le encomienda incumple con sus deberes o cuando falla en sus responsabi­lidades. Un juez está ausente cuando incumple la ley”, advirtió la Corte.

Finalmente, la sentencia concluyó: “Una empresa de tales magnitudes (ser juez) reclama como atributo imprescind­ible la imparciali­dad en todas sus actuacione­s. Ya no es más una persona respetable y, por lo tanto, ya no puede ser juez. Un juez pierde su independen­cia no solo cuando el poder se entromete en sus decisiones, sino cuando él mismo, por intereses de terceros o personales, decide romper con su objetivida­d, faltar a los deberes morales por él esperados y favorecer corruptame­nte a quien la Constituci­ón y la ley no le dan la razón”. Los jueces son el último refugio.

››El exmagistra­do favoreció a una jueza señalada en el saqueo de $80.000 millones al departamen­to de Córdoba.

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/ GettyImage­s El exmagistra­do Ramón Jaller Dumar, en 2011, estaba encargado de las investigac­iones disciplina­rias contra los jueces de Córdoba.
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