A propósito de una columna
El profesor Francisco Gutiérrez Sanín afirma en “Un problema agrario” que las ventajas comparativas del cultivo de la coca, que se adapta fácilmente a las carencias que enfrenta la pequeña producción agropecuaria, lo convierten en una alternativa productiva difícil de superar.
A propósito de este inconveniente, quisiera mencionarle al profesor la experiencia de un proyecto de inversión agropecuaria que se ejecutó entre 2002 y 2016, y que tuvo como objetivo principal promover iniciativas de inversión, sostenibles en el tiempo, para pequeños productores agropecuarios organizados y vinculados con mercados formales a través de convenios de comercialización que garantizaran la venta de los productos a precios remunerativos. El proyecto denominado Alianzas Productivas tuvo cobertura nacional, pero su alcance no dejó de ser un tanto experimental; sin embargo, dejó aprendizajes bastante significativos en cuanto a que ofreció una alternativa productiva legal, viable y sostenible a los pequeños productores que de otra forma quedaban expuestos a los cultivos ilegales para conseguir un ingreso remunerativo. Hubo experiencias en zonas de cultivos ilícitos que arrojaron resultados prometedores en la búsqueda de alternativas productivas legales. Todo esto, sin que el proyecto hubiera tenido dentro de sus objetivos la sustitución de cultivos ilícitos. El proyecto fue finalmente abandonado por el gobierno anterior, no sin antes transformarlo hasta desdibujar enteramente sus objetivos de intervención. Hoy que está a la orden del día la búsqueda de iniciativas que no solamente procuren el desarrollo agrícola de la pequeña producción sino que consigan deshacer la tentación que les ofrecen los cultivos ilícitos para enfrentar sus limitaciones productivas, el proyecto Alianzas Productivas ofrece una experiencia importante a partir de la cual podría diseñarse una estrategia de intervención nacional para atender esta multiplicidad de problemas a los cuales está expuesta la pequeña producción.