Bienvenido el respaldo presidencial a los refugiados
CON UNA FRASE CONTUNDENTE Y que no deja espacio para dudas, el presidente Gustavo Petro empezó a calmar algunos de los miedos que han surgido con el restablecimiento de relaciones con el régimen venezolano. La principal duda es si los atropellos del régimen de Nicolás Maduro pasarán sin ningún tipo de censura e incluso si las personas que se refugiaron en nuestro país están en peligro de ser deportados. El mandatario colombiano fue claro: “Colombia garantiza el derecho de asilo y el refugio”.
La pregunta surgió porque Diosdado Cabello, primer vicepresidente del Partido Socialista Unido y mano derecha de Nicolás Maduro, dijo que esperaba la extradición de opositores. Según retoma EFE, sus palabras fueron crudas, muy al estilo de esa dictadura: “Una cantidad de gente que está por allá, que Venezuela está solicitando en extradición, que sean detenidos y enviados a Venezuela por delitos cometidos contra nuestro país. Tienen hasta asesinos por allá resguardados, ladrones (...) Tengo la impresión de que la justicia colombiana va a comenzar a actuar ahorita”.
El problema es que la justicia venezolana ha sido cooptada por el régimen de Nicolás Maduro y se ha utilizado para perseguir a todos aquellos que amenacen a la dictadura. Cuando Cabello habla de crímenes, se trata de un eufemismo, pues en realidad lo que están persiguiendo es la diferencia de opinión. Lo afirmó Michelle Bachelet, alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, al hablar de los presos políticos. Lo han repetido organismos internacionales de derechos humanos. Colombia, por su cercanía, se convirtió entonces en un espacio de refugio de las garras de la intransigencia del oficialismo venezolano.
Por eso el gobierno Petro debe caminar con cuidado en sus pasos para restablecer las relaciones. Porque, y esto lo señalamos hace un par de semanas en este mismo espacio, estamos abriendo fronteras con una dictadura que ha expulsado de su país a millones de personas y que tiene pésimas prácticas en derechos humanos. Aunque el presidente y su canciller, Álvaro Leyva, han guardado un silencio estratégico sobre el autoritarismo del vecino, en la práctica tiene que quedar claro que nuestros principios democráticos no son negociables ni que Colombia será cómplice de persecuciones políticas. En ese contexto, el respaldo inequívoco a los refugiados y asilados era necesario y es de celebrar.
No terminan ahí, por supuesto, los retos. Colombia debe seguir en la ambiciosa normalización de migrantes venezolanos que impulsó el gobierno anterior y también debe ejercer su diplomacia internacional defendiendo los valores de nuestra Constitución. Era necesario retomar relaciones con Venezuela, sobran los motivos, pero eso no significa avalar un régimen dañino y criminal como el de Nicolás Maduro. Haría bien el presidente Petro en expandir sus opiniones sobre el tema, más allá de un tuit y de esta coyuntura particular. Tantos venezolanos que viven en nuestro país están esperando un parte de tranquilidad y de respaldo; los nuevos representantes del Estado colombiano están en mora de dárselo sin eufemismos.
‘‘En sus acercamientos con Venezuela tiene que quedar claro que nuestros principios democráticos no son negociables ni que Colombia será cómplice de persecuciones políticas”.