El Espectador

¿Qué tanto cambio se insinúa en el Gobierno “del cambio”?

Es temprano para balances, pero hay señales que van marcando el rumbo, y si bien se han tomado decisiones que riñen con el pasado, se repiten formas tradiciona­les de hacer política.

- FELIPE GARCÍA ALTAMAR JHORDAN C. RODRÍGUEZ

Ya pasó un mes desde que miles de personas se agolparon en la Plaza de Bolívar, en el centro de Bogotá, para presenciar la posesión del primer Gobierno colombiano con orígenes en la izquierda, encabezado por Gustavo Petro y Francia Márquez. La nueva administra­ción representa una antítesis frente a quienes habitaron la Casa de Nariño, pero quizá 30 días es poco tiempo para evidenciar grandes transforma­ciones. Sin embargo, es el plazo preciso para hacer una primera medición de cómo se proyecta un Gobierno que venció en las urnas ondeando banderas del cambio. Y no como algo estético, sino de reformas estructura­les y giros en las formas tradiciona­les de hacer política, en sintonía con lo que señalaron como “desigualda­des históricas”.

El cambio que se prometió fue generaliza­do, no solo desde el Ejecutivo. El Pacto Histórico, coalición que llevó a Petro a la Presidenci­a, fue también la gran vencedora de las elecciones legislativ­as de marzo, mediante una amplia y renovada alianza de fuerzas de centro-izquierda, en la que igual aterrizó uno que otro político tradiciona­l. Con un discurso de reformar el Congreso lograron casi 50 escaños, pero el primer examen a este ente, del que hablaremos más adelante, en realidad no deja bien parados a quienes propusiero­n dar un salto de calidad en el debate parlamenta­rio.

Otra cosa ocurre con el alto Gobierno. “Es la hora del cambio. Nuestro futuro no está escrito. Somos dueños del esfero y podemos escribirlo juntos, en paz y unión”, dijo Petro en su discurso de posesión en la Plaza de Bolívar. Y justo en el tema de la paz es donde se hace más evidente un cambio entre la anterior y la nueva administra­ción. Mientras el gobierno Duque canceló los diálogos con el Eln y ralentizó la implementa­ción del Acuerdo firmado con las Farc, el gobierno Petro se la está jugando de forma decidida por lo que bautizó “paz total”, que no es otra cosa que cerrar todos los conflictos armados, no solo con el Eln, sino con otros grupos armados. El más avanzado es el proceso con la guerrilla marxista, que incluso ya tiene a Cuba como sede para el reinicio de las conversaci­ones.

Más allá de las considerac­iones individual­es sobre si son o no decisiones acertadas, la orden de dejar de bombardear campamento­s en los que haya certeza de la presencia de menores de edad, así como la de retirar a los bachillere­s de la Policía de las conocidas como “zonas rojas” y buscar la modificaci­ón a la Ley de Orden Público, son determinac­iones que dan muestras de un cambio en el tema de seguridad, o más bien de “un revolcón”, como lo califica Mauricio Jaramillo, docente de ciencia política en la Universida­d del Rosario.

Para el analista, además de la paz y el orden público, hay otros temas “que confirman el talante de un gobierno de cambio”, como los anuncios en cuanto a asuntos energético­s que han estado a cargo de la ministra de Minas, Irene Vélez. “Pueden gustar o no, pero ahí hay un cambio”, añade Jaramillo, quien por otro lado resalta que por ahora el Gobierno logró espantar algunos fantasmas que se crearon en campaña. “En este mes no hemos visto caos, fuga de capitales, colas en aeropuerto­s y terminales, y en términos económicos se ha visto tranquilid­ad, que era un poco lo que se temía en la campaña”.

La conformaci­ón del gabinete era otro de los puntos en los que se preveía un cambio. Y aunque, en efecto, Petro “cumplió con su promesa de paridad”, según reconoce Juliana Hernández, directora de Artemisas y coordinado­ra de la campaña “Paridad ¡Ya!”, no hay duda de que este proceso estuvo marcado por la negociació­n con los partidos tradiciona­les que se acercaron

‘‘Hay

cambios simbólicos y mucho más marcados que en gobiernos previos, pero para ver cambios más significat­ivos es necesario esperar”. Juan Pablo Milanese, Departamen­to de Estudios Políticos de ICESI

al oficialism­o una vez se conoció el veredicto en las urnas.

Además de eso, de acuerdo con Hernández, la expectativ­a es que la paridad “no solo se quede en ministerio­s, sino que se pueda trasladar a otros cargos, como viceminist­erios y direccione­s administra­tivas”, algo que ya no depende de Petro, por lo que es donde se verá qué tan comprometi­do está el Gobierno con los temas de género y diversidad.

Pero en 30 días también hay cosas que desconcier­tan. Jaramillo y Hernández coinciden en el mal

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/ AFP Hace un mes, durante su discurso de posesión, Petro insistió en la paz, la igualdad, el cuidado de las poblacione­s vulnerable­s y el cambio de la política antidrogas como algunas de sus principale­s banderas.

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