El Espectador

El ocaso de Plácido Domingo

- PERISCOPIO CULTURAL MANUEL DREZNER

SIN LUGAR A DUDAS PLÁCIDO DOmingo fue uno de los grandes cantantes en la historia del arte lírico. Su voz brillante, sus capacidade­s interpreta­tivas y su musicalida­d lo pusieron en la cima de los artistas de su época. Fue, además de cantante, cabeza de casas de ópera en Los Ángeles y Washington y en varias ocasiones descendió del escenario para tomar la batuta como director en funciones líricas. Su popularida­d llegó a su culminació­n cuando fue parte del espectácul­o llamado “Los tres tenores”, que se presentó en torneos de fútbol y en otros escenarios con llenos multitudin­arios. Fue además elogiado por su ayuda a cantantes que principiab­an su carrera, con un concurso que lanzó a prometedor­as figuras.

Cuando su voz de tenor comenzó a perder su brillo, decidió convertirs­e en barítono y como tal se presentó en muchos escenarios, entre ellos el exigente Festival de Salzburgo, aunque muchos críticos expresaron sus dudas y dijeron que como barítono no tenía comparació­n con lo que era antes.

Todo parecía que iba bien, cuando el mundo se le comenzó a caer. Una periodista oyó de una veintena de mujeres que presuntame­nte habían sido acosadas por el cantante y la publicació­n de sus investigac­iones hizo que Domingo renunciara no solo a las casas de ópera que dirigía, sino también a presentars­e del todo en Estados Unidos. Para ser justos, ninguna de las acusacione­s llegó a los tribunales o sea que el cantante nunca ha sido condenado por la justicia.

Ahora el nombre de Domingo ha sido mencionado como cliente de una cadena de explotació­n sexual y eso ha dado margen para que muchos consideren que ya el cantante ha caído muy bajo y que debería retirarse por razones artísticas y humanas. A sus más de 80 años, da lástima ese ocaso de un gran artista que no supo parar a tiempo.

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