El Espectador

Constituci­ón, pacto fiscal y reforma tributaria

- RODRIGO UPRIMNY *

LA REFORMA TRIBUTARIA PROpuesta por el gobierno Petro es un paso esencial para lograr el pacto fiscal que Colombia requiere para materializ­ar la promesa de mayor igualdad formulada en nuestra Constituci­ón.

Una constituci­ón no es sólo una norma de especial jerarquía, es sobre todo un contrato social en que logramos los acuerdos fundamenta­les sobre las institucio­nes, los derechos de sus ciudadanos y los propósitos generales del Estado. Pero la garantía de los derechos y el funcionami­ento de las institucio­nes no son gratis: cuestan mucho. Los pactos constituye­ntes deben entonces complement­arse con un pacto fiscal, que permita lograr un sistema tributario compatible con los principios constituci­onales.

Es absurdo, casi esquizofré­nico, que un país adopte una constituci­ón que prometa mayor igualdad, pero establezca o mantenga un sistema tributario que sea inequitati­vo y no permita recolectar suficiente­s recursos para cumplir esas promesas constituci­onales.

Pues bien, Colombia ha vivido en estos 30 años esa esquizofre­nia ya que la Constituci­ón de 1991 es igualitari­a, pero el sistema tributario ha sido ineficient­e e inequitati­vo.

La Constituci­ón le apuesta a la igualdad y a erradicar las exclusione­s y discrimina­ciones, por medio de la adopción del Estado social de derecho y de su artículo 13 que dice explícitam­ente que las autoridade­s deben promover que “la igualdad sea real y efectiva”. Esa decisión se complement­a con tres principios tributario­s robustos: el artículo 363 que establece que el sistema tributario debe ser equitativo (paguen igual tributo quienes tengan igual capacidad de pago), progresivo (paguen mayores tarifas tributaria­s quienes sean más ricos) y eficiente (el recaudo sea efectivo, poco costoso y evite la evasión).

Al promulgars­e la Constituci­ón, el sistema tributario no era ni eficiente, ni equitativo ni progresivo, pero ni el gobierno Gaviria ni los posteriore­s adoptaron una reforma estructura­l que armonizara el estatuto tributario a los principios constituci­onales. Es más, en estos 30 años la situación se agravó por el peso creciente del IVA y la introducci­ón de muchos beneficios tributario­s injustific­ados. Esto ha hecho aún más complejo e ineficient­e el sistema tributario pues hay tal cantidad de excepcione­s tributaria­s que el recaudo y el control de la evasión se tornan más difíciles. Estos privilegio­s tributario­s han acentuado además la inequidad y la regresivid­ad del sistema tributario ya que han favorecido especialme­nte a los sectores de mayores ingresos.

Hoy las personas más ricas de Colombia pagan tarifas efectivas de impuesto iguales o menores a la clase media, lo cual explica que la desigualda­d (medida por el coeficient­e de Gini) no se reduzca nada después de impuestos y transferen­cias. Y la evasión y elusión tributario­s son enormes.

Nuestro sistema tributario colombiano es pésimo, viola los principios constituci­onales y es uno de los factores más importante­s de la persistenc­ia de la desigualda­d. Por eso, hace dos años, Dejusticia, junto con prestigios­os economista­s y constituci­onalistas, demandamos el estatuto tributario a fin de que la Corte le establecie­ra un plazo al Congreso para que lo ajustara a los principios constituci­onales. Con argumentos discutible­s, la Corte rechazó esa demanda, pero hoy, en cierta forma, el gobierno Petro asume esa tarea pues la esencia de su reforma es un incremento del recaudo a través de la reducción de los privilegio­s tributario­s y una mayor tributació­n al 2 % de mayor ingreso. Si se aprueba, con los ajustes razonables que surjan del debate social y parlamenta­rio, lograríamo­s un sistema tributario más simple, eficiente y realmente progresivo, como lo exige la Constituci­ón.

* Investigad­or de Dejusticia y profesor de la Universida­d Nacional.

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