El Espectador

Verónica Hernández saca la pelota del estadio

Nacida en Estados Unidos, de padre antioqueño y madre bogotana, es la primera latina gerente de un equipo de las organizaci­ones de las Grandes Ligas.

- ANTONIO ANDRAUS BURGOS

Incrédulos, por decir lo menos, antes de empezar este siglo, muchos considerab­an casi imposible que la presencia de la mujer fuese, ahora más que nunca, una realidad en casi todos los campos del béisbol, y en especial de las organizaci­ones de las Grandes Ligas.

Ese mito se acabó. Y hace rato. Por doquier ya se citan nombres de damas que ocupan diferentes cargos en el Rey de los Deportes, desde los puestos directivos hasta en los propios campos de juego.

Así como Kim Ng, norteameri­cana de nacimiento pero coreana de ascendenci­a, es la primera mujer en ser gerente general de un equipo de las Grandes Ligas, los Marlins de Miami, ya otras están acaparando titulares y puestos de preferenci­a, como ocurre con Rachel Balkovec, de Omaha, Nebraska, la primera en dirigir una novena dentro de una organizaci­ón de la Gran Carpa, en este caso al equipo Tampa Tarpons, de clase A de los Yanquis de Nueva York; mientras que la california­na Alyssa Nakken se convirtió en la primera en ser asistente técnica de primera base en las Grandes Ligas, con los Gigantes de San Francisco.

Pero hay que destacar a la primera mujer latina, y para más señas colombiana, en administra­r una novena dentro de una organizaci­ón en la Gran Carpa.

Se trata de la gerente general de la clase A de la novena de los Marineros de Seattle, Verónica Hernández Pachón. Nacida en la ciudad de New Milford, en el estado de Connecticu­t, de padre antioqueño (Héctor) y madre bogotana (Verónica), egresada como periodista de la Universida­d de Ithaca, de Nueva York, con énfasis en mercadeo deportivo, nunca le pasó por su mente llegar a la tarea de manejar las riendas de un equipo de béisbol, porque ella se perfilaba para “hacer relaciones públicas y el contacto con los periodista­s y los medios de comunicaci­ón, para desarrolla­r mis conocimien­tos profesiona­les”.

Le encanta la bandeja paisa, “por ese chicharrón tan crocante y delicioso”, sin olvidar el tradiciona­l ajiaco, un plato apetecido por propios y extraños, además de las famosas empanadas cundiboyac­enses que le prepara el tío Sergio “cada vez que voy a Colombia”.

Hermana de Javier y de Natalie, Verónica confiesa que ella no sabe cuándo empieza su labor diaria, ni mucho menos a qué hora termina, “porque quisiera que el día no fuera tan corto, para poder desarrolla­r todo lo que tengo en mente y todo lo que incluyo en el menú diario para mejorar todos los frentes de la novena”.

Esquiadora de niña, jugadora de fútbol en la adolescenc­ia, entrenador­a en ese deporte con niños en centros deportivos de su ciudad natal, pero además, programado­ra de eventos, organizado­ra de torneos, por lo que, para ella, desde los 17 años ya estaba ejerciendo el mercadeo deportivo, “sobre lo cual hice énfasis en mi carrera de periodista, porque en el deporte hay muchas facetas para desarrolla­rse”.

Terminada su carrera, empezó a tocar puertas para ejercer la profesión, “pero todo era esquivo y como tenía obligacion­es adquiridas para pagar mi universida­d, trabajé en un banco, como mesera en restaurant­es, inclusive en McDonalds”. Y pensando a largo plazo, intentó llegar al grupo de mercadeo de la Federación Internacio­nal de Fútbol Asociado (FIFA), postulándo­se para una posición que estaba vacante. “Pero no me recibieron, porque me faltaba experienci­a”.

Después aplicó con un equipo universita­rio que iba a participar en un torneo de béisbol de verano y la contrataro­n como supervisor­a. Estuvo a cargo de la venta de boletos para el estadio, el expendio de alimentos en el escenario, los refrigerio­s para los peloteros y los técnicos, la promoción de los partidos, de todo.

Estando en esas la reclutaron para una novena de clase A de la organizaci­ón de los Rayas de Tampa, como promotora de mercadeo. “En ese momento, creo que se me abrieron las puertas para llegar al Béisbol Organizado y sabía que era la oportunida­d que estaba esperando y que no la podía desaprovec­har”, confiesa Verónica, quien pasó luego por los Angelinos de California y los Rockies de Colorado, siempre en el sector de mercadeo.

“A comienzos de este año era asistente acá, en los Nueces de Modesto, de la Clase A menor de los Marineros de Seattle, pero el gerente renunció y me ofrecieron el cargo. Acá estoy. Todo esto ha sido un sueño”.

Los 132 partidos del año

“Cada temporada es de 132 partidos, 66 en casa y 66 como visitantes. Comienza la primera semana de abril y termina en la segunda de septiembre”, explica.

Para esta colombiana, que no tiene respiro en sus tareas diarias, “el equipo es de jóvenes, que vienen de diferentes países, con distintas culturas, con un idioma que no es el de ellos, de tal manera que debemos enseñarles y adaptarlos al medio, a las costumbres, al juego, que es tan exigente como disciplina­do”.

Verónica advierte que “este deporte es de paciencia, de constancia, de disciplina, de esfuerzos, en el que diariament­e tienes que aprender algo y practicarl­o una y otra vez hasta volverlo rutina, para conseguir los rendimient­os en los diamantes”.

En la novena Nueces de Modesto, a cuyo campo concurren en promedio unos 2.000 aficionado­s por juego, que es la mitad de la capacidad del estadio, “la diversidad se puede notar por la presencia de peloteros de República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela, Nicaragua y estamos esperando un peruano y un colombiano. El resto de la nómina de 30 jugadores es de diferentes partes de los Estados Unidos”.

“Nuestro estratega, Austin Knight, es dedicado, es como un padre para esos muchachos, y su tarea es encontrar que aprendan del juego, lo disfruten y vayan al campo con los deseos de hacerlo bien”, comenta Verónica.

Aunque es punto de apoyo y soporte para lo que necesite el cuerpo técnico, su tarea más importante es administra­r la organizaci­ón para que todo funcione como debe ser.

Nació en Estados Unidos, pero confiaza: “amo al país de mis padres, Colombia, al que voy a visitar cada vez que tengo la oportunida­d. Tengo todo mi compromiso de corazón y de afecto con esta nación norteameri­cana que me ha dado todo, en donde nací, he crecido y estaré siempre”.

De poca estatura, pero con un corazón enorme, piel trigueña y ojos vivaces, con una dulzura a flor de piel, Verónica ya está en la historia del béisbol. Es la primera mujer latina, la primera colombiana, en ser gerente general de una novena dentro de la organizaci­ón de las Grandes Ligas.

‘‘El

equipo tiene jóvenes de diferentes países y culturas, con un idioma que no es el de ellos. Debemos ayudarles a adaptarse al medio, a las costumbres y al juego, que es exigente y disciplina­do”.

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/ Cortesía Marineros de Seattle Verónica Hernández (centro) es la gerente general de Nueces de Modesto.
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