Los derechos individuales
AHORA TODOS SOMOS DE EXTREMA izquierda. Bueno, es un decir. Pero la moda en esta sociedad superficial es la de serlo, porque es lo que se lleva. Claudia López, venerable alcaldesa, separada de Petro por equis o ye motivos, hoy ha dado en lucirse como él, utilizando consignas del tipo comunal o comunista. Si va solo o sola en su auto —hoy puede hablarles a casi todos los ciudadanos—, debería darle pena.
Ella, que debe responder por que se haya hecho cierto aquello de que la ciudad colapsó, ella, precisamente, tan amiga como ha sido de pasarles la responsabilidad a otros, ahora exige a los ciudadanos que respondan por la congestión vehicular, a cargo de la Alcaldía. Eso pasa por andar solos, quiere decir, transportando una carrocería con cuatro silletas desocupadas, tremendo motor y accesorios, para ir a veces a ninguna parte. ¿Pero la funcionaria, que acosa al usuario, se ocupó, acaso, de la invasión de la ciudad por miles y miles de carros nuevos hasta la saturación de hoy?, ¿habló de ello con los ministros de Comercio e Industria?, ¿consultó la cantidad de placas y licencias expedidas?
Castigar de esta manera, humillando al ciudadano, al que una sociedad comercial buscó y sacudió en sus bolsillos para adquirir o renovar vehículo, es injusto con quien se enfrenta luego a una falta de garantías de funcionamiento. Qué cosa horrible es ir a bordo en un trancón; personalmente creo haber sufrido el fenómeno de la claustrofobia durante los últimos años en que conduje, tras media centena de haberlo hecho con propiedad. Sudor frío, rostro hirviendo, ansiedad, propensión al desmayo y acercamiento angustioso a los bordes o bermas para tener la posibilidad de detener la marcha. Si esto no fue claustrofobia, entonces era lo normal para la edad en que ya no debía medírmele al tráfico urbano.
Siempre he dicho que no estoy para dar soluciones, pero aquí vamos a terminar con medidas que parecerán de dictadura socialista. Límites a la propiedad particular de vehículos. Lo digo, yo que soy amigo de coleccionar vejestorios, pero advierto que no funcionan, son como el avión aterrizado en un parque o el tren de chimenea estático en algún pedestal.
Ojo, titulé “Los derechos individuales” porque imagino que pronto empezarán a limitarse los que corresponden a todo ser humano en sociedad. Esto de los autos no clasifica como tal (aunque está el derecho de locomoción, pero es más para el ciudadano de a pie que para el motorizado), aunque estemos alerta, no sea que los gobernantes del día nos den la sorpresa de suspender derechos, como el de propiedad, cuya excepción toca con la utilidad pública, concepto del que puede abusarse.
La alcaldesa, que avergüenza a otros, culpando como los médicos al paciente, no parece apenarse por tener una ciudad en permanente obra y en absoluta inmovilidad.