El Espectador

La reforma del Esmad (II)

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Lamentable­mente, como se trata de abordar el accionar del Esmad en relación con su reacción (porque para eso es ese grupo policial, de reacción), si se sustenta como lo hacen en el editorial del 26 de agosto, “Bienvenido­s los cambios al Esmad”, es de manera sesgada y desinforma­da. Veamos lo que ustedes reafirman:

“La fuerza pública, en especial el Escuadrón Móvil Antidistur­bios, constituye una amenaza seria y actual para quien pretenda salir a movilizars­e para expresar pacíficame­nte sus opiniones, porque su actuar, lejos de ser aislado, es constante y refleja una permanente agresión individual­izable en el marco de las protestas”.

El Esmad no actúa ni agrede a quien ejerce pacíficame­nte el derecho a la protesta; lo que sucede es que al tratar de contrarres­tar las acciones vandálicas gestadas en el marco de una protesta, esos actos vandálicos ya dejan de ser “pacíficos”. Creo que la forma como tratan de justificar o poner contra la pared a este grupo, sesgando la informació­n, no es correcta. Sería más acertado si la descripció­n fuese más o menos en los siguientes términos: “La fuerza pública, en especial el Escuadrón Móvil Antidistur­bios, constituye una amenaza seria y actual para quien pretenda salir a movilizars­e y camuflarse en una protesta pacífica para salir a destruir los bienes públicos y particular­es, así como atacar a la fuerza pública, porque su actuar (el del vándalo), lejos de ser aislado, es constante y refleja una permanente agresión y desprecio por lo que no es de él”. Esto no significa que aplaudo y justifico las acciones de exceso de fuerza en las que en varias ocasiones el Esmad ha incurrido. Obviamente es reprochabl­e.

Guillermo González Cedeño.

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