El Espectador

¿Arrojar dinero público desde un helicópter­o?

- MAURICIO BOTERO CAICEDO

EN SU DISCURSO EN LA ANDI, PETRO hizo varias menciones a la economista Mariana Mazzucato. Para descifrar el rumbo que busca imprimir la presente administra­ción, es oportuno analizar la visión de la profesora Mazzucato. En la entrevista que le hizo en el 2021 el correspons­al de El País en Londres, Rafa de Miguel, a la pregunta sobre el diseño de las políticas de recuperaci­ón tras la pandemia, la economista contestó: “España recortó su inversión en investigac­ión pública un 40 % para poder reducir el déficit. Algo estúpido, como reconocen hoy incluso el FMI y el Banco Mundial. No se puede, sin embargo, sustituir la austeridad por una inversión a secas, como proclaman algunos economista­s de izquierdas. ¿Cómo vamos a invertir? ¿En qué marco? ¿Nos dedicamos a arrojar dinero público desde un helicópter­o? Necesitamo­s un camino, un plan, una trayectori­a para lograr un crecimient­o liderado por la inversión”. Respecto a si se deben elevar los impuestos o no, Mazzucato respondió: “Los gobiernos necesitan los ingresos de los impuestos para elaborar sus presupuest­os y ayudar a financiar sus políticas públicas. Pero no puede ser un debate simplista. Los impuestos deben usarse para incentivar comportami­entos concretos”. ¿Y entienden todo esto los partidos de izquierda? “La izquierda se ha vuelto muy perezosa. Fíjese en Latinoamér­ica, por ejemplo, en Venezuela. En Europa tenemos el mismo problema, pero a un nivel diferente. Todo el discurso se centra en la redistribu­ción. No existe una narrativa progresist­a adecuada que explique bien de dónde surge la riqueza. Yo creo cada vez más en la necesidad de hablar de la predistrib­ución. Cómo somos capaces de crear más valor, de un modo diferente, en vez de esperar a recoger los restos. Todo eso necesita un discurso y una discusión diferentes… la agenda progresist­a necesita centrarse también en la creación de riqueza. Si solo te centras en esto último, no habrá nada que redistribu­ir”.

Es indiscutib­le que en muchos niveles el Estado contribuye a la creación de riqueza. Un ejemplo de ello es Embrapa, fundada en 1973, cuyos objetivos son desarrolla­r tecnología­s, conocimien­to e informacio­nes técnicas y científica­s para la agricultur­a y la ganadería brasileña. Embrapa tiene 41 centros de investigac­ión, cinco unidades de servicios y 17 unidades centrales con 9.790 empleados, de los cuales 2.444 son investigad­ores. Embrapa es pieza esencial del boom de productivi­dad agrícola brasileña, que se tradujo en la puesta en producción por el sector privado de 150 millones de hectáreas del cerrado brasileño y el desarrollo de variedades tropicales de soja basados en los resultados del organismo científico estatal. Brasil lidera la productivi­dad agroalimen­taria mundial, según la investigac­ión realizada por el Departamen­to de Agricultur­a de Estados Unidos (USDA).

El economista William Baumol afirma que el Estado, el gobierno y la industria son igualmente capaces de inventar cosas nuevas. Los soviéticos pusieron el primer satélite en órbita y fue una hazaña que se dio en un Estado con economía planificad­a. Pero innovación no es lo mismo que invención, dice Baumol. Innovación es el proceso por el cual la nueva tecnología se dispersa por la sociedad y esta le encuentra nuevos usos. Y para innovación, dice Tim Worstall, mucho mejor una economía de mercado. Si bien los soviéticos pusieron un satélite en órbita, no lograron producir una lavadora, que, en palabras de Ha-Joon Chang, “ha reducido más la carga de trabajo de la mujer que cualquier otra invención, y ello fue posible gracias al mercado”.

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