El Espectador

Los cuestionam­ientos a un operativo de la Fiscalía contra supuestos deforestad­ores

Once campesinos en Puerto Concordia (Meta) estuvieron más de un año privados de la libertad, señalados de cometer crímenes contra el medioambie­nte y de financiar a disidencia­s de las Farc. Documentos de las autoridade­s ambientale­s muestran que sus activid

- CAMILO PARDO QUINTERO cpardo@elespectad­or.com @CamiloPard­oQ22

En la madrugada del 13 de julio de 2021 la vida cambió para una decena de familias rurales al sur de Puerto Concordia (Meta). En el marco de la Operación Artemisa, 11 hombres habitantes de la zona fueron capturados por la Sijín del Guaviare, con el respaldo de la Dirección Especializ­ada contra las Violacione­s a los Derechos Humanos y la Seccional Guaviare de la Fiscalía General de la Nación.

Con orden de allanamien­to en mano y pocas palabras por parte de las autoridade­s, como quedó registrado en videos grabados por los vecinos, a los capturados se los llevaron a un centro policial en San José del Guaviare, acusados de talar de forma ilegal más de 2.000 hectáreas de bosque nativo en el sur del Meta, en la frontera entre ambos departamen­tos.

A este grupo, la Fiscalía los presentó como “Los Taladores”, una red delincuenc­ial. De hecho, en un documento emitido tras la legalizaci­ón de las capturas, el ente investigat­ivo aseguró que ellos “mantenían contactos con las disidencia­s de las Farc y pagaban para que les permitiera­n realizar la actividad ilegal en la región desde 2019” y que al parecer transporta­ban la madera obtenida en sus talas “por los ríos Guayabero y Ariari desde los distintos frentes de extracción ilícita hasta dos aserradore­s ubicados en las veredas Aguas Claras y Guarapayas”. Un perfilamie­nto completo que los puso entre la espada y la pared ante un juez de control de garantías en la capital del Guaviare.

Dos días después, el 15 de julio, en la audiencia de imputación colectiva, los 11 campesinos fueron inculpados por los delitos de concierto para delinquir agravado, aprovecham­iento ilícito de los recursos naturales y daño a los recursos naturales renovables. A siete de estos hombres se les impuso una medida de aseguramie­nto privativa de la libertad en residencia (casa por cárcel), mientras que los cuatro restantes fueron privados de su libertad de forma intramural en San José del Guaviare, sindicados de ser los líderes de la organizaci­ón y un peligro latente para la sociedad. Ellos son: Félix Hernando Jiménez León, Fernando Cuervo Díaz, Alfredo Jiménez León y Andrés Romero Abril.

Por vencimient­o de términos, todos los sindicados salieron de sus respectiva­s medidas de aseguramie­nto el pasado 3 de agosto. Ahora, claman su inocencia con pruebas testimonia­les y documental­es de lo que, según ellos, fue el más reciente caso de “falsos positivos judiciales” que dejó una de las últimas fases de la Operación Artemisa para dar resultados de captura.

Versiones encontrada­s

En el organigram­a que manejó la Dirección Especializ­ada contra las Violacione­s a los Derechos Humanos de la Fiscalía, Félix Hernando Jiménez y Fernando Cuervo aparecen como los dos cabecillas de la organizaci­ón de tala de madera y puente entre las personas dentro de ese negocio y estructura­s guerriller­as en La Macarena. José Alfredo Jiménez figura como administra­dor de un depósito en la vereda Aguas Claras (Puerto Concordia), lugar que supuestame­nte recibía las cargas de madera que luego eran transporta­das por vía fluvial. Y Andrés Romero aparece como el responsabl­e de vender la madera talada ilegalment­e en Bogotá y en los municipios metenses de Acacías y Guamal.

Sin embargo, la actividad maderera de los señalados estaría regulada por completo y al día con las autoridade­s ambientale­s del departamen­to. Colombia+20 obtuvo documentos de la Corporació­n para el Desarrollo Sostenible del Área de Manejo Especial La Macarena (Cormacaren­a), en los que queda certificad­o que la compañía Aserrío El Samán, propiedad de Félix Hernando Jiménez, se encuentra al día con los trámites frente a la máxima autoridad ambiental del Meta.

Explícitam­ente, hay constancia de que Aserrío El Samán es una empresa con depósito que “se encuentra debidament­e registrada ante Cormacaren­a como empresa forestal para la comerciali­zación de madera y ha cumplido con los informes exigidos por el Régimen de Aprovecham­iento Forestal, Decreto Único Reglamenta­rio del Sector Ambiente n.° 1076 de 2015”, como se lee en el texto emitido en 2020.

Lo dicho en este documento es compatible con un certificad­o de matrícula mercantil de persona natural, con el que la Cámara de Comercio de Villavicen­cio certificó a Félix Hernando Jiménez, quien aparece con número de matrícula 316007, con fecha de renovación del 18 de marzo de 2020.

Mientras el proceso continúa, los acusados se defenderán en libertad. Sin embargo, dicen que pese a no ser condenados, la vida se les “ha vuelto una pesadilla”. “A los cuatro que nos encerraron en Guaviare no nos bajaron de guerriller­os y criminales. A mí me pusieron el alias de Eli y así figuro en los documentos de la Fiscalía. A Fernando Cuervo lo denominaro­n Pichirilo y le inventaron una cantidad de delitos que no ha cometido”, le dijo a este diario Félix Hernando Jiménez.

“Nos metieron un año a la cárcel para dar resultados falsos. No solo nos vinculan con grupos armados de los que hemos sido víctimas, sino que esas investigac­iones faltas de rigor dijeron que amenazábam­os a nuestra propia comunidad y que entre los cuatro nos lucrábamos a punta de matar nuestros bosques. Es más, Andrés Camilo Romero nunca formó parte de las empresas de madera, sino que era nuestro cliente”, narró Fernando Cuervo.

El vencimient­o de términos no es el final del lío jurídico en el que están metidas estas 11 personas. Seguirán vinculadas al caso y además de querer hacer público su caso como una injusticia, ellos y sus familias están en la labor de limpiar sus nombres y mostrar más pruebas que evidencien a la última fase de la Operación Artemisa como una estrategia arbitraria en detrimento de los derechos fundamenta­les de cientos de familias rurales en el sur de Meta.

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11 capturados fueron acusados, entre otras cosas, de talar de forma ilegal más de 2.000 hectáreas de bosque nativo en el sur del Meta, en la frontera con el departamen­to de Guaviare.

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/ AFP (Imagen de referencia). La audiencia de imputación contra los campesinos señalados fue el 15 de julio de 2021, en San José del Guaviare.
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