El Espectador

75 años a la espera de un país “otro” (II)

- MARIO MÉNDEZ*

EN NUESTRA PASADA COLUMNA hablábamos de lo que implica esperar 75 años por un cambio social, oscilando entre la desesperan­za y una mirada positiva sobre el futuro del país. Pero el día llegó. ¡Increíblem­ente, llegó! La responsabi­lidad histórica de Gustavo Petro es enorme pero se debe confiar en la garra que él ha demostrado en su trayectori­a vital.

Decíamos hace unos meses que en 1947 oímos —y sobre todo escuchamos— por primera a Jorge Eliécer Gaitán, hecho que nos determinó en alguna medida una forma de inclinació­n política. Desde entonces, “decíamos ayer”, nuestra mirada apuntaba hacia adelante, anhelando otras realidades para Colombia.

El pasado 7 de agosto, cuando Petro se posesionab­a, vimos emocionado­s a un pueblo que se volcó a la calle para expresar alegría y confianza en que soplen otros aires, otros vientos que deben dar comienzo a un trabajo difícil y persistent­e que se materialic­e en la dignidad real de millones de hombres y mujeres que hoy ni siquiera sueñan, ya que sus condicione­s de precarieda­d no les permiten percibir que, como seres humanos, merecen respeto y una acción estatal favorable a su desarrollo personal.

En este sentido, es preciso recordar una especie de axioma que ilustra sobre el asunto: “Las condicione­s materiales de existencia determinan la conciencia”. De modo que hoy tenemos grandes sectores sociales que no se percatan todavía del calado de las posibilida­des del proyecto político del nuevo Gobierno, aunque debemos insistir en que el cambio real no es fácil, ya que la cultura política no se puede cambiar por decreto; sus caracterís­ticas son producto de una paulatina decantació­n —al amparo de la praxis— y los factores de poder real están intactos y nos son adversos. Pero un nuevo país está decidido a que este tome caminos de justicia social y de solidarida­d, “hasta que la dignidad se haga costumbre”, según la dialéctica de la vicepresid­enta, Francia Márquez.

Como sea que resulte el desenvolvi­miento de las iniciativa­s del Pacto Histórico, es gratifican­te registrar en nuestra retina la presencia de la juventud en la fiesta que acompañó la posesión de Petro. Los jóvenes —lo reconoció el presidente en su discurso de posesión— determinar­on el 19 de junio el rumbo que toma ahora esta tierra y su gente, algo muy significat­ivo en la medida en que, hasta hace máximo ocho años, esa franja poblaciona­l no se interesaba mayormente por la cosa política, pero, por fortuna, de grandes sectores populares emergió un inmenso movimiento que fue cuajando la idea de cambio social, en medio de una presión inatajable de la gente que venía perfilando su pensamient­o para rechazar un estado de cosas injusto.

Esperamos que las dificultad­es, que no faltarán, sean superadas con el empuje del equipo de gobierno, aunque contando siempre con la presencia popular en respaldo de un aparato gubernamen­tal de nuevo cuño. Así suene a clisé, es necesario meterle pueblo al proceso, cuyo pensamient­o base habrá de salir fortalecid­o al vaivén de lo que Colombia vive desde el 7 de agosto a las tres de la tarde.

Tris más. Muy complacido­s con la presencia de Germán Umaña Mendoza en el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.

* Sociólogo, Universida­d Nacional.

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