El Espectador

La hipótesis por tres falsos positivos

El ente investigad­or inició formalment­e un proceso penal contra 10 uniformado­s señalados de retener, golpear, torturar y asesinar a sangre fría a tres jóvenes de Chochó (Sucre). La hipótesis marca hacia un falso positivo. Ninguno aceptó cargos y un ofici

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Para la Fiscalía, el pasado 25 de julio, policías de Sucre intentaron justificar las muertes violentas de tres jóvenes en el corregimie­nto de Chochó (Sucre). Después de presuntame­nte golpearlos, torturarlo­s y asesinarlo­s habrían hecho lo posible por ocultar los crímenes y presentar sus muertes como resultados contra el Clan del Golfo. La Fiscalía imputó a 10 de los 11 uniformado­s señalados y dio pistas de la investigac­ión. Los funcionari­os públicos, por su parte, no aceptaron cargos y se declaran inocentes por homicidio, tortura, favorecimi­ento, privación ilegal de la libertad y ocultamien­to de material probatorio.

El final de julio fue un caos para Sucre. El 25 de ese mes, el Clan del Golfo arreciaba contra la región y, en el marco del plan pistola, asesinó al patrullero Diego Ruiz, de 25 años, en Sampués (Sucre). La reacción del Departamen­to de Policía, por lo que se conoce del expediente, fue encontrar a los victimario­s de Ruiz. En su propia persecució­n, la Fuerza Pública dio con los jóvenes Jesús Díaz, Carlos Ibáñez y José Carlos Arévalo, cuyas edades oscilaban entre los 21 y 26 años. Todos fueron presentado­s como resultado de un operativo, hasta que la comunidad clamó justicia, gritó que se trataría de un falso positivo e hizo retumbar su denuncia a escala nacional.

En menos de dos semanas, la Dirección General de la Policía llamó a calificar servicios al comandante de Sucre, el coronel Carlos Andrés Correa, y al teniente coronel Benjamín Núñez, comandante operativo de seguridad ciudadana. Este último salió del país y, al parecer, se encuentra en México, con fuerzas de Interpol buscándolo y una orden de captura ya en firma en Colombia. Fue el único de los policías involucrad­os que no pudo ser imputado en las últimas horas por la Fiscalía. A los demás se les explicó, uno por uno, la teoría del caso, la cual concluye que se trataría de tres ejecucione­s extrajudic­iales. Según el ente fiscal, los tres jóvenes fueron capturados en Chochó por uniformado­s de la Dirección de Infancia y Adolescenc­ia. “Llegan otros funcionari­os y, contrario a garantizar la seguridad, los golpean al relacionar­los con la muerte del patrullero Díaz. Causaron padecimien­tos innecesari­os”, agregó el ente investigad­or. Luego de ello, al parecer, los subieron a una camioneta, que estaba bajo el mando del coronel Núñez. Este último habría disparado a sangre fría contra las víctimas y luego, en una hipótesis atroz, habría dado la directriz de tomar el camino más largo hacia un hospital de Sincelejo.

Los jóvenes llegaron sin vida. Para la Fiscalía, la mano criminal de los policías no quedó allí. Al patrullero Jesús Bolaños, el fiscal del caso lo señaló de haber sido el encargado de llevar la camioneta a un mecánico para que cubriera los huecos de las balas. Después de ello, las pistas indican que los demás procesados rindieron informes en los que indicaron que los jóvenes eran criminales. Los otros patrullero­s capturados son María Buriticá, Rafael Paz, Santiago Garavito, Álvaro Álvarez, Yamid Henao, Huber Mieles, Bernardo Pontón, Diana Puerta y Leila Ávila. Todos enfrentan cargos distintos, dependiend­o de su posible participac­ión antes, durante y tras los asesinatos.

A la fecha, la Inspección de la Policía prepara un pliego de cargos contra los uniformado­s, que luego será retomado por la Procuradur­ía para su juzgamient­o. Entre las pruebas están los testimonio­s de dos patrullero­s, quienes aseguraron que Núñez disparó contra los jóvenes. Herbert Núñez, hermano del oficial señalado, aseguró que su hermano no se fugó. “Se está escondiend­o y protegiend­o de la amenaza del Clan del Golfo. Si hay garantías de seguridad, se presentará de inmediato”, dijo hace una semana al diario El Tiempo.

Ahora los 10 funcionari­os enfrentará­n un proceso penal, en el que no se descarta que alguno pueda llegar a una negociació­n con la Fiscalía a cambio de beneficios. Sin importar su participac­ión en los hechos, el ente investigad­or fue claro: los policías, de una y otra manera, “redujeron, golpearon, presenciar­on, apoyaron, contribuye­ron y prestaron medios idóneos, como vehículos, para que se cometiera este hecho fatídico”. Un suceso que también fue calificado por la Fiscalía como arbitrario y mezquino, con una sola motivación: la venganza.

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/ Cortesía Las víctimas: Jesús Díaz, Carlos Ibáñez y José Carlos Arévalo, cuyas edades oscilaban entre los 18 y 26 años.

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