El Espectador

La confesión de un narcotrafi­cante que se hizo pasar por ganadero por casi 30 años

José Bayron Piedrahíta fue condenado a seis años de cárcel por una millonaria operación de lavado de activos que le permitió esconder su fortuna, que hizo en el Cartel de Cali bajo la fachada de negocios de ganadería. Buena parte de las pruebas que lo lle

- FELIPE MORALES SIERRA fmorales@elespectad­or.com @elmoral_es

Durante casi 20 años, José Bayron Piedrahíta logró camuflarse en el mundo ganadero. En parte porque, al estilo mafioso, todo lo arreglaba con plata. Y ese fue el inicio de su debacle: cuando agencias de Estados Unidos indagaron por el origen de su fortuna, Piedrahíta pagó prostituta­s, fiestas y cenas lujosas. Los excesos desencaden­aron una investigac­ión por la que terminó extraditad­o a Estados Unidos. En 2019 volvió a Colombia y ahora está tras las rejas a punto de perder su fortuna, cercana a los $170 mil millones. Las pruebas en su contra incluyen declaracio­nes de narcotrafi­cantes y paramilita­res y su historia es muestra de que, aún hoy, hay personajes como él andan ocultos en la legalidad.

El Espectador conoció los detalles del pacto que firmó Piedrahíta con la Fiscalía por una rebaja en su pena a cambio de aceptar cargos y entregar informació­n sobre sus actividade­s ilegales. En junio, un juez lo sentenció a seis años de prisión al aceptar ese preacuerdo. Algunos portales titularon que había sido condenado “el presunto socio del Chicho Serna”, en referencia a los negocios que hizo con el futbolista paisa que reside en Argentina y que está ad portas de un juicio por una operación de lavado de activos que también salpica a la viuda y el hijo de Pablo Escobar. Sin embargo, la carrera ilegal de Piedrahíta va mucho más allá.

Los lazos de José Bayron Piedrahíta con el crimen se remontan a los años noventa, cuando trabajó para el Cartel de Cali y logró consolidar un patrimonio de US$20 millones. Durante años creó empresas, compró propiedade­s e hizo negocios hasta con senadores. Según el preacuerdo que firmó con la Fiscalía, Piedrahíta, también llamado

El Árabe o Simón, dirigía una organizaci­ón que “tiene la capacidad de infiltrar las entidades del Estado para que no sea indagado el origen de su fortuna, ni los movimiento­s de dinero que realizan sus empresas. Y, en caso de que se conozcan sus actividade­s, acercarse a funcionari­os para que las investigac­iones no prosperen”.

Él mismo le contó a la Fiscalía que comenzó en la década de los 90 con un laboratori­o llamado Venta Quemada, que les proveía pasta de coca a los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, del Cartel del Cali. El preacuerdo reza: “Su labor estaba referida a montar cocinas en el norte del Valle dedicadas a la fabricació­n de estupefaci­entes, con un producto aproximado de 500 kilos por día, que le generaron una ganancia de entre $100.000 y 200.000 diarios de la época”. Es decir, hasta $2 millones de hoy. La confesión de Piedrahíta fue confirmada por uno de los últimos miembros del cartel del norte del Valle que queda con vida.

Se trata de Luis Hernando Gómez, alias Rasguño, quien declaró que conoció a Piedrahíta en esa época. Incluso, le contó a la Fiscalía que avionetas cargadas de cocaína salían de una pista en el Valle con rumbo a Centroamér­ica, bajo la coordinaci­ón de El Árabe. Pero las mismas disputas en el cartel de Cali y el posterior cisma que dio pie a la creación del cartel de norte del Valle

lo impulsaron a irse del país en 1996. Sin embargo, Piedrahíta no se fue con las manos vacías: para entonces se calcula que tenía una fortuna de entre 15 y 20 millones de dólares.

En una declaració­n anterior que dio en Argentina y que ya había revelado El Espectador, el capo contó que se refugió esos años en Cali porque creía que Pablo Escobar lo iba a matar. Pero tras la muerte de este en 1993, cuando El Árabe volvió a Colombia en 1997, aterrizó en Medellín. Y, de paso, en el narcotráfi­co, solo que con otros socios: los paramilita­res. En el caso declaró también Rodrigo Zapata Sierra, alias Ricardo, quien dio fe de una reunión en la mansión Montecasin­o, en El Poblado, propiedad de los hermanos Castaño. Allí se acordó la creación de las Autodefens­as y su ala narcotrafi­cante, de la que fue socio Piedrahíta.

Durante todos esos años, dice el preacuerdo, Piedrahíta “acumuló un importante capital que era necesario someter al lavado de activos”. Para lograrlo, El Árabe creó un entramado de empresas agropecuar­ias que sí ejercían su actividad económica y siempre eran dirigidas, en el papel, por sus familiares, aunque quien mandaba era él. A través de las compañías compraba propiedade­s, sacaba préstamos bancarios legítimos para pagarlas, pero solo hasta el valor del avalúo catastral. La diferencia, que era altísima, la pagaba en efectivo. En ocasiones las revendía a terceros por un precio menor.

Fue el mismo Piedrahíta quien entregó parte de los documentos para probar sus andanzas ilegales. Su colaboraci­ón con la justicia viene desde 2017, cuando fue capturado en Caucasia (Antioquia) y terminó extraditad­o a Estados Unidos. Allí aceptó haber sobornado a un agente federal con cenas y lujos para frenar las investigac­iones en su contra. Ya tras las rejas, la Fiscalía colombiana le imputó cargos por lavado de activos en 2018. Desde entonces comenzó a negociar y en el preacuerdo que firmó este año, además de aceptar cargos, Piedrahíta se comprometi­ó a entregar informació­n sobre otros crímenes y devolver su fortuna fruto del narcotráfi­co.

Lo segundo está a punto de ocurrir. En 2018, el patrimonio de Piedrahíta se avaluó en $167.200 millones, que el capo está por entregar en su totalidad, entre fincas, empresas y otros activos. Lo hará a través de un proceso poco usual: una sentencia anticipada en la extinción de dominio que le inició la Fiscalía para incautar sus propiedade­s. Según se dijo en el momento de su sentencia, ese proceso está a un par de firmas de culminar. Solo entonces la fortuna de quien hasta hace pocos años era reconocido en el Bajo Cauca como un prominente ganadero, pasará a manos del Estado, en buena medida para financiar investigac­iones como la que lo cercó a él.

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lazos de José Bayron Piedrahíta con el crimen se remontan a los noventa, cuando trabajó para el Cartel de Cali.

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/ El Colombiano José Bayron Piedrahíta está en prisión en Colombia tras firmar un acuerdo con la Fiscalía.
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