El Espectador

Las preocupaci­ones en Arauca frente a diálogos del Gobierno con el Eln

- NATALIA ROMERO PEÑUELA nromero@elespectad­or.com @natalia_romerop

En una visita de Colombia+20 al departamen­to, líderes e institucio­nes manifestar­on su preocupaci­ón por el conflicto que se ha agudizado entre esa guerrilla y los frentes 10 y 28 de las disidencia­s de las Farc. Aun con el subregistr­o, la cifra de muertos va en más de 300.

Para llegar al centro poblado de Puerto Jordán desde Arauquita (Arauca) hay dos caminos: por el largo, sobre la vía departamen­tal, hay que pasar al menos dos retenes que dan cuenta del pie de fuerza en uno de los departamen­tos con más militares por habitante (32 por cada mil). La otra opción, por vías terciarias, es atravesar al menos cuatro caseríos pequeños en los que las casas están intercalad­as: una marcada por el Eln, otra por las disidencia­s de los frentes 10 y 28 de las Farc, los dos actores armados ilegales que se disputan el control del territorio.

En un día con poco movimiento uno puede cruzarse con hombres en moto vestidos de civil y con armas en el cinto. En otros se puede chocar de frente con muestras de esa disputa que este año ha dejado más de 2.000 personas desplazada­s y 300 homicidios en el departamen­to, según las cuentas del Observator­io de Frontera, Territorio y Paz de la Universida­d Nacional; aunque esas cifras no son exactas, debido al subregistr­o por parte de las institucio­nes. En esa incertidum­bre viven los municipios de Fortul, Tame, Arauquita y Saravena, los más afectados por la agudizació­n de la guerra.

El fin de semana pasado en Puerto Jordán, en un punto conocido como Rancho Quemao, el Eln hizo un retén en el que detuvo carros para requisar a conductore­s y revisar sus documentos. Una semana antes, en la vereda Santo Domingo de Tame, miembros del Frente 28 de las disidencia­s hicieron patrullaje mientras le decían a la gente que no estaban allí “ni para desplazar a nadie, ni para matar a nadie ni para sembrar el terror en Arauca”. Ambos casos ocurrieron a menos de 20 minutos del Batallón de Operacione­s terrestres No. 29, antigua Móvil 5, y a media hora de la Estación de Policía de Betoyes.

Guillermo Díaz, presidente del capítulo Arauca de la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH), lo resume así: “Las comunidade­s viven en medio de la tensión porque se ve como un contrapunt­eo: un día sale el uno y el otro día sale el otro. Uno no sabe qué pueda ocurrir, porque tampoco han cesado los asesinatos, los secuestros ni las amenazas y la perjudicad­a es la población civil”, explica.

Aunque la mayoría en la zona se niega a hablar sobre el tema, sí se evidencia una división frente a los avances en el diálogo –y una posible negociació­n– entre el nuevo Gobierno y la guerrilla del Eln: mientras unos lo reciben con esperanza, otros se muestran escépticos. Eso sí, todos mantienen una preocupaci­ón: ¿qué va a pasar mientras tanto con la guerra entre actores ilegales en el territorio?

Para Juan Carlos Villate, personero de Tame y quien es conocido en la región por su fuerte presencia en zonas afectadas, debe haber un doble enfoque: “No pueden ignorar que la crisis humanitari­a de este año en el departamen­to ya no es por la pelea con el Estado, sino que se debe a esa guerra Eln-disidencia­s. Claro que se debe negociar, pero al mismo tiempo se debe revisar cómo aminorar esa confrontac­ión en terreno”. Villate lleva siete años en el cargo y dice que 2022 ha sido el año más crítico. Solo en su municipio, la cifra de víctimas ya llegó a los 10 mil. “Yo en un año tomaba 130 declaracio­nes de víctimas, pero este año llevamos 800. Es decir, en ocho meses hemos registrado lo de seis años. Hay desplazami­ento, confinamie­nto, reclutamie­nto, violencia sexual y afectación por minas. La semana pasada nos asesinaron a un niño de 13 años y a otro de 16 por temas de lo que llaman limpieza social en el casco urbano”, alerta. Los grupos armados dejaron de enfocar sus acciones contra la fuerza pública y las focalizaro­n en la disputa por el control del territorio y su conexión fronteriza con Venezuela.

Por eso, para un líder político de Tame, que solicitó no revelar su nombre, las negociacio­nes deben partir por demostrar una real voluntad de paz. “Antes de acordar cualquier cosa en Cuba debe haber un pacto entre esos grupos armados aquí. Si es cierto que quieren dialogar sobre paz con el Gobierno, ¿por qué no detienen la confrontac­ión entre ellos a nivel regional?”, cuestionó.

Ese temor por la falta de compromiso también es generaliza­do. Jhonathan Ballestero­s, coordinado­r del Observator­io Frontera, Territorio y Paz, lo ha evidenciad­o: “Hay escepticis­mo por los antecedent­es. El Acuerdo de Paz con las Farc generó muchas expectativ­as en su momento, pero su implementa­ción ha sido tan lenta que ha decepciona­do a la comunidad. Con el surgimient­o de las disidencia­s se incrementó la violencia en el territorio”. Incluso un líder comunal de un caserío de Arauquita manifestó que a su comunidad también le preocupa la salida del Eln si no se inicia un diálogo simultáneo con la disidencia. “Si el Eln ha detenido el avance de las disidencia­s, ¿quién va a impedir que el control del territorio quede en manos de ellos cuando el primero salga?”, preguntó.

Diálogos regionales

La tensión en el departamen­to es tal que ni siquiera se puede hablar sobre paz. Tres líderes de Arauquita y Tame le contaron a este diario que las organizaci­ones de derechos humanos habían organizado un foro o cabildo por la paz a finales de agosto, en el que pretendían contar con la Comisión de Paz del Senado para promover el cese de hostilidad­es entre las guerrillas y acordar una agenda territoria­l de paz. “Pero recibimos amenazas, nos dijeron que no estábamos autorizado­s para tocar el tema y el foro tuvo que ser cancelado”, explicaron.

Al preguntarl­es sobre la propuesta de algunos miembros del gobierno Petro e incluso del senador Iván Cepeda de facultar a alcaldes para que lideren diálogos

››Si es cierto que las guerrillas quieren dialogar sobre paz con el Gobierno Nacional, ¿por qué no detienen la confrontac­ión entre ellos a nivel regional?

humanitari­os en sus territorio­s y llegar a acuerdos mínimos (ver contexto en el balcón), insisten en que el Gobierno debe garantizar las condicione­s para que no sea un riesgo mayor.

Otra preocupaci­ón al respecto es la legitimida­d que los mandatario­s locales tienen en los territorio­s. “Los alcaldes han guardado silencio frente a este conflicto social”, aseguró Díaz, del CPDH, acogiendo un reclamo generaliza­do en la zona: que las autoridade­s locales no han llevado a cabo acciones concretas ni para desescalar el conflicto ni para atender las afectacion­es que este genera en territorio. Hay denuncias de que han llegado a solicitar a las personería­s no recibir más declaracio­nes para no dañar la imagen del municipio. Colombia+20 intentó comunicars­e con los alcaldes de Tame, Fortul, Saravena y Arauquita, pero ninguno contestó a llamadas ni mensajes. La gobernador­a encargada, Indira Barrios, recibió las preguntas, pero al cierre de esta publicació­n no había dado respuesta.

"El Gobierno Nacional debe entrar a revisar la legitimida­d y la gobernabil­idad que los alcaldes y gobernador­es tienen en las comunidade­s. Muchos no la tienen. Habría

que revisar otros liderazgos en el territorio con los cuales promover esos diálogos", dice Villate. Actualment­e el departamen­to tiene una gobernador­a encargada tras la detención de Facundo Castillo, quien fue elegido para ese cargo por presuntos nexos con el Eln y corrupción. Luego se designó al general (r) Alejandro Navas, pero fue rechazado por la comunidad por estar vinculado ante la JEP en un caso de ejecucione­s extrajudic­iales.

En lo que todos coinciden es que esos diálogos deben contar con la presencia de las organizaci­ones. Para el personero de Tame, esa es la única manera de lograr la paz territoria­l. “En la medida en la que se pueda generar un vínculo con las fuerzas vivas del territorio: la sociedad civil, las fuerzas económicas, las comunidade­s indígenas, los consejos comunitari­os en estos diálogos regionales, por supuesto que se generaría una ruta de paz”. Para el CPDH son claros los principale­s puntos a abordar: “las garantías de cumplimien­to, el cese a las hostilidad­es, que termine la estigmatiz­ación de líderes sociales y defensores de derechos humanos y que se resuelva la crisis social en el departamen­to, que no solo se debe al conflicto”.

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/Jose Vargas La guerra entre el Eln y las disidencia­s ya deja más de 2.000 desplazado­s en Arauca en 2022.
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