No solo hay que serlo, sino parecerlo
ESTE REFRÁN ES UNA ADAPTACIÓN del que se le atribuye al emperador romano Julio César cuando dijo que “la mujer del César no sólo debe ser honrada, sino también parecerlo”.
No dudo que el presidente Gustavo Petro es un hombre honrado. Por esta razón es de esperar que cumpla con las promesas que hizo durante su campaña y que reiteró en su discurso de posesión en el sentido de priorizar la lucha contra la corrupción. Sin embargo, hay algunos hechos que pueden ensombrecer este propósito o por lo menos afectar la confianza ciudadana sobre el alcance de este compromiso.
Dos ministros nombrados, el de Transporte, Guillermo Reyes, y la de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, Mery Gutiérrez (cuyo nombramiento luego se caería), han sido cuestionados por hechos de corrupción o por hechos que pueden ser considerados riesgos para que estos sucedan. En el primer caso, el investigador de Dejusticia Rodrigo Uprimny, en reiteradas ocasiones ha denunciado plagios cometidos por el hoy ministro de artículos y libros del académico Juan Jaramillo. En igual sentido, La Silla Vacía publicó recientemente pruebas de plagios de la Sentencia C-55 de 1998 de la Corte Constitucional, de un concepto de la Sala de Consulta del Consejo de Estado y de varios párrafos del libro El proceso electoral colombiano y el voto electrónico, del exregistrador Juan Carlos Galindo. Esta larga lista de plagios demuestra que ha sido una práctica reiterada. Se equivocan quienes piensan que esto no es corrupción y que es un delito menor. Para catedráticos de la Universidad de Barcelona, “esta es la peor corrupción que puede haber en la Universidad”. Y en el artículo “La corrupción en el ámbito de la propiedad intelectual”, profesores de la Universidad Externado de Colombia se preguntan: “¿Cuál es el colmo de un aspirante a servidor público? Plagiar un requisito para ingresar al cargo. Parece un chiste, pero no lo es”.
En el caso de la que iba a ser mintic, varios medios de comunicación han documentado presuntos conflictos de interés que ella tendría en el ejercicio de su cargo por negocios privados que tuvo en el pasado, además de una demanda multimillonaria instaurada contra el Estado sobre un asunto relacionado con los que le atañen a su cartera. El presidente Petro había dicho que en caso de presentarse ese conflicto en el marco de alguna o algunas decisiones que deberá tomar, la funcionaria se declararía impedida. Esto es su obligación y es el proceder que manda la ley. Sin embargo, dejaba un mal sabor que aun sin haberse posesionado ya se vislumbraban esos inconvenientes. Finalmente, su nombramiento se echó para atrás.
A esto se suma la elección del contralor general, Carlos Hernán Rodríguez, cercano al hoy partido de gobierno por los congresistas del Pacto Histórico y de los aliados advenedizos a la espera de cargos burocráticos. Esta elección contó con el guiño del presidente. No solamente funcionó una aplanadora similar a la que utilizaron gobiernos anteriores y que en su momento fueron criticados por quienes ahora la aceitaron. Esto también va en contravía de la promesa de garantizar la independencia de los órganos de control.
Presidente Petro, la confianza se construye a partir de los hechos, no solo de las palabras. Por eso, no solo hay que serlo, sino parecerlo.